Introducción:
Hay lugares que se heredan, y otros que se reescriben. La Cava de Alta Fiori hace ambas cosas. En lo que antes fue el icónico Le Monastère, nace esta nueva propuesta que honra el pasado, pero cocina desde el presente con una claridad de propósito que se nota en cada bebida, cada plato y cada mirada a la ciudad encendida allá abajo.
Alta Fiori no se disfraza de fine dining: es elegante, sí, pero no presume. Se come bien, se bebe mejor, y todo fluye con una naturalidad que solo se logra cuando hay un gran equipo detrás.
Ambiente:
El espacio impresiona, pero no abruma. Piedra, textura, estructura con memoria. La cava —literal— vive en las entrañas del lugar, con temperatura perfecta y una mística que la hace íntima. Arriba, el comedor se abre al valle como si supiera que la vista también es parte del menú. Y lo es: Escazú desde ahí se ve como en pantalla gigante, especialmente al atardecer. La atmósfera es de templo moderno: sobrio, elegante, pausado.
Qué pedir:
Ostras gratinadas: Deliciosa textura por fuera y cremosa por dentro. Estas ostras son la definición de puro placer en media concha.
Pato magret: Grasa dorada, carne rosada, salsa profunda. Así se sirve el respeto al magret de pato.
Arroz mixto: Una combinación de mar y tierra. Ideal para un contundente cierre con broche de oro, previo al postre.
