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Cultura

Las vejigas de Barva: una tradición que late en el corazón de Heredia

Por Camila Castro | 1 de Nov. 2025 | 5:05 am

En cada rincón de Costa Rica habitan tradiciones que trascienden el tiempo; costumbres que llenan de orgullo a quienes las mantienen vivas generación tras generación. Una de ellas florece en el corazón de Heredia, específicamente en el cantón de Barva, donde las famosas vejigas se convierten en símbolo de identidad y alegría cada mes de agosto.

Durante las celebraciones patronales, el parque central de Barva se transforma en un escenario lleno de color, música y risas. Las tradicionales vejigas de cerdo, infladas y cuidadosamente preparadas, se convierten en protagonistas de la festividad, acompañando a las mascaradas que recorren las calles al ritmo del tambor y la cimarrona. Aunque no siempre se hable mucho de esta costumbre, quienes la viven saben que forma parte del alma barveña: una herencia cultural imposible de borrar.

Entre los guardianes de esta tradición destaca Luis Fernando Vargas, conocido cariñosamente como Bombi, un mascarero con más de 50 años de experiencia que ha dedicado su vida a mantener viva esta manifestación popular. Con pasión y entrega, Bombi ha trabajado para que las futuras generaciones comprendan el valor de las vejigas, no solo como un elemento festivo, sino como un símbolo de identidad, historia y comunidad.

Bombi incluso ha tenido la intención de presentar un documento al Ministerio de Cultura y Juventud para que las famosas bejigas puedan declararse de interés cultural, sin embargo, destaca el poco apoyo por parte de la institución.

¿Cómo nació esta tradición?

Hace aproximadamente 120 años, las vejigas se utilizaban junto con máscaras como las del diablo o la calavera, con el afán de "cotejar" a las mujeres —es decir, intentar ganarse su amor—. Con el tiempo, se fueron incorporando más personajes y máscaras. Bombi contó que, en aquel entonces, cuando un hombre se sentía atraído por una mujer, la "cotejaba" dándole un vejigazo en los glúteos, como una forma simbólica de expresar interés. Incluso relató que así fue como logró conquistar a su esposa.

Bombi recuerda que llegó a vender hasta cinco kilos de vejigas por fin de semana, pues se ha esforzado por mantener viva la tradición. Para él, no era problema levantarse a las 4:00 a.m. de la mañana e ir hasta la provincia guanacasteca a conseguirlas en los mataderos. Cada agosto —cuenta— tenía al Ministerio de Salud y al SENASA a las puertas de su taller, ya que realizar esta práctica "no se puede", al menos oficialmente.

Incluso me dejaban notificaciones de que era prohibido. Yo me he levantado a las 4:00 a.m. para traer unas vejigas; llego y lo que me dan es un poquito. A San Miguel de Sarapiquí, a todo lado hemos tenido que ir por ellas, mencionó a CRHoy.com.

Este mascarero asegura que el precio más alto al que llegó a vender las vejigas fue de ₡700, ya que a él le vendían el kilo en aproximadamente ₡2.000.

Venían niños con un puño de monedas, chiquitos de escuela que no habían comido en toda la semana, solo para venir a comprar una vejiga. A veces traían ₡300 o ₡400. Yo no quería lucrar con ellas, quería seguir la tradición, contó Bombi.

Cuando se acercaba el mes de agosto, hace algunos años, era muy común ver cómo las vejigas se secaban en los patios de las casas barveñas, colgadas en los tendederos junto a la ropa, para que "no estuvieran verdes" y pudieran utilizarse sin causar complicaciones de salud.

Bombi destacó que, durante algún tiempo, las instituciones amenazaban a los mataderos para impedir la venta de las vejigas, por lo que hoy en día es más difícil conseguirlas. Sin embargo, los barveños siempre buscan la forma de mantener la tradición.

¿Cómo es esta costumbre en la actualidad?

Bombi cuenta que agosto es un verdadero carnaval de máscaras y que ni siquiera la lluvia es impedimento para la celebración:

Los payasos salen a la calle y uno ve a señoras con coches, pero nadie se va para la casa. La gente se pone para que le peguen. A las 10:00 a.m., el parque ya está lleno de personas inflando las vejigas, y el ambiente es pura fiesta.

El mascarero destaca que una de las formas de preservar la tradición ha sido recorrer el país brindando talleres y transmitiendo las costumbres que, durante tantos años, ha cultivado en su comunidad. Además, ha inculcado ese amor por las vejigas y las mascaradas en sus hijos y nietos, quienes, con sangre barveña, han seguido sus pasos.

Su taller se ubica frente al parque de Barva, y quien pasa por allí lo saluda. Todos saben que Bombi defiende con orgullo y amor su herencia cultural. Su taller está lleno de historia: desde máscaras elaboradas hace más de 15 años hasta las más recientes. Es uno de los más solicitados durante las fiestas patronales, y decenas de personas le encargan máscaras personalizadas.

Aunque hoy en día desea retirarse, eso no le resta el cariño que siente por su oficio ni por las vejigas: esa tradición con la que creció y con la que también vio crecer a sus hijos.

Cada agosto, grandes y pequeños llenan las calles de Barva. Decenas de fotografías recorren las redes sociales para dar a conocer esta costumbre que, según Bombi, "nadie nunca podrá quitarle a los heredianos".

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