230 mil mujeres se quedaron sin trabajo o del mercado laboral durante la pandemia
(CRHoy.com) Las desigualdades históricas que no se atienden se profundizan en tiempos de crisis. Sin embargo, esto no son noticias nuevas para las mujeres que se han visto afectadas por las brechas de acceso al mercado laboral que han sido persistentes en las últimas décadas y se agudizaron durante la crisis económica provocada por la pandemia del COVID-19.
Dos años después, cuando comienzan a aparecer señales de reactivación económica, la situación de las mujeres en el país es muy distinta a la de los hombres. Para ellas la reinserción laboral ha sido más lenta, y al igual que antes de la crisis, enfrentan mayores dificultades para encontrar trabajo, sus ingresos son más bajos y siguen mostrando desigualdades importantes.
Esta es una realidad que comparten la mayoría de las mujeres de América Latina, la región más desigual del mundo en cuanto a la distribución de ingresos, tal y como lo ha confirmado el más reciente informe de CEPAL y OIT (2021). Y en este diagnóstico Costa Rica no es la excepción.
Por ello es urgente brindar apoyos específicos y deliberados a las mujeres doblemente afectadas por la crisis y la discriminación que opera en contra de ellas por razones de género.
El mayor impacto de la pandemia en el mercado laboral se registró en el segundo trimestre del 2020, cuando estalló la crisis en el país. El empleo femenino se redujo en 230.000 mujeres, de ellas 120.000 pasaron a ser desempleadas y 110.000 se salieron del mercado, incrementando su riesgo a la pobreza y afectando su autonomía económica.
En consecuencia, las tasas de ocupación, desempleo y de no participación laboral también se vieron fuertemente afectadas. Aunque los indicadores muestran una recuperación relativa, muchos siguen sin alcanzar los niveles previos a la pandemia, que además mostraban importantes brechas respecto a la situación de los hombres.
Con base en lo anterior, se puede inferir que existe una alta proporción de mujeres que trabajan en el sector informal, es decir, en empleos donde prevalece el incumplimiento de los derechos laborales, con poca estabilidad, que afecta en mayor magnitud a actividades como servicio doméstico, turismo y ventas.
Aunque en los meses de la pandemia la tasa de informalidad disminuyó, especialmente entre las mujeres, esta caída no obedeció a una causa positiva, como podría ser una transformación de empleos hacia el sector formal de la economía, sino debido a la destrucción del empleo. En un año, entre los primeros trimestres del 2020 y 2021 se registraron 111.000 personas menos con empleo informal, de las cuales el 63% eran mujeres.
En lo que respecta al subempleo, es decir, aquellas personas que desean trabajar más horas pero no lo consiguen, las tasas subieron notablemente en los primeros trimestres de la pandemia. A pesar de su reducción posterior, a finales del 2021 la brecha de las mujeres con respecto a los hombres se sitúa en 5 puntos porcentuales.
Las mujeres también siguen enfrentando el desafío de recibir una remuneración justa y paritaria en comparación con los hombres en similares condiciones y habilidades. La brecha salarial promedio entre ambos ha sido de un 10% en el período 2001-2019. Además, varía a lo largo de la distribución del ingreso siendo que a inicios del siglo XXI eran mayores en las mujeres con salarios altos, mientras que, en la actualidad, son más amplias en las mujeres con salarios bajos.
En suma, todos los indicadores recalcan una historia repetida, en la que los efectos negativos de la crisis sobre el mercado laboral han sido más prolongados en las mujeres y las brechas de género lejos de disminuir, se ampliaron.