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5 asesinatos recientes en Quepos podrían estar vinculados a incursión de “Diablo” en la zona

Ola de homicidios sacude al Pacífico central en medio de disputa narco por territorios

Por José Adelio Murillo | 2 de Sep. 2025 | 7:01 am
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Quepos, localidad ubicada en el Pacífico central y conocida por ser un paraíso de descanso para turistas y extranjeros, se ha convertido en un verdadero infierno en los últimos días, debido a una ola de violencia que ha cobrado la vida de al menos cinco personas en la última semana.

Se trata de dos homicidios múltiples, uno doble y otro triple, ocurridos en sectores algo retirados del centro de ese cantón. Los asesinatos estarían vinculados a una disputa territorial entre organizaciones delictivas ya establecidas y otras que intentan incursionar.

Parte de esa escalada de violencia respondería a la irrupción de una fracción de la estructura criminal que obedece a Alejandro Arias Monge, alias Diablo, el delincuente más buscado del país, por quien Estados Unidos incluso ofrece una recompensa de $500.000 por su captura.

Randall Zúñiga, director del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), confirmó a CR Hoy que, de acuerdo con las indagaciones preliminares, el móvil de ambos casos sería la pugna por plazas para la venta de droga, así como las víctimas colaterales producto de esta confrontación.

Esto, a su vez, sería parte de una disputa más amplia que se extiende hacia otras zonas del Pacífico central, donde también se ha registrado un recrudecimiento de las agresiones armadas.

"Ahorita en Quepos hay una fuerte disputa entre grupos del Atlántico que se están tratando de asentar en el Pacífico y esto es lo que nos ha desencadenado esas cinco muertes, algunas colaterales de esas cinco, que nos está afectando y aumentando la cantidad de homicidios.

Es un reacomodo que está teniendo el Pacífico central, Jacó, Quepos, etc.", explicó el jefe policial.

En lo que va del año, se registra un total de 15 homicidios en Quepos. El primer caso reciente ocurrió hace una semana: la noche del lunes 25 de agosto aparecieron dos cuerpos calcinados y un hombre baleado en las cercanías de la plaza de deportes de barrio El Cocal.

Según el reporte, antes de la medianoche los cuerpos de emergencia llegaron a atender un incendio en una casa, pero dentro encontraron los cuerpos calcinados de un hombre y una menor de 16 años. Estas personas presentaban, además, varias heridas por arma de fuego.

A 100 metros de esa vivienda, las autoridades hallaron otro cuerpo. Se trata de un hombre que aparentemente habría intentado escapar de sus asesinos, pero fue alcanzado y ultimado a balazos.

La adolescente de 16 años fue una de las víctimas del ataque armado que estremeció esa comunidad. Su madre, Sandra Picado, confirmó a este medio que se trataba de una menor de apellido Villalobos, vecina de Purral de Goicoechea.

La madre aseguró que no conocía a las otras personas que murieron en el hecho. Picado relató que su hija había salido de Purral para visitar a su pareja, de 22 años, en Quepos.

"Ella no tenía vicios, no fumaba, no consumía drogas, era una muchacha sana. Ella estudiaba. No sé por qué me le vino a pasar esto, no lo merecía. Estuvo en el lugar equivocado, a la hora equivocada y con la persona equivocada.

Yo digo que entraron a hacer daño y para no dejar testigos me imagino que le hicieron también el daño a ella. Mi hija era una chiquita muy cariñosa, era mi niña menor", expresó con dolor.

Cerca de 48 horas después, el jueves por la noche, se reportó un doble homicidio ocurrido en Paquita de Quepos. Cuando los paramédicos llegaron al lugar encontraron a un hombre y una mujer, ambos adultos, ya sin signos vitales.

Susana Patricia Rodríguez Mora fue la víctima colateral asesinada durante una balacera en el sector de Paquita de Quepos, la noche del jueves 28 de agosto. Ella era madre de una niña de 9 años.

La mujer murió tras recibir varios impactos de bala cuando se encontraba en un taller mecánico en horas de la noche. De acuerdo con el OIJ, Rodríguez Mora no tenía relación con el hombre que era el objetivo del ataque, identificado como de apellido Rojas, de 26 años.

La investigación preliminar señala que dos sujetos llegaron en motocicleta al taller; el acompañante ingresó al local y disparó en reiteradas ocasiones contra el objetivo. Los proyectiles también alcanzaron a Rodríguez Mora, quien únicamente se encontraba en el sitio y recibió al menos nueve impactos de bala en distintas partes del cuerpo.

Los sospechosos huyeron tras el ataque. Rodríguez Mora residía en el sector de Gamalotillo de Chires, en Puriscal, San José. Ambos casos están bajo investigación.

Franquicias del Diablo

Arias Monge es quizá el criminal de mayor perfil y más buscado en Costa Rica, quien domina diversas actividades delictivas en Pococí y otros cantones del norte del territorio nacional, pero con presencia en otras provincias. 

Se trata del delincuente más buscado del país, al punto que las autoridades judiciales lograron colaboración con la DEA para que el gobierno de ese país ofreciera una recompensa.

Gracias a una coordinación entre la Fiscalía General de la República y el OIJ, el Departamento de Estado de EE. UU. acordó ofrecer una recompensa de medio millón de dólares a cambio de información que conduzca a la captura o enjuiciamiento del supuesto capo.

Desde el pasado 30 de abril se publicó el cartel de recompensa por $500.000 y desde entonces se han recibido decenas —incluso centenas— de reportes, sin que se haya concretado su captura.

Algunas particularidades han convertido a Diablo en un criminal sin precedentes en el país. El grado de violencia con el que actúa, su expansión territorial mediante alianzas delictivas y su forma de movilizarse lo han convertido en el objetivo más difícil de atrapar.

Aunque en suelo tico se han golpeado organizaciones con mayor poderío económico que la banda de Diablo, estas suelen estar enfocadas en el trasiego internacional de estupefacientes y prefieren operar con menor violencia.

También han existido estructuras criminales muy agresivas y con armas de grueso calibre, pero concentradas en zonas específicas, a diferencia de Arias Monge, cuya operación es más amplia y descentralizada.

A esto se suma su notable capacidad para ocultarse, poco común en un cabecilla de su nivel. Su cercanía con Nicaragua le permite moverse en zonas rurales de difícil acceso, cruzar la frontera y regresar según la presión policial, lo que complica su captura frente a criminales que operan en áreas más urbanas.

Además, Arias Monge alterna entre mantener un perfil muy bajo y reaparecer con gran notoriedad. Comenzó sus actividades ilegales en Guápiles, generando una ola de violencia en el Caribe costarricense.

Formó una estructura en alianza con otros delincuentes, lo que le permitió extender su influencia a zonas como Sarapiquí, San Carlos, partes de Guanacaste y el Pacífico central.

Donde llega su banda, siembra el temor con armas de fuego, y se le atribuyen hasta 100 muertes. Todo esto llevó a que, por primera vez, el gobierno de EE. UU. ofreciera una recompensa por la captura de un costarricense.

Para el OIJ, es fundamental dar con su paradero, pues actualmente busca controlar rutas de tráfico de drogas para consumo local, introduciendo marihuana y cocaína de Colombia al país.

No se descarta que Diablo intente convertirse en una estructura criminal con influencia regional y monopolizar el movimiento y la comercialización de estupefacientes. Su alias se ha convertido en una especie de franquicia entre vendedores de droga, quienes lo utilizan sin que él esté presente o sin mantener un vínculo directo.

La DEA le atribuye delitos de tráfico de drogas, homicidio y lavado de dinero en territorio costarricense, así como conspiración para fabricar, importar y distribuir sustancias controladas hacia Estados Unidos.

Arias ha permanecido prófugo durante años y acumula al menos cinco causas penales, pero no pisa una celda desde 2016. Aunque las autoridades han logrado detener a su presunto jefe de sicarios, a familiares y a otros colaboradores, capturar a Diablo ha resultado más complejo.

Fue declarado rebelde por los tribunales tras no presentarse a juicio por dos homicidios, y desde entonces ha permanecido en la clandestinidad, lo que —según se presume— le ha permitido consolidar un imperio de narcotráfico y lavado de dinero.

La Fiscalía Adjunta de Pococí es el despacho que más expedientes acumula en su contra. Las causas abiertas datan desde 2019 e incluyen delitos como venta de droga, robo agravado y amenazas contra funcionarios públicos.

Este último delito fue el que lo hizo más notorio públicamente, tras difundirse audios de WhatsApp en los que supuestamente ofrecía millonarias recompensas por asesinar a oficiales de la Fuerza Pública y del OIJ.

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