Adicción a la Inversión Extranjera Directa: ¿Está atrofiando la Industria Nacional de Costa Rica?
Durante mi periodo como Presidente de CAMTIC, me atormentaba una pregunta crítica: ¿Por qué, tras tres décadas de una industria tecnológica próspera, Costa Rica sigue rezagada en el crecimiento de empresas de IT y el surgimiento de unicornios tecnológicos, en comparación con otras naciones latinoamericanas de tamaño similar? Esta inquietud va más allá de la simple curiosidad y toca el corazón de las políticas que están moldeando nuestro futuro económico.
La conclusión a la que he llegado apunta a nuestro enfoque desequilibrado hacia la inversión extranjera directa (IED) y la negligencia hacia las políticas industriales nacionales que realmente impulsan la innovación y el crecimiento. Si bien la IED ha traído empleos y tecnología, lo ha hecho a un costo. Las empresas en zonas francas con exenciones fiscales crean una economía de dos niveles: se benefician de nuestra infraestructura y fuerza laboral educada, mientras que las empresas locales soportan la carga fiscal de construir esa base.
El Ministerio de Comercio Exterior (COMEX) ha sido muy eficaz al atraer a estas multinacionales, pero es el Ministerio de Economía, Industria y Comercio (MEIC) el que no ha logrado conectar la IED con el desarrollo local de manera efectiva. ¿Dónde está la política industrial que conecta la IED con el desarrollo local? Observemos la industria de semiconductores: Intel ha estado aquí desde los años 90, y aún así, apenas hay un ecosistema nacional a su alrededor.
Este problema no es exclusivo de Intel; es un patrón sistémico. La IED introduce tecnología de punta en el país, pero el MEIC no ha conseguido fundamentar estas innovaciones en una base que beneficie al tejido industrial nacional. Perdemos oportunidades de construir cadenas de suministro locales, de fomentar el emprendimiento tecnológico y de desarrollar una base de conocimiento que nos permita integrarnos de lleno en estas industrias globales.
Es imperativo implementar políticas industriales que hagan que la IED beneficie a Costa Rica de manera integral. Esto implica:
- Reevaluar las exenciones fiscales: Es crucial preguntarnos si las concesiones en zonas francas son excesivas. Un análisis de coste-beneficio exhaustivo y transparente es necesario.
- Incentivar los vínculos nacionales: Es esencial dirigir incentivos hacia las empresas de IED que colaboran con proveedores locales y apoyan a la industria nacional.
- Considerar incentivos no fiscales: Además de los incentivos fiscales, explorar otras formas de incentivar la colaboración, como la simplificación de trámites burocráticos o la creación de programas de apoyo técnico. Para ello hay que definir objetivos específicos y medibles para la colaboración entre empresas de IED y proveedores locales y entre el sector académico con el fomento de nuevas empresas vinculadas con las industrias atraídas por IED.
- Alinear la educación con las necesidades de la industria: Nuestro sistema educativo, tanto universitario como técnico, debe adaptarse para formar el talento que estas industrias demandan y procurar que se alinea con programas de emprendimiento en estas mismas industrias.
- Desarrollar infraestructura de apoyo: Invertir en infraestructura como parques tecnológicos e incubadoras de empresas para facilitar el crecimiento de la industria tecnológica nacional relacionadas a las industrias de IED.
- Fortalecer las instituciones: Fortalecer las instituciones responsables de la promoción de la inversión, la innovación y el desarrollo del sector tecnológico nacional para que trabajen en concierto.
Mirando a otras naciones que han logrado equilibrar la atracción de IED con el fomento de ecosistemas tecnológicos locales robustos, vemos modelos de éxito. Estos países no solo captan inversión extranjera, sino que también promueven activamente el crecimiento de startups nacionales, creando entornos propicios para el surgimiento de los próximos unicornios. Entienden que una industria doméstica próspera es la clave para un crecimiento sostenible.
Costa Rica se encuentra en una encrucijada. Podemos seguir priorizando la IED en el vacío, o podemos exigir políticas que aseguren que la inversión extranjera y la industria doméstica se eleven juntas. Necesitamos repensar los incentivos fiscales, la educación, las cadenas de suministro y el apoyo al emprendimiento tecnológico nacional.
La cuestión fundamental no es solo por qué carecemos de unicornios tecnológicos; sino qué acciones emprenderemos para eliminar las barreras que obstaculizan su surgimiento. Este desafío nos invita a reconsiderar nuestras prioridades y a diseñar un marco de políticas que fomente una simbiosis entre la inversión extranjera directa y el crecimiento de nuestra industria nacional. Es momento de trazar un camino que no solo atraiga capital y tecnología del exterior, sino que también propicie un ambiente donde los talentos y las innovaciones costarricenses puedan florecer y competir en el escenario mundial.
Elijamos un futuro donde la innovación prospere aquí mismo, en nuestro propio suelo, donde las empresas nacionales y los emprendedores tecnológicos se vean impulsados no solo por la visión de ser parte del mercado global, sino también por el apoyo concreto de políticas que reconozcan y potencien su valor. Solo así, Costa Rica podrá trascender su rol como mero receptor de inversión extranjera y consolidarse como un verdadero ecosistema innovador y generador de unicornios tecnológicos.