Antes quería ser diputado, pero luego me acuerdo y se me pasan las ganas
Hace más de dos décadas mientras fungía como periodista del periódico La República publiqué una columna del redactor titulada "Yo quería ser diputado", una reflexión sobre que la función pública debe estar marcada por la transparencia, la honradez y actuaciones claras de frente a la ciudadanía. Sin embargo, recuerdo que en aquella época bipartidista eran habituales los pactos bajo la mesa, el esconder bajo la alfombra los casos de corrupción y el clientelismo político; algo que no ha cambiado mucho en épocas del multipartidismo.
Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente, y lamentablemente aquel modelo de gestión pública nos llevó al actual estado de situación donde la incitación a la violencia ciudadana por parte del presidente Rodrigo Chaves Robles y su fracción parlamentaria encabezada por la experiodista Pilar Cisneros Gallo se concretan en ataques directos y amedrentamientos a la prensa, amenazas de muerte a diputadas y diputados, a jerarcas del Poder Judicial, a agentes del Organismo de Investigación Judicial, a la Contralora General de la República y a quienes caigan en las categorías chavistas de canalla, fauna o analistas de tres por peseta.
Con tristeza, quienes nacimos bajo la bandera tricolor, y hemos luchado por la defensa de los derechos humanos, atestiguamos que el futuro de las nuevas generaciones de costarricenses transita hacia el sectarismo, que siempre es estúpido y sin fundamento razonable, y que hoy la demagogia populista divide a los costarricenses en patriotas o no, respondiendo a la retórica incendiaria Chaves-Cisneros, y ejecutada por peligrosos grupúsculos que se están formando alrededor de estas dos figuras recién llegadas a la política con fines aún no claros, y que más bien dan su respaldo implícito; de hecho a la fecha nunca hemos oído a ambos jerarcas censurarlos y menos deslegitimarlos.
Ante esta situación, carecemos de un Poder Legislativo fuerte, sólido y con un norte claro en sus funciones para el delicado equilibrio de la democracia tica, con unas pocas excepciones que dan una lucha solitaria. La actual Asamblea Legislativa ha gastado más de dos años en discusiones estériles ante las provocaciones de unas cuantas diputaciones oficialistas, que pudieron ser neutralizadas desde el inicio con alianzas políticas sanas teniendo como único objetivo el bien común, pero de nuevo faltó una lectura coyuntural de los nuevos tiempos, y algunos partidos han cogobernando a cambio de puestos en embajadas, instituciones autónomas y el impulso de sus agendas parlamentarias específicas. Sin duda, ha habido una total ausencia de inteligencia emocional para superar el matonismo de unas pocas curules que cada semana protagonizan bochornosos espectáculos propios de acosadores, que ya desde la psicología sabemos que no saben resolver las diferencias a partir del respeto, la negociación o al menos desde la tolerancia. Actos de política que nos trasladan a latitudes suramericanas o centroamericanas en las que la violencia es la norma y no la excepción, hoy la fracción parlamentaria oficialista ha apostado por esta manera de "hacer política", y quien no juegue a su manera se le amenaza solapadamente de que "se les cobrará".
Las fracciones legislativas están inmersas en este juego pernicioso de actuar más desde sus intereses particulares y electoreros futuros, en vez de conformar un muro contra las amenazas que ya se han concretado en agresiones a periodistas, de bombas contra funcionarios públicos y contra estudiantes de la Universidad de Costa Rica: sino se entiende la gravedad de estos hechos el país está condenado en los próximos años a una confrontación ciudadana que derramará sangre porque ninguna democracia está a salvo de esto si no advierte los peligros que se ciernen sobre ella.
El asunto de fondo, no como los grupos seudoterroristas aliados a Chaves-Cisneros lo han cuestionado, no tiene tiene que ver con cuanto le cuesta al país cada diputado o qué porcentaje del Presupuesto Nacional financia al Poder Legislativo, cada colón invertido en la democracia tiene un valor de retorno inconmensurable para la estabilidad política y el bienestar social; hay que remarcar que un Poder Ejecutivo con plenos poderes es la antesala de la dictadura. El punto radica es que como país estamos financiando diputaciones que desconocen cuál es su rol en la defensa de la institucionalidad y de la Constitución Política. Aún es incomprensible como entraron en el nefasto juego oficialista que a todas luces su único interés es alimentar el caudillismo chavista, solapar la corrupción y a toda costa perpetuarse en el poder, incluso mintiendo si es necesario.
¿Y la Asamblea Legislativa tiene futuro?
La pregunta anterior nos llama a meditar el para qué existe el Poder Legislativo en algunas naciones latinoamericanas, que controladas por neocaudillos solo actúan como la caja de resonancia de poderes ejecutivos que han asumido el control de todas las instituciones de sus países. Nicaragua, El Salvador, Cuba y Venezuela nos demuestran que ese sistema de pesos y contrapesos puede convertirse en una fachada pegada con alfileres sobre la pizarra, este es el modelo al que aspira la dupla Chaves-Cisneros respondiendo a una supuesta "voz del pueblo".
Es claro que la meta de los grupos apoyados desde Casa Presidencial es tomar el control mayoritario de la Asamblea Legislativa, el Ejecutivo y el Judicial para concretar los planes que tienen para el país, los cuales son desconocidos por la mayoría. Al parece esto no preocupa a los partidos políticos, las organizaciones civiles y comunitarias; y mientras estas agrupaciones prochavistas se consideran poco organizadas y dispersas, la realidad es que este cáncer está carcomiendo la estabilidad que se construyó tras el conflicto de 1948 y se derrumbará ante las narices de viejos liderazgos, miopes políticos y partidos sin propuestas para las nuevas generaciones del siglo XXI.
A menos que hagamos algo desde la Asamblea Legislativa, con representación multipartidista o no, está terminará siendo ese cascarón donde, como dice la señora de Purral, "se le paseará el alma por el cuerpo" mientras que, como hormigas el incipiente terrorismo ciudadano seguirá cavando bajo tierra despacio pero sin pausa, y más tarde que temprano lograrán derribar hasta el edificio de la democracia costarricense, incluso ese bunker parlamentario que le sigue dando la espalda al pueblo.
Una nueva legislatura comprometida
En política no existen soluciones sencillas y menos ausentes de intereses personales o partidarios; pero si los partidos políticos asumieran con verdadera preocupación su propia existencia desde ya estarían abocados a la renovación de sus estructuras partidarias con figuras nuevas, una revisión ideológica profunda, con personas provenientes de diversas organizaciones sociales o ciudadanas, unidas bajo el único interés de consolidar un frente común ante las corrientes populistas, sean de derecha o de seudoizquierdas.
El meta de los partidos que entren a la próxima contienda no es tan solo sentar a su candidato en la principal silla presidencial, sino lograr representaciones legislativas con una visión fresca y comprometida con la transparencia. Existe una multitud de voces, decenas de personas que no militan en los partidos que tienen como única pasión la defensa de la democracia y la articulación de verdaderos procesos de concertación como repuesta al populismo, hoy representados por Chaves y Cisneros: en el futuro podrían ser otras figuras que inciten ya sin freno alguno la confrontación bélica aduciendo que por fin "su pueblo abrió los ojos".
Ya algunos iniciaron los usuales procesos de renovación de sus estructuras, una oportunidad única de cambio real. Pero no se requiere una bola de cristal para vaticinar los resultados: clientelismo, mismas caras, familiares heredando curules a su parentela, otros que las compran con jugosas donaciones y reciclaje de figuras en las tradicionales diputaciones nacionales escogidas por los candidatos a la Presidencia de la República. Esa es una receta en la que al final de cuentas quien pierde es el país porque al carecer de partidos capaces de confrontar, debatir y acordar le estaremos dando al populismo más aire y terminaremos poniéndole en sus manos las llaves de nuestra democracia.
Es cierto que en muchas ocasiones, como dijo el héroe nacional Juanito Mora en la última carta escrita a su esposa, "la política es un verdugo que destroza a sus servidores", aún existimos muchos ciudadanos para quienes el servicio público es entendido como un poder moral, como lo definió el libertador Simón Bolivar, un poder que es capaz de transformar sociedades y edificar naciones con un sentido de prosperidad social y transparencia.
Más allá de las vanidades políticas y de los caudillismos estamos llamados a conformar un frente nacional con el único objetivo de defender lo heredado de nuestros antepasados, mejorando lo existente y proponiendo rutas del desarrollo donde no solo existan unos pocos ganadores.
Señores y señoras que en los próximos meses postularán sus nombres a la Presidencia de la República, su desafío no será menor, aún más cuando sus partidos han sido corresponsables del abismo político al que nos llevaron. Es hora de asumir sus responsabilidades, pedir perdón al pueblo y proponer nuevos rumbos para un siglo XXI que parece marcha en reversa en materia de derechos. Más bien démosle vida a las palabras dichas por el prócer Juanito Mora el 8 de mayo de 1857: "Costa Rica no patrocinará jamás partidos fratricidas, usurpadores vandálicos. Exigirá garantías de paz, de integridad, de unión centroamericana. Procurará que se extinga ese espíritu revolucionario que ha sido el mayor de nuestros enemigos, que se sostengan las autoridades legalmente constituidas, y, en todo caso, cumplirá su deber nacional".
Periodista con 30 años de experiencia en la cobertura de temas culturales, políticos, ambientales y género