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Cómo proteger a niños y adolescentes en redes sociales: esto dicen expertos

Expertos explican la importancia de la supervisión, la educación digital y el diálogo familiar para un uso seguro de redes sociales por parte de niños y adolescentes

Por Andrey Villegas | 5 de Oct. 2025 | 5:11 am

Imagen tomada de redes sociales

El uso de redes sociales por niños y adolescentes se ha convertido en un tema urgente para padres, docentes y especialistas en salud mental. La exposición temprana a plataformas como TikTok, Instagram y Facebook puede generar riesgos que van desde problemas de atención y concentración hasta daños emocionales y legales.

Ante esto, los expertos coinciden en que la supervisión, la educación digital y la apertura de canales de comunicación son clave para un uso seguro y saludable de estas herramientas.

Para muchos adolescentes, las redes sociales representan un espacio de pertenencia, entretenimiento y validación. Sin embargo, la psicóloga Ingrid Naranjo, del Colegio de Psicólogos, advierte que la falta de acompañamiento puede generar problemas.

"Si no hay un acompañamiento, por ejemplo en menores de edad, como control parental o canales de comunicación donde puedan expresar lo que piensan sobre lo que están viendo, los chicos van a buscar orientación entre sus pares. Y no siempre tendrán la madurez para analizar críticamente la información, porque están en una etapa de búsqueda de pertenencia y miedo a quedarse fuera, el famoso FOMO", explica Naranjo.

FOMO (Fear of Missing Out, miedo a perderse algo) se define como la ansiedad por sentirse excluido de experiencias que otros comparten en redes. Aumenta la insatisfacción y afecta la salud emocional.

La especialista señala que los jóvenes que no han recibido educación digital enfrentan dificultades para distinguir información real de la falsa y desconocen los riesgos legales o personales de su exposición en línea. Esto tiene impactos directos en la salud mental: buscan llenar vacíos emocionales, ser aceptados o lograr reconocimiento a través de "likes" o reacciones en redes sociales.

Además, el consumo masivo de contenido breve —de 30 segundos a un minuto— puede afectar funciones cognitivas como la atención, la concentración y la capacidad de lectura.

Estrategias para un consumo digital seguro

Naranjo propone tres estrategias principales para que los niños y adolescentes usen las redes sociales de forma segura:

  1. Supervisión y regulación del consumo digital: establecer horarios, controlar el tipo de contenido y la interacción en entornos educativos y sociales.
  2. Cuidado físico y hábitos saludables: postura, descansos, exposición a luz azul, alimentación y actividad física.
  3. Abrir canales de comunicación seguros y no juzgadores: permitir que los adolescentes cuenten qué consumen y por qué.

"Esto no excluye la autoridad: los adultos deben explicar riesgos y posibles consecuencias legales", aclara la psicóloga.

Naranjo enfatiza que no se trata de cortar de raíz el acceso a las redes. La clave es preguntar qué consumen, cómo lo hacen y qué les gusta, para luego señalar riesgos y consecuencias.

En casos de señales de peligro, como ideas suicidas o conductas delictivas, la intervención inmediata es fundamental.

"Los adultos tienen la responsabilidad de supervisar. Para menores de 13 años, los padres son completamente responsables de lo que el menor hace online; después de los 13, los adolescentes también asumen riesgos legales si realizan conductas peligrosas o delictivas", añade.

La edad mínima y la educación digital

Rolando Pérez Sánchez, profesor catedrático y director del posgrado en Ciencias Cognoscitivas de la Universidad de Costa Rica, coincide en la importancia de la supervisión.

Pérez explica que la edad mínima de 13 años para usar redes sociales es solo un punto de referencia.

"Un niño o niña antes de esa edad no debería usar estas redes porque puede exponerse a contenido que aún no puede manejar por falta de información o por no haber sido acompañado adecuadamente por un adulto, ya sea cuidador o maestro", explica el experto.

En adolescentes, el acceso a ciertos contenidos puede ser adecuado siempre que exista supervisión y acompañamiento de padres, madres y docentes.

La edad exacta no es una receta fija; depende del desarrollo cognitivo, las competencias sociales y el acceso a información.

"Como cuidador, la primera pregunta que uno debe hacerse es: '¿He guiado y acompañado a mi hijo o hija en el uso seguro y adecuado de estas herramientas?' Si la respuesta es sí, entonces se puede permitir el uso con confianza y acompañamiento; si no, no", agrega Pérez.

El acompañamiento digital debe ser considerado tan importante como otras actividades de la vida diaria que implican interacción presencial.

Los adultos no solo deben guiar y supervisar, sino también crear espacios de diálogo para que los jóvenes expresen dudas o preocupaciones sobre los contenidos que consumen.

Dar un teléfono o acceso a redes implica una nueva tarea para los padres: acompañamiento, guía y creación de un ambiente seguro para comunicar experiencias o molestias. Además, los adultos deben alfabetizarse digitalmente.

"Muchas veces se asume que la adultez garantiza habilidades digitales, pero no siempre se sabe navegar en internet, controlar o denunciar contenidos inapropiados. Esta alfabetización es necesaria para acompañar de manera correcta al niño o adolescente", subraya Pérez.

Redes sociales y bienestar educativo

El impacto del consumo digital en la interacción en centros educativos también depende del contexto.

"No es la internet o las redes sociales la causa de la conducta de los jóvenes; el contexto de vida, las condiciones familiares y el bienestar subjetivo influyen directamente en su consumo y comportamiento", explica Pérez.

Los adolescentes que enfrentan dificultades familiares o psicológicas podrían consumir más contenido riesgoso o filtrar menos cierto tipo de material. Por el contrario, quienes cuentan con recursos sociales y acompañamiento digital están mejor preparados para lidiar con contenidos inadecuados, identificarlos como nocivos y decidir no reproducirlos ni compartirlos.

Tanto Naranjo como Pérez coinciden en que la educación digital no solo protege frente a riesgos inmediatos, sino que también fortalece la resiliencia emocional y social de los jóvenes. Les permite manejar la presión de grupos, identificar información confiable y tomar decisiones responsables en un entorno que puede ser tanto enriquecedor como peligroso.

Finalmente, los expertos destacan la importancia de un equilibrio entre autoridad y acompañamiento.

La prohibición total puede generar desconfianza y secretismo, mientras que la supervisión guiada fomenta habilidades de pensamiento crítico y un uso responsable de la tecnología.

"No se trata de limitar a los jóvenes, sino de educarlos para que comprendan los riesgos, respeten las normas y utilicen las herramientas digitales de manera segura y constructiva", concluye Naranjo.

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