Corea y Costa Rica: 63 años de diplomacia con propósito
Este 15 de agosto se celebraron 63 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre la República de Corea y Costa Rica. En un mundo donde las alianzas se miden por intereses geopolíticos inmediatos, esta relación representa un testimonio inspirador de una diplomacia con propósito. Es una amistad que ha crecido silenciosamente, pero con firmeza, trascendiendo distancias geográficas, diferencias culturales y transformaciones políticas.
Más allá del tiempo transcurrido, lo que distingue este vínculo es su profundidad: una relación construida sobre valores compartidos, cooperación mutua y visión de futuro. Pocos lazos bilaterales ilustran tan bien la evolución de la diplomacia moderna como los que unen a San José con Seúl.
Coincidencia de fechas, convergencia de valores. En Corea, el 15 de agosto se celebra el Día de la Liberación Nacional. Es una jornada llena de memoria histórica y orgullo patriótico al recordarse la liberación del pueblo coreano del dominio colonial japonés en 1945, así como el establecimiento del gobierno de la República de Corea en 1948. Es una fecha que representa resiliencia, libertad, autodeterminación y esperanza.
En Costa Rica, el 15 de agosto es igualmente emotivo. Celebramos el Día de la Madre, que coincide con la celebración de la Asunción de la Virgen María, una festividad profundamente arraigada en la tradición católica. Dos celebraciones distintas, pero con profunda dimensión humana.
En Corea, la conmemoración de un renacimiento nacional; en Costa Rica, un reconocimiento más allá del nexo biológico; ser madre es un acto de amor, coraje y entrega, es ejemplo permanente de liderazgo, fortaleza diaria y de una capacidad única para enfrentar adversidades que sostiene familias, comunidades y generaciones.
Pilares de una diplomacia moderna
Se han alcanzado importantes frutos que reflejan una colaboración robusta y beneficiosa. Uno de los logros más destacados ha sido el fortalecimiento del intercambio comercial, impulsado por el Tratado de Libre Comercio, así como el ingreso de Corea como socio extrarregional del BCIE, lo que ha abierto nuevas oportunidades para productos costarricenses en el mercado asiático y ha favorecido la inversión coreana en sectores estratégicos.
En el ámbito de la cooperación para el desarrollo, Corea ha sido un aliado clave en la transferencia de tecnología, innovación y conocimiento, especialmente en áreas como educación, salud, gobierno digital y ciberseguridad. También ha sido fundamental el apoyo en infraestructura y capacitación técnica, contribuyendo al crecimiento de las capacidades institucionales en Costa Rica. Los programas de intercambio académico y becas han permitido a cientos de estudiantes costarricenses formarse en universidades coreanas, mientras que el creciente interés por la cultura coreana ha enriquecido la diversidad del país.
Por su parte, Costa Rica ha colaborado con iniciativas medioambientales, de energías renovables, de paz, democracia, participación ciudadana y de economía social solidaria, por mencionar algunas.
Además, se ha colaborado estrechamente en foros multilaterales para promover la paz, la democracia, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. Estos logros son testimonio del potencial de una diplomacia moderna, basada en la confianza, el respeto y la visión compartida de construir un mundo más justo, innovador y solidario.
Mirando al futuro
La historia entre los dos países no está escrita en piedra, sino en una alianza integral orientada a la acción, es decir, dinámica, creativa e inquieta. El potencial de esta relación no radica solo en el pasado vivido, sino en las oportunidades del mañana. Desde el comercio electrónico hasta la educación en áreas STEM, desde la ciberseguridad hasta la diplomacia cultural, desde la diplomacia del océano e hidrógeno hasta la inteligencia artificial con ética, propician amplios campos por profundizar.
Imaginemos startups costarricenses y coreanas codesarrollando tecnologías verdes y a jóvenes de ambos países participando en laboratorios ciudadanos para resolver problemas locales con impacto global. También que esta relación sirva de modelo para nuevas formas de cooperación entre nuestras regiones de influencia.
Corea y Costa Rica han demostrado que la diplomacia no tiene que ser fría, transaccional ni utilitaria. Puede ser cálida, visionaria y transformadora. En sus 63 años de encuentro, han construido una sólida relación basada en la confianza, el respeto mutuo y una apuesta común por el bienestar de sus ciudadanos.
Este 15 de agosto de 2025, los dos países se encuentran atravesando momentos de reflexión interna. Corea, tras un ciclo político tenso, enfrenta el desafío de fortalecer su cohesión democrática, mientras ejerce su papel de liderazgo en la región del Indo Pacífico y el mundo.
Costa Rica, por su parte, vive una etapa compleja en su dinámica institucional, donde los valores republicanos, la independencia de los poderes y la estabilidad democrática enfrentan presiones significativas. En este contexto, la coincidencia del 15 de agosto nos invita a mirar con serenidad y esperanza para confirmar que dos naciones con trayectorias distintas pueden encontrarse desde principios comunes: la dignidad humana, la paz, la institucionalidad democrática y la cooperación para el bien común.
Un proverbio coreano reza: "Un árbol con raíces profundas no se tambalea con el viento"; así es la amistad entre Corea y Costa Rica: como un árbol que ha sabido crecer fuerte y libre, enfrentando los vientos del tiempo, la lejanía imaginaria y los desafíos globales.
En tiempos inciertos, necesitamos más relaciones como esta: diplomacias que no solo persigan intereses, sino que encarnen propósitos. Porque cuando dos países como Corea y Costa Rica caminan juntos con ideales comunes, su impacto se multiplica más allá de sus fronteras.