Costa Rica y la crisis climática: 6 guías imprescindibles para sobrevivir a la tormenta
Cuando en Nueva York, Bangkok, Nairobi, o cualquier otro lugar del mundo, se menciona "Costa Rica" inmediatamente se piensa en estas postales de ocasos de sol acariciando selvas de tonos esmeralda, enormes volcanes levantándose hacia el cielo azul y grupos de tucanes luciéndose entre árboles de los más espléndidos verdes del universo.
Sin embargo, bajo esta biodiversidad impresionante, Costa Rica, referente mundial en la protección al ambiente, se enfrenta en 2024 a un momento decisivo en su historia. Hace algunos días el Instituto Meteorológico Nacional pronosticó que las temperaturas en este año 2024 superarían entre 1 y 2 grados los promedios históricos y que el país experimentaría una sequía meteorológica en todas sus regiones. La Organización Meteorológica Mundial también prevé que los próximos 5 años serán los más calientes jamás registrados. No se trata solo de más calor y menos lluvias. Esto puede traer fuertes impactos en los ecosistemas, la economía y los medios de subsistencia de cientos de miles de personas en todo el país, transformando el país en un campo de pruebas para la resiliencia.
La delicada gama de temperaturas que favorece la floración del café, el grano de oro de Costa Rica, se verá alterada, poniendo en peligro las cosechas y a familias enteras que dependen de la actividad. Las precipitaciones se volverán erráticas, impredecibles, como ya lo hemos visto en los últimos años, provocando inundaciones devastadoras y sequías prolongadas, amenazando los medios de vida de la población, la agricultura y la seguridad hídrica. Arrecifes de coral, el vibrante tapiz de la vida submarina, seguirán blanqueándonse y desmoronándose, aniquilando la vida marina, fuente de alimento humano y afectando directamente a comunidades costeras ya de por sí vulnerables.
Pero en medio de esta tormenta, surge la esperanza de la reciente Cumbre Mundial sobre el Clima, la COP28. Sus resultados marcan un antes y un después. El compromiso histórico de eliminar progresivamente los combustibles fósiles, una antigua reivindicación, allana el camino hacia un futuro más sostenible. Además, el establecimiento del Fondo para Pérdidas y Daños, que ya cuenta con $700 millones de dólares comprometidos, proporcionará un apoyo vital a naciones vulnerables como Costa Rica, que se enfrentan a las consecuencias irreversibles del cambio climático.
Crear resiliencia y navegar sin hundir el barco por las turbulentas aguas del cambio climático es el desafío. ¿Cómo hacerlo? Los informes, investigaciones y experiencias nos ofrecen la siguiente guías:
1. Intensificar los esfuerzos de Adaptación y Mitigación
Esta nueva realidad climática implica un gran desafío para el país, que debe asegurar que las nuevas previsiones puedan ser incorporadas y atendidas cuanto antes. Es imprescindible articular la agenda de adaptación y mitigación al cambio climático con la agenda de desarrollo y la de gestión del riesgo. Fortalecer los esfuerzos interinstitucionales, maximizar la eficacia y eficiencia en el uso de los recursos y de los resultados que se buscan en materia de resiliencia y prevención de los daños y pérdidas que ocasionará el cambio climático.
El Plan Nacional de Adaptación es una hoja de ruta, que identifica vulnerabilidades y determina estrategias para aumentar la resiliencia en todos los sectores, desde las infraestructuras y el desarrollo urbano hasta la gestión del agua y la agricultura. Costa Rica, pionera en este ámbito, cuenta con uno de los primeros planes, lo que demuestra su compromiso con una adaptación proactiva.
Otra herramienta fundamental son los NAMA, Acciones de Mitigación Nacionalmente Apropiadas. El sector agropecuario del país ha avanzado en la consolidación de NAMAs en café y ganadería, que actualmente se están escalando a otros cultivos como caña, musáceas y arroz. Otros subsectores agropecuarios, y los sectores pesquero y rural también están avanzando en la definición de medidas de adaptación al cambio climático.
Costa Rica es también el primer país a nivel global, en avanzar en la medición de carbono orgánico en suelos dedicados a la ganadería y al café, en el marco de un programa de recarbonización de suelos de uso agropecuario que lidera el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG) en coordinación con el Ministerio de Ambiente y Energía (MINAE) y el Fondo Nacional de Financiamiento Forestal (FONAFIFO), y que ha contado con el apoyo técnico de la FAO y PNUD. En el marco del programa REDD+ se avanza también en la estimación del carbono en los suelos forestales de Costa Rica, otro importante sumidero de carbono.
2. Integrar el clima en todas las decisiones políticas, económicas, programáticas y estructurales
Incluir los riesgos climáticos en todos los sectores, desde la política y la toma de decisiones hasta la planificación de infraestructuras y la asignación de recursos, garantizando que nuestras infraestructuras resistan fenómenos meteorológicos extremos, que nuestros sistemas de gestión del agua hagan frente a los patrones erráticos de precipitaciones y que nuestras prácticas agrícolas se adapten a las temperaturas cambiantes.
En este campo la tarea es fortalecer los sistemas hidrometeorológicos como mecanismos clave para obtención de data, prevención de desastres y toma de decisiones. Resulta imprescindible mejorar los sistemas de alerta temprana y los servicios climáticos para agricultura, salud, energía y gestión de los recursos hídricos. La cuenca del río Sixaola, un proyecto binacional, se encuentra justamente trabajando para mejorar la gestión integral del recurso hídrico. Otro gran reto, es que los datos generados por las autoridades climáticas sean compartidos y además, que sean presentados de una manera clara y accesible que permita, por ejemplo, a los productores agropecuarios, interpretarlos y poder tomar decisiones con esos datos.
3. Escalar la transición a energías renovables
La transición a un futuro con bajas emisiones de carbono, invirtiendo en fuentes de energía renovables como la solar, la eólica y la geotérmica, además de la hidroeléctricas, es imprescindible. Desde 2015 al 2022, el país generó más del 98% de su electricidad a partir de energías renovables, un faro de inspiración para otras naciones, sin embargo en 2023 bajó a un 92% y podría caer aún más con las previsiones de sequía para este año. La inversión continua en infraestructuras de energías renovables y la electrificación de todos los sectores serán cruciales para que Costa Rica alcance las emisiones netas cero.
Tal y como lo ha señalado el Estado de La Nación 2023, es insostenible que el 75% de la matriz de consumo energético en Costa Rica está basada en hidrocarburos, asociado principalmente al sector transporte. Si bien ha aumentado en más de 40% la compra de vehículos eléctricos, lo cual es una luz de esperanza, el país registra un lento avance hacia la transición de la flota vehicular a tecnologías de cero emisiones, principalmente en el transporte público. Para el período 2011-2021 se contabilizan poco menos de 28 mil unidades con tecnologías distintas a la combustión, y menos de 220 son de transporte público, mientras que en ese período las importaciones de petróleo y sus derivados han crecido en un 41%. En este contexto reconocemos los esfuerzos del Gobierno de Costa Rica y el Instituto Costarricense de Electricidad por la estructuración de un modelo sostenible para la electrificación y modernización de la flota de autobuses del país; y nuestras agencias continúan trabajando para buscar mecanismos financieros innovadores que faciliten esa transición hacia una economía verde.
4. Educar para enfrentar el Cambio Climático
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) insta a los Estados a "promover la educación, la formación y la sensibilización sobre el Cambio Climático en todos los niveles de la sociedad". Ya en 2016 el informe de UNESCO Educación para el desarrollo sostenible: un marco de acción global, insta los países a asegurar una educación integral, inclusiva, participativa y práctica, que permita a niños, niñas, adolescentes, jóvenes y personas adultas desarrollar las habilidades y el conocimiento necesarios para tomar medidas para combatir el Cambio Climático. El desarrollo de las capacidades de reflexión, análisis y pensamiento crítico es vital para este fin, mostrando además de la perspectiva científica, los impactos sociales, económicos y políticos del Cambio Climático.
5. Empoderar a las comunidades y dar prioridad a la equidad
Los esfuerzos de conservación y adaptación basados en la naturaleza y en ecosistemas a nivel local, deben priorizar las necesidades de los grupos vulnerables, desde las comunidades costeras que se enfrentan al aumento del nivel del mar, hasta las comunidades indígenas que son guardianas del ambiente y luchan por la reivindicación de sus derechos, acceso a la tierra y por mantener sus tradiciones vivas. Resalta trascendental la labor de protección de los pueblos indígenas de más de 12 mil hectáreas de bosque en el país, apoyado a través de los Pagos por Servicios Ambientales de parte de FONAFIFO y la importancia de seguir en la construcción participativa de los Planes Ambientales Forestales Territoriales.
6. Colaborar e Innovar
Afrontar la crisis climática en solitario es imposible. Se requiere de la colaboración, financiamiento y acción nacional, regional e internacional, para asegurar que los conocimientos, recursos y soluciones innovadoras tengan los mayores efectos. Se requiere la alianza solidaria entre sector público y sector privado, la coordinación efectiva entre las muchas organizaciones que trabajan el tema.
Bajo el liderazgo de las superintendencias del sector financiero y el Ministerio de Ambiente y Energía, el país se encuentra desarrollando su taxonomía de finanzas sostenibles, un sistema de clasificación destinado a ayudar a los inversionistas y a las empresas a alinear sus decisiones de inversión con actividades económicas sostenibles. Este importante instrumento permitirá actuar como un plan para reverdecer la economía, proporcionando orientación a los mercados financieros para que identifiquen de manera objetiva las inversiones que están alineadas con objetivos medioambientales basados en ciencia, evitando así el greenwashing.
Si bien Costa Rica ha sido exitosa en la movilización de recursos externos para enfrentar la crisis climática, por ejemplo los $54 millones de dólares del Fondo Verde del Clima que el PNUD ayudó a movilizar, el país debe seguir atrayendo aliados y apostando por nuevos mecanismos de financiamiento y así lo ha entendido bien. Reconocemos como positivo el anuncio reciente de Costa Rica para la creación del Mecanismo de Preparación de Proyectos de Asociación Público-Privada (PPP) para aprovechar los recursos de los sectores público y privado con el fin de desarrollar proyectos de infraestructura sostenibles y eficientes. Son pasos necesarios en la dirección correcta, en un largo camino que todavía el país tiene por delante.
El país también debe reafirmar su voluntad inquebrantable por la descarbonización. Para Costa Rica esto se traduce en aprovechar los mecanismos de apoyo internacional como los acuerdos de la COP28 y el fondo de Pérdidas y Daños, fomentar las asociaciones con sociedad civil y ONGs, instituciones académicas y de investigación y líderes tecnológicos, así como compartir activamente sus propias experiencias y conocimientos con otras naciones en primera línea del Cambio Climático.
La historia de Costa Rica por la sostenibilidad y la acción climática no pertenece solamente al país; ofrece un microcosmos de aprendizajes y lecciones aprendidas en la lucha mundial contra el Cambio Climático.
El compromiso de Costa Rica con la acción climática puede transformar la tormenta que nos amenaza en un acelerador de resiliencia, adaptación y mitigación nacional. Sigamos inspirando a otras naciones en el camino hacia un futuro sostenible, asumiéndolo como un deber con las presentes y futuras generaciones.
Artículo elaborado con contribución de agencias de ONU: FAO, OMM, PNUD, PNUMA y UNESCO.