¿Cuánto más debemos ver arder para reaccionar?
Cuando un bosque arde, no solo se pierden árboles, se pierde vida, equilibrio y esperanza.
Los incendios forestales se han convertido en un fenómeno recurrente en todo el mundo. Recientemente, hemos sido testigos de incendios devastadores en Brasil, Japón, Rusia y, por supuesto, los recientes incendios en California, Estados Unidos. Pero, ¿por qué estos eventos se están intensificando? El cambio climático, aunque muchos lo nieguen, es uno de los factores clave que está detrás de esta creciente amenaza.
Las acciones humanas, como el consumo desmedido, la tala indiscriminada de árboles, el uso excesivo de combustibles fósiles y la alta generación de residuos, son las principales responsables de este problema. De hecho, el cambio en el uso del suelo y la degradación de los recursos naturales son factores que ahora repercuten directamente en nuestra vida cotidiana. La tala de bosques y el crecimiento de asentamientos en áreas de alto riesgo han aumentado considerablemente la vulnerabilidad de las comunidades frente a los incendios.
Al mirar atrás, vemos que nuestras decisiones nos han llevado a esta crisis. Las sequías más severas, los veranos más largos y las olas de calor más intensas son manifestaciones directas de un clima cambiante. Además, el recurso hídrico, antes abundante, ahora es escaso, lo que dificulta aún más el control de incendios forestales. Por otro lado, la urbanización desmedida y la destrucción de ecosistemas naturales contribuyen al ciclo vicioso de incendios y cambio climático.
En cuanto a la construcción, esta ha sido una de las actividades más impactantes para el medio ambiente. Genera grandes cantidades de residuos y provoca contaminación en la atmósfera, el suelo y el agua. Los materiales de construcción, muchas veces poco resistentes al fuego, sumados a la urbanización en áreas propensas a incendios, agravan aún más la situación.
Un claro ejemplo de esto se puede observar en los recientes incendios en California, a principios de 2025. La vegetación extremadamente seca, la falta de agua en los ecosistemas forestales y la presencia de asentamientos en zonas vulnerables contribuyeron a la rápida propagación del fuego. La destrucción de comunidades, junto con las pérdidas humanas y económicas, resalta la necesidad urgente de tomar medidas más eficaces.
Lo que muchos no consideran es que la relación entre el calentamiento global y la devastación forestal por incendios es bidireccional. Estos siniestros aportan al deterioro climático al emitir enormes volúmenes de dióxido de carbono y arrasar con ecosistemas fundamentales para la diversidad biológica, generando un ciclo perjudicial que impacta nuestra calidad de vida.
Ahora, más que nunca, es fundamental replantearnos nuestras acciones y costumbres. Los recientes incendios en diferentes zonas del planeta deben ser un llamado de atención para repensar cómo nos estamos desarrollando y cómo nuestras actividades impactan al entorno. Es hora de tomar medidas para mitigar los efectos del cambio climático y actuar con responsabilidad hacia las generaciones futuras.
Para ello, necesitamos promover una educación ambiental en todos los niveles, sensibilizando a la población sobre los efectos de sus acciones. Además, es urgente apostar por la construcción sostenible, que minimice la extracción de recursos y fomente la economía circular. La utilización de materiales resistentes al fuego, el desarrollo urbano responsable y el uso adecuado de recursos como el agua y la gestión de residuos deben ser prácticas fundamentales en todos los proyectos constructivos.
De forma individual, debemos reflexionar sobre nuestros hábitos diarios. ¿Estamos listos para reducir, reparar, reutilizar y reciclar? El momento de actuar es ahora. No podemos esperar a mañana para hacer el cambio que es urgente. Nuestra forma de consumo debe adaptarse a las exigencias del planeta, promoviendo un entorno más equilibrado y saludable. El futuro ya está aquí, y no podemos permitirnos seguir esperando a que otros actúen por nosotros. Cada chispa que devora un bosque es también un recordatorio de nuestra urgencia por cuidar el planeta.
Docente de Ingeniería Civil, Universidad Fidélitas