Cura nicaragüense exiliado en Costa Rica: “Somos la piedra que más le duele a Ortega”
Entró de manera ilegal a Costa Rica.
Yo siempre orando por el obispo. Tenía una foto de él en el altar, con el escudo del obispo y yo en algunas homilías decía cosas que no agradaban al Gobierno. Cuando me tocó salir a mí fue porque recibí una llamada, de que si decía algo más, iba preso o cualquier cosa me podía pasar. También tuve ponchón de llantas del vehículo, una semana tuve que esconderme y no salir.
(CRHoy.com) Este es parte del relato de un sacerdote nicaragüense que decidió dejar su país y relató su historia a CRHoy.com, hoy vive en nuestras tierras protegido de la dictadura de Daniel Ortega, pero preocupado por lo que vive su pueblo y, en especial, por el riesgo que corren sus hermanos sacerdotes.
Para resguardar su identidad y por su propia petición, lo vamos a llamar padre Juan Pérez.
El viacrucis de la iglesia nicaragüense
La persecución contra los curas en Nicaragua no es un invento. No pueden hacer procesiones y a muchos se les ha encarcelado por oponerse al régimen de Daniel Ortega y defender los derechos humanos. Hoy, 6 de ellos están exiliados en Costa Rica, donde lograron refugiarse por temor.
Oriundo de una familia muy humilde y con grandes dificultades económicas, el sueño del padre Juan de servir a Dios empezó desde muy niño, pero fue hasta la adolescencia que confirmó que se quería dedicar de lleno al catolicismo.
"Me dediqué a trabajar y estudiar y entré al seminario a los 23 años, con todas las dificultades que conlleva, pero siempre me ayudaron muchas personas. Gracias a Dios empecé a ser sacerdote a los 33 años", recordó.
Cuando Pérez estaba terminando la preparación en el seminario, empezaron las protestas en Nicaragua, en 2018 que dejaron como saldo más de 300 muertos y varios presos políticos, por oponerse a las reformas que Ortega pretendía hacer en el sistema de Seguridad Social, entre otras cosas.
"Recuerdo que tenía que cruzarme los tranques (manifestaciones) para poder ir a mi retiro, para la preparación de mi ordenación diaconal. Todo eso fue provocando la situación tan difícil", añadió.
Durante sus años de servicio en el país del Norte, estuvo en varias parroquias, pero le tocó salir de una de ellas por la persecución.
Es una dictadura, son ateos y la Iglesia ha sido una institución que le ha hablado con la verdad, con autoridad, que está a favor de los derechos humanos, por la dignidad de las personas porque se ha violado la dignidad, muertes injustas, presos políticos. Como los curas hemos estado firmes en la verdad, por la justicia y por el amor, por el perdón, los sacerdotes somos la piedra que más le duele a él (Ortega). De hecho está preso monseñor Rolando Álvarez que nunca calló ni nunca doblegó ante el régimen. ¡Por eso quiere destruir a la iglesia! Hay sacerdotes presos, exiliados.
Esos días fueron de mucha incertidumbre y dolor, pues tenía que salir de su país, abandonar a su familia y buscar refugio en Costa Rica, donde entró de manera ilegal en enero anterior.
"Yo tengo mi pasaporte, pero no podía visar (salir de su país legalmente) porque yo era perseguido y al que agarran, va para adentro a la cárcel de El Chipote. Yo entré por Upala, por el lago, anduve en moto, luego pasé por un carro a pie en un potrero, en un río. Yo sentía que iba por México, que uno espera que le salga una pandilla. Fueron dos horas, de 6:00 p.m. a 8.00 p.m., mientras me crucé de Nicaragua a Costa Rica por ese punto fronterizo ilegal", recordó.
Pérez encontró mucho apoyo en Costa Rica, un país libre, en el que puede predicar y en el que está sirviendo en una comunidad, en Cartago.
"Yo avisé a amistades que venía para acá y por la Providencia me llamó uno de los sacerdotes que ya se había venido, me invitaron a misa y ya fui conociendo. 15 días después de que yo llegué, el obispo me recibió y me envió a una parroquia. Aquí estoy, con la bendición de Dios. Me dan muchas palabras de ánimo, de consuelo, pero también uno se encuentra personas que lo rechazan, aunque es lo mínimo", señaló.
Ahora, reconoce que celebra las misas "con mucha paz", aunque lleno de temor y sin poder decir muchas cosas de su país, por temor a que alguien lo grabe.
Tengo que mantener el perfil bajo, porque uno no sabe, puede haber personas (aquí) con afinidad al régimen. Puedo sufrir traición, como Judas (…) He llorado mucho, el hecho de estar fuera de su país da mal de patria. He llorado y sufrido por el hecho de haber salido sin despedirme de mi familia, sin mi gente, amigos y de las personas que más quiero. Dejar mi patria forzadamente no es una cosa tan fácil. No se lo deseo a nadie.
El 30 de mayo que se celebró el Día de la Madre en Nicaragua, él la pasó mal, extrañando a la suya y deseando poder abrazarla de nuevo.
La esperanza está en que un día Nicaragua será libre y podamos volver y yo siento que el día que yo regrese a mi patria, lloraré y bailaré al son de la marimba, celebrando. Yo espero regresar para reconstruir mi patria querida.