Crisis agudizó pobreza en el área urbana y borró histórica brecha con zona rural
Desigualdad también se acrecienta en las zonas más pobladas
(CRHoy.com) La tradicional idea de que la zona rural del país es en términos generales más pobre que el área urbana, quedó atrás. La actual crisis agudizó tanto las condiciones para los habitantes de las zonas más pobladas que prácticamente las igualó con las áreas rurales, borrando la histórica brecha que existía entre ambas.
Entre 2010 y 2016 la diferencia en la pobreza entre la zona rural y la zona urbana se mantuvo siempre alrededor en alrededor de ocho puntos porcentuales, pero a partir de 2017 las cosas comenzaron a cambiar.
En 2018 y 2019 se produjo un crecimiento más notorio de la pobreza en las zonas pobladas que llevó a estrechar la brecha a unos cinco puntos porcentuales, hasta que la actual crisis terminó por agudizar la situación.
Según la última encuesta sobre pobreza del Instituto Nacional de Estadística y Censos, este 2020 ya incluso hay más hogares pobres en las ciudades y centros de población que en las áreas rurales.
Las cifras evidencian las catastróficas consecuencias que tuvieron las medidas sanitarias y los cierres que el país debió aplicar para atender la pandemia. La pérdida de empleos, especialmente en el sector comercio, terminó por generar una significativa reducción en los ingresos de las personas, afectando a muchos trabajadores formales e informales.
La situación es similar en los hogares considerados en extrema pobreza. Este es un segmento de la población que no tiene el dinero suficiente ni siquiera para satisfacer las necesidades más básicas.
En 2017 este indicador fue el segundo más bajo de la década en la zona urbana, pero desde entonces la tendencia ha sido al alza, para cerrar ahora en un 6,9% de los hogares en estas condiciones.
Para ese 2017 la brecha se había logrado reducir un poco, hasta este 2020 en donde ambos puntos están casi al mismo nivel.
La reducción en las brechas sería algo positivo para el país si las tendencias en la gráfica fueran decrecientes.
El problema es que tanto en la pobreza como en la pobreza extrema, la diferencia prácticamente se extinguió no porque la gente de la zona urbana haya logrado salir de esa condición, sino porque más bien hubo más gente de la zona rural cuyas condiciones empeoraron.
Esta es una situación que también se comprueba con el llamado Índice de Gini. Este es un indicador que mide el nivel de desigualdad en la distribución de los ingresos por persona.
Este indicador se mide de 0 a 1 y entre más alto significa que hay mayor desigualdad; es decir, que los ingresos se están concentrando mucho más en solo un segmento de la población (los más adinerados).
El Índice de Gini medido por zona revela que desde 2018 la desigualdad en la zona urbana se ha venido disparando desde un 0,503 a un 0,516 este año.
En la zona rural, este índice también presentó un ligero aumento respecto al año pasado, pero muy bajo para ser considerado de importancia. Más bien, muestra una tendencia de sube y baja desde 2017, entre 0,489 y 0,491.
En gran medida, esta desigualdad se nutre de la fuerte caída que tuvo la población en sus niveles de ingreso, afectando en especial a las personas asalariadas y trabajadores autónomos. En otras palabras, quienes viven del día a día y son empleados, resultaron más afectados que aquellos con mayores recursos que pudieron tener algún capital o ahorro que les ayudó a pasar el peor momento de la crisis.
En la zona urbana, los hogares tienen un ingreso promedio de ₡987.435, mientras que en zona rural el ingreso es de ₡640.997.
La diferencia radica en cuánto cayó ese ingreso. En la zona urbana la caída fue del 13,7%, mientras en la rural del 5,7%, lo que denota un mayor impacto en los ingresos de los hogares en las áreas más pobladas producto de la emergencia sanitaria.