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Sabor y cultura del Caribe viven en la feria del agricultor de Limón

Las ferias no solo sirven para el comercio... son también urnas donde se exhibe nuestra democracia

Por Patricia León-Coto | 25 de Jun. 2017 | 8:39 am
El administrador de la Feria de Limón, Domingo Rodríguez, conversa con Alejandra Guerrero, vendedora de plátanos provenientes de Beverly, distrito de Matama.

El administrador de la feria de Limón, Domingo Rodríguez, conversa con Alejandra Guerrero, vendedora de plátanos de Beverly, Matama.

Es muy probable que usted haya estado al menos una vez en alguna de las "ferias del agricultor" que en un total de  75 funcionan en una gran mayoría de los cantones del país. Aún más, es probable que usted sea uno de esos asiduos visitantes de las ferias, ya sea porque las considera convenientes para "aperarse" de los productos que allí se ofrecen o, como suele suceder, que sea de esas personas que disfrutan de un lugar de encuentro, tanto con los productores-vendedores como con quienes van allí por intereses similares a los suyos.

Por mucho tiempo las ferias fueron también una urna en la que se exhibía nuestra democracia formal, pues allí se encontraban, espontáneamente, electores y elegidos, gobernados y gobernantes.

El caso más conocido fue el del entonces presidente de la Corte Suprema de Justicia, Édgar Cervantes Villalta (+) y sus visitas sabatinas a la feria de Hatillo.

Las ferias nacieron durante la administración de Rodrigo Carazo (1978-1982), pero desde tiempos de la colonia fueron los cimientos de los mercados que hoy conocemos.

No obstante su nacimiento en los tempranos ochentas, no fue sino hasta el 2006 y 2008 (administración Arias Sánchez) que fueron promulgados la Ley 5833 y su respectivo Reglamento para normar todo lo referente a esa figura comercial.

Dicha normativa establece la creación del Programa Nacional de Ferias del Agricultor como un programa de mercadeo de carácter social, de uso exclusivo para los pequeños y medianos productores nacionales en forma individual u organizada con el objeto de poner en relación directa a consumidores y productores, de manera tal que los primeros obtengan mejor precio y calidad, y los segundos incrementen su rentabilidad, al vender de modo directo al consumidor.

La riqueza del Caribe

La cautivante riqueza cultural caribeña también tiene su manifestación en lo que los agricultores limonenses llevan a la feria.

Cocos, varias especies de bananos, plátanos, fruta de pan, fruta de mono, castaña, chile panameño, pepinillo chino, jengibre, cúrcuma, cuculmeca, pejibayes, jobos, yumplón, tomillo, yuca, ayote, mamón chino, malanga, tiquizque, ñampí, okra, calalú, hakí, caiguas, gandul y muchos más productos, muchos de ellos extraños para los habitantes del resto del país, conforman esa rica oferta de la feria de Limón.

Conversamos con Domingo Rodríguez Soria, quien ha fungido como administrador en los últimos dos años.

"En esta Feria tenemos 200 puestos entre los que son de productos agrícolas, de sus derivados, pequeña industria agrícola y artesanía. El pago de los usuarios es en promedio de 7.500 colones semanales".

"Los horarios son viernes y sábados, de 7 am a 4 pm, y como puede verse la oferta es muy variada, tanto con productos del cantón y de la zona caribeña, como los que son traídos desde otras zonas agrícolas. Tenemos productos del cantón central y también de los otros cantones de la provincia e incluso de otras partes como Turrialba, Paraíso y Cartago".

_ Las ferias producen gran cantidad de desechos, ¿cómo atienden esto?

"Por un tiempo hubo una empresa que se los llevaba para producir abono, pero lastimosamente dejó de hacerlo. A quien quiera utilizarlos se los damos, lo que pasa es que la gente los quiere ya clasificados y eso implica un costo para el que no tenemos presupuesto, así que se convierten en basura corriente. Dichosamente la Municipalidad nos ayuda y los recoge los domingos temprano.

_ ¿Existe un proyecto a corto plazo aprovechar debidamente esos desechos?

"No, no lo hay".

Historia y actualidad

Doña Ada y don Eduardo son parte de la historia de esta feria del agricultor.

Doña Ada y don Eduardo son parte de la historia de esta feria del agricultor.

Ada Araya y su esposo Eduardo Solano nos ayudan con la historia de la feria limonense.

Ella, maestra pensionada, él, agricultor y ganadero. Viven en Las Brisas de Liverpool, cantón central de Limón. Sus ventas son muy variadas, desde leche cuajada hasta tomillo y chile panameño.

_ Doña Ada, ¿qué recuerda de la historia de esta feria?

"Me acuerdo que al principio nos hicieron un campito allá en la esquina del mercado, frente a lo que era el bar "El Oasis" y hoy es la Casa de la Cultura. Después nos pasaron a Barrio Roosevelt, luego allá por la iglesia San Marcos, después nos pasaron a un lugar que conocíamos como "los chinitos" y finalmente nos pasaron para acá, donde funcionó un tiempo la estación del ferrocarril, antes en aquellos barriales o polvazales, bajo toldos y manteados, ya ahora en estas lindas instalaciones. Ha sido una lucha, pero vale la pena".

_ Y don Eduardo apunta.

"Sí, esto vale la pena. Aquí hay gente que sobrevive gracias a la feria. Hay gente que si no fuera por este espacio no tendrían donde vender sus productos. Y por otro lado, compartir con los compradores es una maravilla. Esto es como una gran familia".

_ Y ustedes como limonenses, ¿qué piensan de que traigan a la feria productos de Cartago y otras zonas?

"Diay, está bien porque nosotros de dónde vamos a agarrar el frío para producir esas cosas".

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