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Edder Monguío: “Leñador” en la cancha, profesional en la vida

El capitán de Santos es rudo en los campos de juego

Por Harold Leandro | 14 de May. 2017 | 12:01 am

Edder Monguío, defensor y capitán de Santos de Guápiles. Foto de Jonathan Bonilla.

(Guápiles, Pococí) – Si usted lo ve en la cancha, observará a un tipo rudo, de esos que en el lenguaje futbolero se dice que "meten pata"; es decir, que no acepta que pasen el balón y el rival a la vez. En fin, es el típico "leñador".

Pero Edder Monguío, de 31 años, tiene una faceta que muy pocos conocen: Fuera del fútbol es un intelectual que está a punto de obtener el título de licenciado en Administración de Empresas en la Universidad de San José y pretende seguir en las aulas, ya sea en Terapia Física o Derecho, pues -según dice- sus compañeros afirman que nunca pierde una discusión.

Además, junto a su esposa Jeimy González, tiene una agencia de viajes. "La idea fue de ella, yo solo contribuyo en asuntos de administración, de mercadeo, a conectar con clientes, pues estoy enfocado en el fútbol y mis estudios", afirmó el espigado defensor central y capitán de Santos de Guápiles.

Hijo del exzaguero Freddy Monguío, quien se distinguió por su fuerza en equipos como Herediano, Limón, San Carlos y Guanacasteca, Edder explica esa dualidad en su vida.

"Heredé de mi padre el pundonor y la rudeza con lealtad. Admiré a jugadores que iban fuerte por el balón pero sin mala intención, como Mauricio Chunche Montero, Benjamín Mincho Mayorga o Mauricio Solís".

"También está la otra parte que influyó en mi formación como fueron mi madre y mi abuela, quienes siempre me inculcaron que en esforzarme y estudiar está la clave de la vida".

De hablar pausado pero fluido y coherente, ahondó en esa dicotomía en la que se desenvuelve.

"Sé que en la cancha soy un monstruo, un rudo, como mi papá, y es necesario por la posición que juego, pero afuera soy estudioso, un universitario, una persona educada a la que le salen a relucir todos los principios y valores de mi madre y de mi abuela".

Confesó que en sus inicios como jugador profesional era más rudo, "tal vez un poco loco", pero que el estudio y la madurez le ayudaron a encontrar el balance apropiado para ser "corajudo con orden".

Recordó una anécdota al respecto: "Una vez, un aficionado me ofreció disculpas, pues me había juzgado sin conocerme. Pensaba que yo era un analfabeta, un troglodita, algo totalmente diferente a lo que descubrió cuando le hablaron de mí. Eso yo lo agradecí y significó mucho para mí".

Quizás ese hincha se dejó llevar por el estilo de juego de Monguío o por la forma en que celebra cuando anota un gol, pues imita a un gorila exaltado, con golpes de ambas manos en el pecho. Además, en su WhatsApp no tiene una foto suya o de su familia, sino la de un gorila.

"Aunque siempre hay espacio para mejorar y crecer, cuando ya no sienta esas ganas de jugar en la forma que lo hago, entonces será la hora de retirarme", aseveró quien debutó en Primera División con Santacruceña en el 2007, equipo que dejó tras una temporada (cuando el club descendió) para pasar a San Carlos, de donde saltó a Santos en el 2013.

Cuando llegue la hora del adiós, Edder no tendrá mayor apuro económico, pues dispone de una profesión y una empresa, elementos suficientes para asegurarse una vida digna.

De momento, no tiene prisa. Este torneo se vence el contrato con Santos, mas indicó que tiene avanzadas las negociaciones para renovar la relación y que solo una oferta del extranjero lo hará dejar Guápiles.

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