Pienso que desde hace tiempo la asignatura de Educación Religiosa está en crisis y quiero enumerar algunas razones para tal afirmación. Puede que sean más, pero estas son algunas que he identificado.
- Desconocimiento del programa de estudio. A menudo se piensa que la Educación Religiosa es una asignatura equiparable a la catequesis o un medio de proselitismo católico. Nada más lejos de la realidad. Con el desarrollo de sus contenidos se pretende que el estudiantado haga un análisis social desde los valores humanos y cristianos a través del método praxeológico (Observar, Discernir, Actuar) para que desde su realidad proponga cambios cualitativos en la mejora del entorno personal y social.
- El aumento de estudiantes no católicos y de indiferentes religiosos: estos ven en la asignatura una amenaza para sus creencias o increencias, cuando en realidad, podrían ver en la asignatura un espacio (quizás el único) para dialogar, confrontar o compartir los valores que unen y no lo prejuicios que dividen.
- El facilismo académico: son muchos los estudiantes que presentan la carta para desinscribirse de la asignatura y "librarse" de una materia más, lo que implicaría menos trabajo cotidiano, tareas y estudio. Estoy seguro de que si pudieran presentarían una carta para no llevar matemática, inglés, ciencias, español, etc. es decir, con gusto preferirían que les regalaran el título.
- Escasa claridad antropológica: esto lleva a negar la importancia de la integralidad de la educación, pues rechaza o desestima la importancia de la dimensión espiritual del ser humano. Esta actitud, además de menospreciar la asignatura de Educación Religiosa, llega a restar importancia a la música, la educación física y el arte, asignaturas que también permiten cultivar y expresar la rica interioridad de ser humano.
- La indolencia de la Conferencia Episcopal de Costa Rica para hacer valer el Voto 2023-2010 que le faculta a valorar la idoneidad de los docentes de Educación Religiosa en la primera etapa (confesional). Dicho pronunciamiento expresa: "De igual forma, la estructura organizacional y administrativa de ese Ministerio (de Educación Pública), en punto a la enseñanza religiosa, deberá estar completamente desligada de la Iglesia católica, debiendo mantener relaciones de cooperación y colaboración con las jerarquías de los diversos ordenes religiosos reconocidos y aceptados por el Estado, para seleccionar a los docentes más idóneos para impartir enseñanza religiosa enfocada en un credo determinado o específico, según la demanda del estudiantado en el sistema público. Tratándose del personal docente de la primera fase, se podrá tomar en consideración, sin que se configure como un criterio absoluto y determinante, la habilitación o autorización concedida por la respectiva congregación o confesión religiosa". (el resaltado y subrayado no es del texto original).
- Falta de docentes de Educación Religiosa titulados: a lo largo y ancho del país se están nombrando por inopia a docentes que desconocen el ser y quehacer de la asignatura. Algunos tienen la deferencia de acercarse a la asesoría pedagógica específica para pedir capacitación y acompañamiento, pero son los menos; pero no hay certeza de lo que estén haciendo los otros en esas lecciones: ¿yoga?¿meditación trascendental?¿nueva era?¿teoría género sensitiva? Sé de personas que con una rica formación académica en Filosofía y Teología (algunas ya tituladas) a las que el MEP les niega un nombramiento para darlo en su lugar a alguien con menos atestados (o ninguno) pero con más "palancas". Bien podría la Conferencia Episcopal a través de su Universidad, ofrecer programas emergentes (a un costo razonable) para que exreligiosas, exseminaristas, catequistas y docentes de otras asignaturas nombrados por inopia, reciban la formación que les capacite como docentes de Educación Religiosa cualificados y se les reconozca algún grupo profesional para obtener un nombramiento.
- Estudiantes desinscritos de la asignatura presentes en el aula: aunque no son todos, algunos generan desorden con constantes interrupciones por indisciplina; sus padres y madres no les dan material para que trabajen durante esas lecciones; tampoco van por ellos porque es mejor que permanezcan en la guardería gratuita en la que han convertido al centro educativo. En resumen, convierten al docente de Educación Religiosa en el cuidador de un niño, niña o joven que no es su estudiante.
- Docentes de Educación Religiosa poco comprometidos con la signatura: son aquellos que compran, copian o repiten planeamientos de otros años. Poco creativos para el desarrollo de las lecciones, son los que dan lo mínimo en el ejercicio de sus funciones y llegan al aula a improvisar la lección del día.
- Los enemigos implícitos o explícitos de la asignatura: son aquellas personas que ven en la Educación Religiosa el anacronismo de una Costa Rica mayoritariamente católica que ya no existe y buscan su eliminación del currículo en favor de otra con un enfoque ético o de orientación laica.
Particularmente veo en la Educación Religiosa una asignatura importante y necesaria, pues se constituye en uno de los pocos espacios para que el estudiantado dialogue, comparta, confronte ideas y genere competencias que le permitan un análisis crítico de la realidad desde los valores humanos y cristianos. También creo que hay que fortalecerla con nuevos programas (ya en camino) y con el nombramiento de docentes debidamente capacitados y comprometidos con la asignatura.