El cáncer le arrancó partes de su cuerpo pero no la alegría de vivir
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Como un enemigo, el cáncer llegó a la vida de doña Ligia para arrancarle partes de su cuerpo, pero jamás se imaginó que se encontraría con una guerrera que se le enfrentaría con uñas y dientes. Hoy, 17 años después vive más feliz que nunca y agradecida por las oportunidades que Dios le dio.
Ella es enfermera obstetra y sabía de la importancia de los exámenes médicos anuales, por eso desde los 40 años se realizaba la mamografía periódicamente. Sin embargo, a los 47 fue diagnosticada con un "bicho" bastante grande en su mama derecha.
"Yo tenía un antecedente, tenía una prima que había muerto por cáncer de mama. No fue por descuido, nunca me sentí ninguna pelota y siempre le decía a las pacientes lo importante que era hacerse el autoexamen. Yo decía: ‘¡Esto no es conmigo!' Estaba tan confiada en que yo me estaba cuidando mi salud y ese cáncer no estaba empezando, era grandísimo, con dos tumores. Uno de los doctores me dijo que eso no se pudo haber hecho en un año, que eso se le pasó al doctor que me hacía las mamografías", expresó.
Aunque trabajaba en el hospital Max Peralta en Cartago le dijeron que debía esperar 3 meses para operarse y ella sabía que no podía quedarse esperando. El menor de sus tres hijos tenía 12 años y ella quería verlos crecer. Por ello acudió al hospital Calderón Guardia donde la mastectomizaron de inmediato.
"En esa época y en cualquier otra, la palabra cáncer va ligada a muerte y yo quería ver a mis hijos crecer y a una tía que fue como mi madre. Le dije al doctor que hiciera lo que tenía que hacer porque tenía un niño con déficit atencional que me necesitaba. Ya ese niño se me graduó recién como ingeniero en electrónica y yo solo le pedía a Dios que me dejara sacar bachillerato", afirmó.
Ese 2001 fue de muchas pruebas. También le diagnosticaron diabetes tipo 2 y la visión del ojo derecho la estaba perdiendo. Ella creyó que todo se debía a eso. Sin embargo, le detectaron un tumor en el nervio óptico y tiempo después lo perdió por completo.
"Paulatinamente perdí la visión. Se me hizo hacia afuera, me operaron en una cirugía que duró 8 horas y luego, en la cita de control el doctor me dijo que se había vuelto a hacer, fue entonces cuando la Caja Costarricense de Seguro Social me ayudó para poder realizarme un tratamiento en España con radiación y allá recibí la radiación máxima que se le puede poner a un ser humano", recordó.
"Con el cáncer de mama yo creí que iba a seguir trabajando, amaba mi trabajo como enfermera en el hospital de Cartago, pero cuando perdí el ojo me pensionaron, a los 47 años. Perder el seno fue muy difícil porque uno como mujer siente que pierde la feminidad, pero cuando perdí el ojo fue muy duro porque tenía que dejar de hacer lo que tanto me gustaba", dijo con la voz entrecortada.
Luego, los médicos decidieron que había que mastectomizar el otro seno porque había desarrollado una multiplicación de células que podía desencadenar en cáncer.
Reconoce que todos los procesos fueron muy duros, pero que no se sentó a esperar a la muerte en una cama. Ella estaba convencida de que debía luchar y aprovechar cada nuevo día.
"Yo no me eché a morir, sí es difícil pero creo que los grupos de apoyo en la familia y amigos son fundamentales. La fe en Dios me daba las fuerzas para salir adelante y todas esas personas que siempre me ayudaron fue lo que también me impulsó", admitió.
Vida feliz
Esta cartaginesa asegura que a pesar de todas las pruebas que ha vivido es muy feliz y por ello aprovecha los placeres de la vida como viajar al menos una vez al año con su esposo.
"He sido una mujer muy feliz, he tenido el apoyo de mi familia y son muy importantes los grupos de apoyo, amigos de verdad, unos excelentes hermanos, mi esposo y mis hijos han estado conmigo en todo momento. ¡Acá estoy y yo disfruto montones cada momento! Todavía estoy aquí porque Dios así lo quiso y tengo que darle muchas gracias al Señor de cada día que me despierto y de tantas bendiciones que me da", expresó.
Además, brinda charlas y ayuda a otras pacientes con cáncer y hace ejercicio todos los días.
"Yo empecé a documentarme, a leer, a dar charlas e ir a las comunidades y a investigar para ayudar a otras personas. Estamos aumentando los casos de cáncer de mama y por más que vayamos a las comunidades hay muchas mujeres que se dejan mucho (…) Ahora llevo un estilo de vida totalmente saludable, eliminé las grasas, mi esposito es quien me cocina para que yo no lo haga y todos los días salgo a caminar, el ejercicio es salud", aseguró, antes de agradecer los 45 años de vida matrimonial que recién cumplió junto a su marido.