El diseño de las regulaciones debe fomentar la competencia
Promover la competencia en los mercados es la mejor forma de buscar el bienestar de los consumidores, ya que genera incentivos a las empresas para ofrecer mejores condiciones de precio, variedad, calidad y servicio. Sin embargo, el mercado no resuelve absolutamente todos los problemas, por lo que frecuentemente se requiere la intervención del Estado para perseguir fines de interés público (como rectificar fallas del mercado, asegurar la seguridad de los productos, corregir conductas anticompetitivas, garantizar uniformidad en las reglas de juego, etc.).
Desgraciadamente, en nuestro país abundan regulaciones que, si bien muchas veces persiguen fines legítimos, lo hacen de forma excesiva y limitan innecesariamente los mercados. Aquí, debemos recordar que los objetivos de interés público no son “carta blanca” para justificar cualquier regulación. Es decir, no solo se debe perseguir un objetivo legítimo, sino que se debe hacer por medios legítimos también, ya que si no se corre el riesgo de causar problemas más graves que los que se pretenden solucionar.
Organizaciones como la OCDE y el Banco Mundial, así como varias autoridades de competencia han desarrollado una metodología más o menos estándar para evaluar las restricciones a la competencia contenidas en una regulación. Basado en ella, SUTEL adoptó recientemente una “Guía de Análisis de Regulaciones” aplicable para el sector de telecomunicaciones. Estos principios deberían utilizarse no solo en este, sino en todos los mercados.
Lo que se busca es que se analicen las regulaciones (existentes o en proceso de adopción) evaluando sus efectos más probables sobre la competencia y se comparen con los de sus posibles alternativas, para elegir siempre la opción menos restrictiva. Así, identificada la restricción a la competencia se verifica si ésta persigue un fin legítimo; si es adecuada y necesaria para la consecución de ese fin; y si es la opción menos restrictiva posible para alcanzarlo.
A modo de ejemplo, la siguiente es una muestra de algunos principios recomendados al diseñar regulaciones o promover reformas a las ya existentes:
a. Procurar la entrada más fácil posible a los mercados, permitiendo el cumplimiento de requisitos mediante declaración jurada. Cuando esto no sea adecuado (por el tipo de actividad) optar por licencias o permisos “abiertos”, para que todos quienes cumplan los requisitos puedan operar. Únicamente en casos excepcionales debidamente justificados limitar la cantidad de licencias, permisos o concesiones disponibles.
b. Cuando sea indispensable limitar la entrada al mercado o conceder derechos exclusivos a algún operador, promover mecanismos de competencia “por el mercado”, diseñando los requisitos y procedimientos de entrada de forma atractiva para que la mayor cantidad posible de agentes económicos compitan por ese derecho exclusivo.
c. Cuando las licencias, permisos o concesiones sean limitados (a veces es necesario hacerlo de esa forma) su plazo debe ser lo más breve posible, buscando el plazo mínimo necesario para que el adjudicado tenga oportunidad razonable de recuperar su inversión. Esto permitirá repetir frecuentemente el proceso de competencia en su adjudicación.
d. Buscar siempre regulaciones simples y fáciles de cumplir. Esto no solo facilita la inversión, sino que también promueve la competencia al facilitar la entrada a los mercados y evita generar beneficios indebidos a los competidores ya existentes.
e. Cuando se requiera asegurar una calidad o seguridad mínimas, establecer el estándar que debe cumplir el producto o servicio sin especificar la forma en que dicho resultado debe alcanzarse.
f. Evitar las regulaciones que limitan la forma en que los agentes económicos pueden competir en los mercados, tales como las regulaciones de precios, restricciones a la oferta, limitaciones a la forma de hacer publicidad, restricciones de horarios, etc. Los objetivos de interés público que normalmente persiguen las regulaciones por lo general se pueden alcanzar por otros medios.
g. Las restricciones a la competencia, aun cuando se justifiquen, deben regir por el menor tiempo posible para poder revisar frecuentemente si se mantienen las razones que justificaron su adopción.
La tarea pendiente en este tema es enorme, pero bien vale la pena hacerla para promover mercados más eficientes y competitivos en beneficio de todos los consumidores y de una mayor productividad.