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El Mesías de Händel en esta Navidad

Por Fernando Llorca Castro | 23 de Dic. 2021 | 4:21 am

El magnífico oratorio que todos conocemos y muchos disfrutan en Navidad, es probablemente una de las obras musical más interpretadas y, por lo tanto, escuchadas de la historia. Su autor, como todos los genios populares, supo adaptar parte de su obra a las exigencias del público, sin perder su identidad en el camino. Descubrir lo que el mundo quiere o mejor aún, necesita, es un arte que no siempre acompaña a los artistas.

Georg Friederich Händel, natural de Brandeburgo, se había trasladado al Londres Georgiano del siglo XVIII, en 1713. Como muchos emigrantes voluntarios, salió con su corazón lleno de sueños y esperanzas. Fue un inmigrante privilegiado en Inglaterra. Con 28 años de edad, ya había conocido el éxito con su Lascia ch´io pianga, exquisita oda a “La Libertad”, que ya había adaptado a Rinaldo, su ópera más reconocida antes de haberse trasladado a la Isla. Händel, llegó con el corazón, la cabeza y las manos llenas.

Se nacionalizó Inglés y sus restos, descansan desde 1759 en un inolvidable mausoleo en la Abadía de Westminster, dónde muchos otros inmigrantes fueron también adoptados como británicos con su último adiós. Pero, su estancia no siempre fue exitosa y placentera. Pasó por un período de impopularidad y desprestigio alimentado por una despiadada crítica y se vio obligado a hacer algo para reinventarse.

Lo consiguió, de la forma más curiosa para la época. Luego de haber escrito 46 óperas, las abandonó y se dedicó a escribir oratorios, cantados en inglés, por primera vez en la historia. De todos ellos, el Mesías es el más conocido. En 1741, con un texto bíblico recopilado por Charles Jennens, Händel compuso la música más accesible jamás escrita en 3 partes y en honor a la llegada, vida, muerte y resurrección de Jesucristo.

En la primera parte, recuerda la respuesta a la súplica del pueblo de Jerusalén, no con una simple promesa, responde con La Profecía. Nacerá un niño “…y será llamado Consejero Maravilloso, Dios Todopoderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz”.

Es delicioso como proyecta la imagen de un niñito Jesús en brazos de la Virgen María, pero eso sí, en toda su Gloria, rodeado por los que genuinamente le adoran; José, humildes pastores y otros reyes, los reyes que saben, conocen y reconocen al Rey de reyes.

Y, “qué bellos que son los pies de aquellos que predican el evangelio de La Paz” nos dice Händel en la segunda parte. El autor, se refiere a los pies de los que siguen a Jesús e imitan sus pasos. No se refiere a prédicas de púlpito o pedestal, sino a pies bien puestos sobre la tierra, viviendo ejemplarmente el mensaje del Mesías día a día.

Primero, los pasos de un niñito Jesús con piecitos de bebé inocente. Y al mismo tiempo, los pasos de un hombre que caminarán predicando el Amor de Dios, sin que nadie lo detenga. Los pasos que dejaron huella en nuestro mundo como nadie lo había hecho antes. Los pasos del Lavapiés, que anduvo sobre las aguas. Los pasos de pies que fueron perforados por el clavo que puso el hombre. Los pasos de pies que caminaron triunfantes sobre la muerte. Los pasos del que aún camina a nuestro lado y nos cargan con frecuencia, cuando la oscuridad se cierne sobre nosotros.

Con la pasión y muerte de Jesús, llega un espléndido “¡Aleluya, Aleluya!”, que celebra la Resurrección del Mesías y por lo tanto de su mensaje. “Él, reinará por siempre y para siempre”, dice la obra mientras nos traslada a la tercera parte del oratorio, que; lejos de ser el final, es tan solo el principio. La vida eterna comienza con aceptar al Mesías e interiorizar su ejemplo.

El autor, sabía que semejante mensaje, con todo su poder; no podía ser presentado exclusivamente en palacios de la realeza de la época. La obra era para el gran público. Al final de su partitura original, Händel escribió SGD o “Solo la Gloria a Dios”. Desde el principio, el oratorio fue bien acogido, primero en Dublín en 1742 y luego con el tiempo en Londres, especialmente en Covent Garden en 1749. Lo recaudado se destinaba a obras de caridad.

Pero, la verdadera fama del oratorio del Mesías de Händel, se dio luego de 1750 con sus presentaciones anuales en un hospicio de huérfanos llamado The Foundling Hospital de Londres. Había sido fundado en 1739 por el capitán de barco y filántropo Thomas Coram, para recibir, atender y educar a infantes abandonados o huérfanos y que aumentaron considerablemente en esa época y en esa ciudad.

Poco a poco, la tradición del concierto anual del Mesías de Händel en Pascua de Resurrección, se fue ajustando a las celebraciones navideñas de todos los años, de orfanatos y centros de caridad para recaudar fondos. En las grandes capitales, ser visto; al menos una vez al año en uno de esos eventos derrochando generosidad por los más necesitados, se puso de moda. La costumbre se mantiene hasta la fecha. La caridad ocasional, todavía es recompensada.

A pesar de la claridad y vigencia del mensaje del Mesías, hay pueblos y naciones enteras que siguen esperando el suyo. De alguna forma, la sociedad contemporánea, sigue esperando a que llegue un mesías y nos rescate de los problemas que enfrentamos. Muchos, creen que ese mesías llegará como religioso, empresario, general o gobernante, a pesar de que el Mesías que Händel glorifica, ya había expulsado a los mercaderes del Templo o confrontado a los fariseos respondiéndoles: “…pues, dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

La Navidad es para muchos, la época más noble del año. Una ocasión de íntima reflexión. Compartir con los seres queridos, es una oportunidad diferente y especial cada diciembre. En esta Navidad, busquemos el mensaje del único y verdadero Mesías que vive en nuestros corazones y actuemos correctamente en lo personal y con el prójimo. No debemos esperar a que vengan falsos mesías o profetas a, supuestamente; resolvernos la existencia. Contribuir con el bienestar colectivo es un noble objetivo. No abandonemos en otros, las decisiones que nos afectan. Involucrarnos en mejorar nuestras propias vidas y las de los demás, es esencial. El Amor de Dios no deja lugar a dudas.

¡Feliz Navidad, Próspero Año Nuevo! y disfruten del Mesías de Händel en esta Navidad, ¡Aleluya, Aleluya!

Dr. Fernando Llorca Castro
Embajador de Costa Rica ante los EEUU, ExMinistro de Salud (2015-17) y ExPresidente Ejecutivo de la CCSS (2017-18).

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