El lanzamiento de la "Operación Soberanía", con toda su fanfarria y promesas desmedidas, no pasó de ser un sainete cuyo carácter burlesco pasó inadvertido para buena parte del auditorio. Hubo quienes, de buena fe, no encontraron razones para soltar la carcajada cuando el Presidente de la República declaró proscrito el narcotráfico por el puerto de Moín al punto de asegurar que no pasaría un gramo de droga por sus instalaciones.
El milagro se operaría por obra de dos innovaciones: la sustitución del personal privado por miembros de la Fuerza Pública y la instalación de escáneres para revisar la carga. Sendas revelaciones de los últimos días dan la razón a quienes reímos.
Dos de los principales miembros del reparto desistieron de revestir el sainete de drama. Luis Amador, exministro de Obras Públicas y Transportes, derrumbó uno de los dos pilares de la "operación" al revelar sus discusiones con el mandatario por el retiro del personal experimentado.
El Ministro no creía en la conveniencia del cambio de personal y el Presidente insistía en hacerlo. Según Amador, el estira y encoge se prolongó hasta causar un disgusto al mandatario y arriesgar la certificación del puerto por la guardia costera de los Estados Unidos.
Muchas toneladas de cocaína pasaron por Moín antes de que el ministro de Seguridad, Mario Zamora, dejara de sostener la comedia gubernamental. Por fin admitió la razón de quienes identificaron, desde el primer momento, la bufonada. Los escáneres son apenas un elemento de la seguridad en los puntos de embarque. Son importantes, pero no la garantía anunciada en el momento del golpe propagandístico orquestado por la administración.
Ante la avalancha de evidencia irrefutable, Zamora ya admite la insuficiencia de los aparatos y, en consecuencia, la razón de sus críticos. En declaraciones ofrecidas al periódico La Nación, reconoce que los aparatos no son "una solución definitiva" ni producen, por sí solos, "un alto nivel de seguridad".
Eso lo demuestran los embarques de cocaína decomisados en Europa, pero el reconocimiento del Ministro es reconfortante, porque hasta ahora insistía en las virtudes de la "solución". Solo resta saber si en algún momento admitirá la importancia del "perfilamiento" de los contenedores y sus propietarios para orientar los esfuerzos de inspección.
En ese caso, quizá reconozca, también, el error de retirar a la Policía de Control de Drogas de puertos, aeropuertos y fronteras, donde su adiestramiento es indispensable para complementar el importante papel de los escáneres.