En menos de ocho meses iremos a votar por presidente y diputados. No lucen bien las perspectivas. Si por la noche se saca el día, los guarismos del 2022 auguran, a menos que los ciudadanos reaccionemos y saquemos a votar a todos nuestros conocidos, que la participación electoral disminuirá. La pérdida en el entusiasmo electoral, medida por un creciente abstencionismo desde 1994, ha sido documentada por analistas políticos en múltiples ocasiones. Sin embargo, muchos seguimos indiferentes.
No me considero un “analista político” sino un “fiebre” de los guarismos electorales, preocupado por el rumbo de nuestra democracia. El abstencionismo, medido como porcentaje de votantes inscritos que no votaron en una elección, despierta poca consternación de esta sociedad, que se ufana de su civismo. Quizá al comprender la descendiente participación en números absolutos dejemos de dar por sentada nuestra democracia.
Como dice el título del primer gráfico, en el 2022 votamos 60,000 ticos menos que en el 2018, pese a que el padrón electoral creció en 220,000 personas; a mí me preocupa.
El eje X (horizontal) muestra la cantidad de electores inscritos, el Y (vertical) la participación electoral en la 1era ronda del 2022 y el área del círculo los votos válidos emitidos, el número en miles.
Del gráfico, también se desprende que, en febrero del 2022, en 19 cantones del país menos del 50% de los votantes inscritos asistió a las urnas. Con excepción de Cañas, estos cantones con bajísima participación electoral son todos fronterizos o costeros. Algo serio nos están gritando sus habitantes con su silencio lejos de las urnas. Desde hace tiempo, se ha gobernado desde la Meseta Central pensando en los del GAM, si acaso con algunas ínfimas acciones simbólicas para las regiones periféricas en salud, educación y seguridad.
Pese a lo anterior, amerita resaltar los cantones con ejemplar participación electoral: ¡Zarcero, repite otra vez como el campeón, pero Belén y Flores también merecen aplausos por su civismo democrático!
En este segundo gráfico se muestra dónde se manifiesta más el desencanto electoral -en términos absolutos y relativos- y en cuáles cantones, por el contrario, los electores acudieron a las urnas en el 2022 en mayor número que en el 2018.
Desafortunadamente, en sólo 22 de los 82 cantones, más personas acudieron a las urnas en febrero del 2022 que cuatro años antes. Los guarismos negativos adyacentes al nombre de algunos cantones, indican magnitud de merma en aquellos con una disminución (en rojo) de 1,000 votantes o más. De mantenerse esa tendencia a la baja, un esfuerzo ciudadano por entusiasmar a otros para que vayan a votar vale la pena. Pero la urgencia es nacional. No podemos descuidar a los cantones con variación positiva de votos válidos (en azul).
Insto a todos los ciudadanos, sin distinción de color político, para que el primer domingo de febrero próximo, desde muy temprano, hagamos todo a nuestro alcance para recobrar el entusiasmo y la participación en la que siempre fue una fiesta electoral. Vamos todos a votar y llevemos, cada uno, a unos cinco amigos más. ¡Eso hará la diferencia!
En menos de 8 meses iremos a votar por presidente y diputados. No lucen bien las perspectivas. Si por la noche se saca el día, los guarismos del 2022 auguran, a menos que los ciudadanos reaccionemos y saquemos a votar a todos nuestros conocidos, que la participación electoral disminuirá. La pérdida en el entusiasmo electoral, medida por un creciente abstencionismo desde 1994, ha sido documentada por analistas políticos en múltiples ocasiones. Sin embargo, muchos seguimos indiferentes.
No me considero un “analista político” sino un “fiebre” de los guarismos electorales, preocupado por el rumbo de nuestra democracia. El abstencionismo, medido como porcentaje de votantes inscritos que no votaron en una elección, despierta poca consternación de esta sociedad, que se ufana de su civismo. Quizá al comprender la descendiente participación en números absolutos dejemos de dar por sentada nuestra democracia.
Como dice el título del primer gráfico, en el 2022 votamos 60,000 ticos menos que en el 2018, pese a que el padrón electoral creció en 220,000 personas; a mí me preocupa.
El eje X (horizontal) muestra la cantidad de electores inscritos, el Y (vertical) la participación electoral en la 1era ronda del 2022 y el área del círculo los votos válidos emitidos, el número en miles.
Del gráfico, también se desprende que, en febrero del 2022, en 19 cantones del país menos del 50% de los votantes inscritos asistió a las urnas. Con excepción de Cañas, estos cantones con bajísima participación electoral son todos fronterizos o costeros. Algo serio nos están gritando sus habitantes con su silencio lejos de las urnas. Desde hace tiempo, se ha gobernado desde la Meseta Central pensando en los del GAM, si acaso con algunas ínfimas acciones simbólicas para las regiones periféricas en salud, educación y seguridad.
Pese a lo anterior, amerita resaltar los cantones con ejemplar participación electoral: ¡Zarcero, repite otra vez como el campeón, pero Belén y Flores también merecen aplausos por su civismo democrático!
En este segundo gráfico se muestra dónde se manifiesta más el desencanto electoral -en términos absolutos y relativos- y en cuáles cantones, por el contrario, los electores acudieron a las urnas en el 2022 en mayor número que en el 2018.
Desafortunadamente, en sólo 22 de los 82 cantones, más personas acudieron a las urnas en febrero del 2022 que cuatro años antes. Los guarismos negativos adyacentes al nombre de algunos cantones, indican magnitud de merma en aquellos con una disminución (en rojo) de 1,000 votantes o más. De mantenerse esa tendencia a la baja, un esfuerzo ciudadano por entusiasmar a otros para que vayan a votar vale la pena. Pero la urgencia es nacional. No podemos descuidar a los cantones con variación positiva de votos válidos (en azul).
Insto a todos los ciudadanos, sin distinción de color político, para que el primer domingo de febrero próximo, desde muy temprano, hagamos todo a nuestro alcance para recobrar el entusiasmo y la participación en la que siempre fue una fiesta electoral. Vamos todos a votar y llevemos, cada uno, a unos cinco amigos más. ¡Eso hará la diferencia!