La fuga de cerebros de Costa Rica: De la creación de código al alquiler de mentes
¿Puede la industria de TI de Costa Rica pasar de simplemente alquilar mentes a fomentar la innovación y el emprendimiento? Un nuevo (viejo) camino para la industria de TI de Costa Rica.
La industria de TI de Costa Rica, celebrada por su capacidad de adaptación, se enfrenta ahora a un momento crucial. Una vez campeona del desarrollo de software, Costa Rica ahora lidia con una crisis de identidad. Lo que comenzó con el fomento de creadores de software nacionales – a través de la cámara de TI inicialmente llamada CAPROSOFT (Cámara de Productores de Software) en la década de 1990 y que luego evolucionó a CAMTIC en la década de 2000 – ha transformado a Costa Rica en un paisaje dominado por empresas de subcontratación de servicios y de aumento de personal (staff augmentation). Esta transición, aunque marcada por el progreso, incita una introspección crucial sobre la trayectoria futura de la innovación y la sostenibilidad económica de la industria de TI.
A finales de la década de 2000 se produjo un cambio significativo en el ecosistema de TI con la llegada de la inversión extranjera directa (IED) en forma de subcontratación de procesos de negocio (BPO) y operaciones de back-office. Esta afluencia, en busca del talento calificado que Costa Rica había cultivado, condujo a una pronunciada escasez de talento. Los productores nacionales de software se encontraron en una feroz competencia, no sólo con empresas extranjeras sino cada vez más con empresas locales cuyo modelo de negocio se basaba en el alquiler de profesionales costarricenses de TI al mejor postor. Los profesionales de TI vieron aumentar sus salarios rápidamente, ya que tenían la oportunidad de moverse entre empresas nacionales e internacionales.
Si bien mi artículo anterior y la discusión posterior pusieron de relieve los desafíos y limitaciones provocados por un énfasis excesivo en la inversión extranjera directa (IED) sin políticas industriales domésticas correspondientes, se hace evidente que el giro del sector de TI hacia la subcontratación de servicios presenta un desafío paralelo. Ambos escenarios subrayan una oportunidad perdida: aprovechar el rico pool de talento de TI de Costa Rica no sólo para satisfacer demandas externas, sino para catalizar la innovación interna y la creación de propiedad intelectual. Esta yuxtaposición revela una narrativa más amplia de Costa Rica en una encrucijada, enfrentada a la elección de continuar por un camino de ganancias a corto plazo o de dirigirse hacia un futuro en el que la innovación y el emprendimiento se conviertan en las piedras angulares de nuestra industria de TI.
La transición, de un vibrante centro de desarrollo de software a un paisaje dominado por el outsourcing y "staff augmentation", refleja una necesidad más amplia de reorientación estratégica. Del mismo modo que necesitamos políticas para asegurar que la IED se traduzca en beneficios económicos sostenibles, también necesitamos un enfoque equilibrado que no sólo acoja la inversión extranjera sino que también fomenta activamente un ecosistema propicio para la innovación. Esto implica implementar políticas que estimulen el crecimiento de las empresas emergentes, apoyen a las pymes en el desarrollo de tecnología propia y, lo que es importante, reformar los sistemas educativos para fomentar el espíritu empresarial desde la base. Al hacerlo, aprovechamos todo el potencial de nuestros profesionales de TI, transformándolos de talento subcontratado en creadores de la próxima generación de "unicornios" tecnológicos que pueden elevar la posición global de Costa Rica en el sector de TI y generar nuevas fuentes de prosperidad para los costarricenses.
Esta transición se ha visto exacerbada por la normalización del trabajo remoto por parte de la pandemia y la explosión de ingenieros informáticos freelance que trabajan a distancia para empresas ubicadas fuera de Costa Rica. En esencia, hemos experimentado un tipo de "fuga de cerebros" sin tener que salir de las fronteras geográficas del país. Ahora hay una creciente conciencia de la erosión de la transferencia de conocimientos y las capacidades de innovación a largo plazo dentro de nuestra fuerza laboral.
Un aspecto que merece ser destacado es el éxito de las fusiones y adquisiciones en los últimos años, principalmente con empresas costarricenses de outsourcing vendidas a empresas internacionales. Sorprendentemente, muchas de las empresas costarricenses involucradas en estas transacciones tienen décadas de historia, en contraste con los perfiles de sus compradores, que suelen ser empresas más nuevas respaldadas por capital de riesgo. Este fenómeno no sólo subraya el valor y la competitividad de nuestro talento y servicios en el escenario global, sino que también plantea preguntas sobre la dirección a largo plazo de nuestra industria de TI y la necesidad urgente de fomentar y retener la propiedad intelectual dentro de nuestras fronteras.
Mi trayectoria como propietario/operador de una empresa refleja esta transformación de toda la industria. En 1996, la primera empresa que co-fundé en Costa Rica lanzó MetaBase.net, una plataforma de software que fue celebrada por su innovación. La plataforma recibió $250,000 en financiamiento en 1998 y creció para atender a clientes en toda Centroamérica y parte de México. Sin embargo, tras el colapso de las puntocom a principios de la década de 2000, la empresa pasó de la creación de productos a los servicios, un camino que, dos décadas después, se ha convertido en la norma más que en la excepción. Aunque los socios hemos hablado de la creación de productos en muchas ocasiones, las necesidades diarias de efectivo para operar exigen que vendamos nuestro tiempo como un servicio para transformar las ideas de otras personas en productos de software. Es un compromiso financiero que nos resulta cada vez más difícil de romper.
Si bien inicialmente se trató de una respuesta empresarial razonable a la demanda del mercado, esta transición tiene un costo. El veterano empresario de software Carlos Araya (fundador de ArtinSoft y Singularities, ambas construidas sobre propiedad intelectual) advierte contra esta tendencia. Priorizar los servicios y la mano de obra a corto plazo sobre la creación de propiedad intelectual a largo plazo corre el riesgo de "matar a la gallina de los huevos de oro". La estrategia de Costa Rica debe evolucionar desde el modelo obsoleto de la década de 1990, centrándose en cambio en fomentar la previsión estratégica y aprovechar los nichos de mercado innovadores.
"Las enseñanzas de Capablanca en el ajedrez nos recuerdan que un final de juego claro es esencial para la estrategia del medio juego. Sin un final claro, las startups corren el riesgo de tambalearse en la ‘niebla de la guerra' y perder la oportunidad de desarrollar la fuerza necesaria". – Carlos Araya
Araya subraya la necesidad de cambiar el enfoque de los servicios y la mano de obra de bajo costo hacia el fomento de la previsión estratégica y la innovación. El camino a seguir exige un cambio de enfoque claro. Debemos ir más allá del modelo de "servicios y mano de obra de bajo costo" y adoptar una estrategia de "océano azul", dirigida a nichos de mercado innovadores. Araya aboga por una estrategia similar al énfasis de la leyenda del ajedrez Capablanca en un final claro que guíe los movimientos del medio juego. Esto se alinea con el enfoque de "David contra Goliat", aprovechando las habilidades existentes para crear un espacio único en el panorama tecnológico global.
Nos encontramos en una encrucijada, con la oportunidad de pasar de ser intermediarios laborales a creadores de conocimiento. La colaboración público-privada que estimule las soluciones informáticas locales, la inversión en el desarrollo de talentos que incluya habilidades empresariales, la alineación de la política de desarrollo industrial con los objetivos de las empresas emergentes y el fomento de un ecosistema para la innovación y la inversión, son pasos esenciales para alcanzar este objetivo.
Costa Rica tiene todos los ingredientes para dar a luz a los "unicornios". Al priorizar la creación sobre la subcontratación, podemos cultivar un entorno donde la innovación y el desarrollo de productos florezcan. Este cambio es crucial no sólo para la sostenibilidad de la industria de TI, sino también para nuestro crecimiento económico nacional.
Necesitamos aprovechar este momento para redefinir la industria de TI de Costa Rica. Al canalizar el espíritu pionero de los productores de software de la década de 1990 hacia la innovación y la creación de productos, podemos asegurar que Costa Rica no sólo participe en la carrera tecnológica global, sino que la lidere, marcando un nuevo capítulo definido por el emprendimiento, el ingenio y un futuro más brillante.
El camino para dar a luz al primer unicornio de Costa Rica radica en valorar la creación por encima de la subcontratación. Es hora de invertir en nuestro talento, no como una mercancía que se alquila, sino como la piedra angular de una industria tecnológica vibrante e innovadora que crea, posee y exporta la innovación costarricense al mundo. No nos limitemos a participar en la carrera tecnológica global; aspiremos a liderarla fomentando un ecosistema donde la creatividad, la innovación y el espíritu empresarial prosperen.