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La historia de “Uba”, el hombre que logra unir a la comunidad de Playa Garza

Es uno de los jugadores que nos representa con la selección nacional down de fútbol sala de Costa Rica

Por Álvaro Sánchez | 23 de Ago. 2025 | 8:01 am

Playa Garza, Nicoya. – En playa Garza todos lo conocen y lo saludan con afecto. "Uba" es un hombre de 40 años que ha transformado las adversidades de la vida en un testimonio de resiliencia.

Uno de los recuerdos más significativos en la vida de Ubaldo Ruiz Rodríguez es el día de su graduación de Colegio Técnico Profesional de Nicoya. Aquel día posó orgulloso junto a su padre Leoncio y su madre Janet, quien fue su gran inspiración y apoyo incondicional. La foto familiar conserva la esencia de aquella etapa: un logro académico, pero también una celebración del esfuerzo compartido en familia.

La mirada firme de su padre, el abrazo lleno de ternura de su madre y la presencia de Ubaldo en el centro resumen una historia de dedicación y amor. Años después, tras la partida de su madre en 2014, esa imagen cobra un valor aún mayor: representa la semilla de confianza que ella sembró en su hijo y que hoy florece en cada una de sus metas.

Uba nos cambió la vida , nos enseñó lo que es el verdadero amor y lo que significa ser familia. Pamela Rojas, prima de Uba.

El 24 de febrero del 2014, Ubaldo perdió a su madre, la mujer que lo guió con amor incondicional. Aquellos meses estuvieron cargados de tristeza, pero nunca estuvo solo: sus tías y primos se convirtieron en consejeros, protectores y compañía inseparable. Con ellos aprendió que el dolor se sobrelleva mejor cuando se comparte y que la familia es la primera red de apoyo.

Hoy, Ubaldo es sinónimo de alegría y fortaleza. Es común verlo en la playa con una sonrisa amplia, sosteniendo orgulloso un pez recién atrapado, o disfrutando del mar que siempre lo acompaña. También lo reconocen como vaquero, con sombrero y botas, arreando ganado, o riendo junto a sus sobrinos y primos.

Uba es alegría, es vida, es inocencia, es de un corazón purísimo y a nosotros en la familia nos ha enseñado tanto, a ser fuertes, a ver el lado bonito en todo y salir adelante sin importar lo difícil que se ponga la vida algunas veces. Emilio Cascante, primo de Uba.

En cada viaje y en cada torneo de fútbol o visita al gimnasio, Ubaldo no está solo. Cristina Rojas, su prima, y el esposo Juan Gabriel Alfaro se han convertido en sus compañeros de vida, en su soporte diario. Ellos lo acompañaron al campeonato de fútbol en Guatemala, alentándolo desde las graderías.

Más allá de los estadios, lo han llevado a conocer otros países, dándole la oportunidad de explorar el mundo con seguridad y alegría. La sonrisa de Cristina y la compañía firme de Gabriel son para Uba un refugio permanente.

 

El triunfo en Guatemala

El deporte ha sido otro motor en su vida. Además del surf y el fútbol en su comunidad, recientemente se vistió con la camiseta de la Selección Down de Fútbol Sala de Costa Rica y viajó a Guatemala para competir en un torneo internacional.

Allí, en la cancha, Uba vivió uno de sus momentos más felices: con la medalla en la mano y la bandera en el corazón, celebró el fruto de su disciplina y del apoyo de la Asociación Deportiva Team Down Costa Rica, que le abrió las puertas para representar al país.

"Ese día fue pura felicidad", dice su familia. Y lo fue no solo por el triunfo deportivo, sino porque Ubaldo demostró que los sueños se cumplen cuando hay apoyo, compromiso y amor.

Ya Uba había asistido a las Olimpiadas Especiales, en Puerto Rico 2010, donde ganó medalla de plata en atletismo, en los 200 metros.

 

Uba no solo ha inspirado a su comunidad, también ha logrado algo aún más grande: unir a su familia. Lo ven como un ejemplo de cariño, sus primos como un motivo para no rendirse y sus tías como la continuidad del amor de su madre Janet.

Ahora se prepara para celebrar su cumpleaños 40, el próximo 23 de octubre. Con la claridad y alegría que lo caracterizan, ya tiene todo planeado: quiere que la música esté a cargo del cantante Gregory Cabrera, que en las mesas no falte la costilla y la sopa azteca, y que como postre se sirva arroz con leche aunque su dieta estricta que no le permite comer dulce, pero sin dejar de compartir con sus invitados.

En playa Garza, Ubaldo no es solo un vecino querido: es el ejemplo de que, incluso tras el dolor más grande, se puede seguir adelante con amor, unión y esperanza. Su vida es una lección sencilla pero poderosa: la felicidad está en compartir.

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