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Los jóvenes son el presente

Por Claudio Alpízar | 19 de Dic. 2016 | 4:32 am

Algunos pseudopolíticos intentan tomarle el pelo a los jóvenes al decirles que aún no es su momento, que deben esperar, pues por su juventud son el "futuro" de la nación, nunca el presente. Así les ningunean en sus aspiraciones políticas por "falta" de madurez, limitándoles a ser comparsa en sus campañas electorales, donde si serán indispensables. En el fondo lo que buscan es evitar la competencia y los cuestionamientos.

Ciertamente gobernar es una tarea ardua y difícil. En los jóvenes se acentúan las dificultades cuando participan sin conciencia de los problemas nacionales. Otros que sí los conocen huyen de la política. Lo que limita la propuesta de agenda que deberían estar planteando como sector a los supuestos "líderes", quienes ignoran sus urgencias.

Pero más cierto aun es que la actual generación de jóvenes de nuestro país, entre 18 y 35 años, es la más preparada de la historia y representa un grandioso "botín" electoral (40%), que hace vidriar los ojos y hasta babear a más de un candidato que intenta sumar su apoyo.

Los políticos testarudos no oyen a los jóvenes por dos razones que les provocan inseguridad: los saben informados e irreverentes, lo cual asumen como irrespeto.

Empero, en el fondo es miedo a responderles por la carencia de propuestas afines a sus intereses, o por negarse a darles la razón sobre un mundo que aquellos ven como una realidad y los "viejos" políticos piensan que es una coyuntura pasajera.

Los jóvenes deben comprender y empoderarse de que son el presente y no el futuro, que el futuro ciertamente les espera, pero partiendo de la toma del presente como el elemento determinante del horizonte que irremediablemente deberán enfrentar. Mal hacen los jóvenes estudiosos y preparados en aceptar que les etiqueten como el "futuro", que es una forma de relegarles y evitarles la toma de espacios de vanguardia para influir sobre los temas realmente importantes.

La compresión de las urgencias de la juventud no necesariamente pasa por el tema de un candidato contemporáneo a estas generaciones, puesto que hemos visto en otras latitudes como agendas bien definidas por el candidato y su equipo han sido de impacto para el apoyo de los jóvenes.

Ejemplo lo fue Bernie Sanders en las pasadas elecciones de los Estados Unidos de América, un "viejo" que impactó y sumó a la juventud como ningún otro candidato.

Pero lo hizo más por su virilidad para defender la agenda y las propuestas que escuchó de una generación cansada de las viejas recetas, acciones y actitudes de los políticos acartonados y cajoneros.

Ahora bien, los jóvenes también comenten el error de cambiar de candidato como de calzoncillos, lo que genera dudas en su compromiso real con las propuestas, al priorizar un oportunismo y fanatismo sin sustento.

Un ejemplo lo vimos hace algunas semanas con un grupo de jóvenes del PLN que paso de manifestarse a favor de una candidatura en Rohrmoser, para en días cambiar a otra en Alajuela y finalmente tomar otra en Cuesta de Moras.

¡Tres candidatos en un mes! Ello quita solidez a su agenda, si es que realmente existe.

Los jóvenes deben tener un compromiso con el presente y determinación para asumir los retos del futuro, pero jamás permitir ser utilizados como comparsa. Lo que no solo es una autoflagelación para la juventud, sino que promueve ofensas graves al honor y la dignidad de la persona que lo hace, de lo cual es difícil recuperarse en política.

Los jóvenes son el presente, el futuro tan solo les espera, pues este se forja mucho antes de que llegue. El éxito de un buen gobernante está en saber mezclar madurez con juventud, no en relegar a esta última ofreciéndole el futuro cada cuatro años. Buena razón tuvo el novelista francés Víctor Hugo (1802-1885) al afirmar que "en los ojos del joven, arde la llama; en los del viejo, brilla la luz".

Claudio Alpízar Otoya
Politólogo

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