Miguel Ángel Rodríguez: “No soy el mismo”
Urge reformas para evitar que a una persona se le tenga permanentemente acusada
Su mirada ahora es menos severa. Esto fue de lo primero que saltó a la vista desde que personalmente abrió los portones de su casa, en San Rafael de Escazú, para recibirnos.
Sonriente, informal, sin el rigor propio de la etiqueta; sin rigideces y acompañado por Tango, un perro labrador al que adora, Miguel Ángel Rodríguez confiesa que no es el mismo de hace unos años.
"La verdad que no. Uno siempre cambia, gracias a Dios (…) Nosotros tenemos que escribir nuestra propia historia y al hacerlo, todos los días cambiamos", reflexiona con gran serenidad el expresidente desde su oficina, cubierta de libros y retratos con celebridades del mundo.
Este momento solo es interrumpido por Sebastián Rodríguez, su nieto, quien sube hasta la oficina, donde se grabó esta entrevista el lunes 22 de agosto, para despedirse de su abuelo porque regresaba a Estados Unidos donde estudia, en la Universidad de California.
Con un abrazo y un beso, y hasta algo conmovido, don Miguel le dice: "¡Te cuidás! ¡Te quiero, mi amor!"…
El exmandatario, quien gobernó entre 1998 y 2002, retoma el hilo de la conversación y cuenta que antes promovía la producción, el trabajo y el conocimiento. Todavía lo hace, pero agrega el amor como un elemento fundamental.
Sin rencores
Habían pasado tres días desde que Rodríguez -primer centroamericano en ocupar la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos (OEA)- le ganó un pulso a la Fiscalía y fue absuelto de forma definitiva por la Sala III de la Corte Suprema de Justicia.
El Ministerio Público lo mantuvo acusado por 12 años por los supuestos delitos de enriquecimiento ilícito y corrupción agravada en el caso conocido como ICE-Alcatel.
Esa década y dos años los vivió entre prisión, juicios, apelaciones y duros cuestionamientos. Pero para el exgobernante, lo más doloroso fue comprobar que "hay tanta gente con tanto odio, con tanto rencor en sus corazones, que lo que quiere es el mal del otro, en lugar de contentarse con el bien ajeno y tener confianza en los demás".
Hoy, con 76 años recorridos, afirma que no tiene odio ni rencores hacia nadie, ni siquiera hacia José Antonio Lobo, quien fue uno de sus colaboradores de mayor confianza y quien finalmente fungió como testigo de la corona del Ministerio Público en las acusaciones contra el exmandatario.
"La gran mayoría de la gente que yo sentía cercana, siguió siendo cercana. Hubo casos extremos como el del señor Lobo que aprovechó una circunstancia para tratar de librarse de un problema, él y su familia. Hubo otros que se aprovecharon de la circunstancia para tratar de crecer sobre mi cadáver, otros que salieron huyendo porque no querían contaminarse del problema que yo estaba viviendo, pero fueron pocos", asegura.
Reformas legales
Muchas lecciones aprendió. Pero una de las más importantes, en su opinión, es la necesidad de reformar el Código Procesal Penal para que quede bien claro que cuando hay dos sentencias absolutorias, no cabe ningún recurso más.
Esta iniciativa la impulsa en la Asamblea Legislativa el diputado del Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) Gerardo Vargas Rojas.
Se trata de un sello de seguridad para evitar que otros costarricenses pasen por lo mismo que él vivió.
No es para reírse, pero él si lo hace cuando le viene a la mente la intención de la Fiscalía de volverlo a acusar, a pesar de las dos absolutorias.
El expresidente también propone fijar plazos a la Fiscalía para que formule una acusación.
En su caso, pasaron cuatro años desde que fue arrestado y hasta que el Ministerio Público formalizó la causa.
"Nosotros nos sentimos muy gallitos en derechos humanos, pero en Nicaragua hay plazo y aquí no".
En su ya conocida forma esquemática de explicarse, agrega una tercera propuesta: "El Ministerio Público tiene cumplir con la obligación de objetividad, que establece el Código Procesal Penal. En mi caso ha faltado toda la objetividad. Lo digo porque han mentido".
Y es por eso que sostiene que el Fiscal General tiene que rendir cuentas ante los magistrados y no ser "un moro sin señor".
No se atreve a afirmar que uno, o varios o quizás muchos intentaron debilitar al PUSC con su caso y con el del expresidente Rafael Ángel Calderón. Sin embargo, reconoce: "Viendo los hechos no puedo dejar de señalarlo, ese resultado se produce".
Se le repregunta con qué interés, guarda silencio y responde con tres palabras. "Ah, de poder".
¿Cómo ve al país?
Alejado completamente de la política, pero siempre informado y actualizado, Rodríguez sostiene que el principal problema que enfrenta Costa Rica es la falta de sincronización entre sus instituciones formales y su realidad política.
Es decir, el país tiene un régimen presidencialista establecido por la Constitución Política que funcionó para un sistema bipartidista, pero que se ha quedado corto para uno multipartidista, como el actual.
"Esto se resolverá de dos maneras: o hacemos el cambio en el sistema formal y vamos a un semiparlamentarismo, o dejamos que pase el tiempo y el no funcionamiento de este multipartidismo con una Constitución presidencialista, va hacer que se acabe el multipartidismo en la práctica y vuelva a surgir un bipartidismo".
Otra preocupación que cita Rodríguez es que el país pueda sucumbir frente a los populismos de izquierda o derecha por la disconformidad de la gente.
"La gente se inclina por esos populismos y quiere buscar un líder que le resuelva sus problemas y se entregan en ellos, con una gran equivocación".
El exmandatario no duda en reconocer que Costa Rica no ha podido aprobar una reforma fiscal justa porque la gente defiende sus intereses.
En su criterio, el país no ha querido aceptar las soluciones propuestas para disminuir el déficit fiscal y la última administración de Óscar Arias disparó el gasto público.
Controlar el gasto, eliminar las fuentes de crecimiento del mismo, aprobar nuevos impuestos y aplicar reglas fiscales son las soluciones para el desequilibrio en las finanzas públicas, resume.
Sin equipo
El presidente Luis Guillermo Solís llegó con gran apoyo electoral, pero sin equipo de gobierno, opina el exgobernante.
Optó entonces por conformar un equipo fundamentalmente de teóricos sin experiencia administrativa en el sector público ni en el privado, la mayor parte de ellos.
Tampoco se apoyó en grupos fuera de su partido para integrar una coalición que le diera un apoyo legislativo mayoritario para impulsar su agenda de trabajo.
"Esto le ha dificultado la tarea".
Con orgullo, Rodríguez cuenta que escribe columnas semanales en varios medios de comunicación, da clases en la Universidad de Costa Rica, recibe estudiantes y participa activamente con el grupo de expresidentes que integran la Iniciativa Democrática de España y las Américas (IDEA), entre otros.
No rechazaría ayudar al país otra vez desde la función pública, pero no considera lógico aspirar a una reelección.
El exgobernante, como ha sido costumbre en él, estudia temas de actualidad nacional e internacional, le apasiona hablar de economía, pero hoy también ama reflexionar de temas de la vida.
Hoy se siente liberado de la angustia y zozobra que vivió en los últimos 12 años.