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Mundo insólito – La “luna de miel”

Por Edgar Espinoza | 19 de Ago. 2018 | 6:32 am

"Porque es dulce como la miel, porque sabe rico, porque la pareja se la pasa monstruo…" pensarán quienes disfrutan de esas horas, y hasta semanas, de máximo placer y reclusión para amarse y desatarse.

Pero, a decir verdad, más allá de esa explosión de sensaciones que significa para la pareja contrayente el largo viaje de bodas con sus arrumacos, "te quieros" y promesas de felicidad eterna, hay miel de por medio.

Los romanos, para variar, tuvieron mucho que ver en este tema de las artes amatorias pues es bien sabido que la madre de la recién casada, a hurtadillas para que nadie la descubriera, solía dejar cada noche, durante 28 días, un recipiente con miel en la puerta del cuarto de los esposos.

¿Por qué lo hacían? Quizá por una razón supersticiosa pues como esos 28 días por lo general encajaban dentro del ciclo lunar (se casaban en Luna Llena), a la larga era un signo de buena suerte al par de "tortolitos" para apurar su descendencia.

O tal vez por una simple pero importante razón energética tomando en cuenta que la miel, gracias a sus calorías, les recupera y renueva fuerzas para seguir en la alcoba hasta morir de amor. (Más que con miel, la pareja se recupera ahora con camarones).

Otras culturas que habitaban la costa del Báltico no se les quedaban nada atrás a los romanos, pues los novios, después de la celebración nupcial generalmente en Luna Llena, se prendían de las botellas a beber hidromiel, una suerte de aguardiente hecho con miel y que, además de tonificante, era considerado un estupendo afrodisiaco para no desmayar ante lo que vendría.

Y bueno, no podían faltar tampoco los griegos quienes tomaban del mismo licor pero con otro nombre, melikraton, que los reseteaba a mil por hora para continuar la tarea de perpetuar la especie o simplemente tocar el cielo desde el lecho nupcial.

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