Cuando la economía colapsa: las claves de las protestas de comerciantes que sacuden Irán
Si tiene solo unos segundos, lea estas líneas:
- Irán enfrenta una nueva ola de protestas iniciada por comerciantes, tras el desplome del rial, una inflación superior al 50% y un fuerte deterioro del poder adquisitivo.
- Al cierre de mercados se sumaron protestas de estudiantes, reflejando un malestar que va más allá del costo de vida y cuestiona la gestión económica del gobierno.
- Presionado por sanciones, devaluación y conflictos regionales, el gobierno combina gestos de diálogo con medidas represivas, mientras crece el riesgo de una crisis económica más profunda.
Las calles de Teherán y de otras ciudades importantes de Irán vuelven a llenarse de descontento. Lo que inició como un cierre de persianas en los mercados de tecnología derivó en un desafío directo a la gestión económica del gobierno.
En un país marcado por ciclos recurrentes de agitación social, esta nueva ola de protestas pone el foco en el deterioro del poder adquisitivo y en la supervivencia de los comerciantes. La economía opera bajo la presión de las sanciones internacionales y de una devaluación acelerada.
¿Qué detonó las protestas actuales?
El detonante inmediato fue el desplome del rial, la moneda nacional. En un año, el tipo de cambio pasó de 820.000 riales por dólar a superar los 1,4 millones en el mercado informal. La pérdida de valor generó una inflación descontrolada que paraliza el comercio.
Muchos vendedores evitan abrir o vender. No logran fijar precios ni calcular el costo de reposición de la mercancía al día siguiente.
Según cifras oficiales, la inflación alcanzó el 52% interanual en diciembre. En productos básicos, como los alimentos, el aumento llegó al 72%.
El malestar creció tras el anuncio del presupuesto estatal, que contempla alzas salariales muy por debajo de la inflación y un incremento proyectado del 62% en los impuestos.
¿Quiénes participan en las movilizaciones?
Las protestas comenzaron el domingo en los principales mercados de teléfonos móviles de Teherán. El movimiento ganó peso simbólico cuando se extendió al Gran Bazar, un centro económico y político clave en la historia del país.
Los comerciantes cerraron sus tiendas como señal de protesta. Denunciaron que la actividad económica resulta inviable bajo las condiciones actuales.
Con el paso de los días, el descontento superó al sector comercial. Estudiantes universitarios en Teherán e Isfahán se sumaron a las marchas. También se registraron manifestaciones en ciudades como Shiraz y Mashhad.
Aunque el reclamo central gira en torno al costo de vida, algunos manifestantes corearon consignas contra la élite clerical gobernante. El mensaje refleja un malestar más profundo con el sistema político.
¿Cómo respondió el gobierno de Irán?
El presidente Masud Pezeshkian adoptó un tono más conciliador que en crisis anteriores. Calificó las demandas de los comerciantes como legítimas y ordenó al Ministerio del Interior abrir canales de diálogo con representantes del movimiento.
Como medida para contener la volatilidad, el gobierno sustituyó al gobernador del Banco Central. En su lugar nombró a Abdolnasser Hemmati, quien ya ocupó ese cargo en el pasado.
Esta apertura política convive con acciones represivas. Las fuerzas de seguridad dispersaron concentraciones con gases lacrimógenos en avenidas principales de Teherán. Las autoridades también decretaron el cierre de escuelas y edificios públicos por razones climáticas y de ahorro energético. Analistas interpretan la decisión como un intento indirecto de frenar las protestas.
¿Por qué la economía de Irán llegó a este punto crítico?
La crisis responde a una combinación de factores estructurales.
Las sanciones internacionales pesan desde hace décadas sobre la economía iraní. La situación se agravó en setiembre, tras la reimposición de sanciones de la ONU vinculadas al programa nuclear, que habían sido levantadas una década atrás.
El contexto regional también influye. La incertidumbre posterior a los 12 días de enfrentamientos con Israel en junio presionó a la moneda. El Estado recurrió a los bancos nacionales para cubrir los costos del conflicto, lo que debilitó aún más al sistema financiero.
A esto se suma la gestión interna. Analistas y sectores críticos señalan corrupción, falta de reformas y políticas que mantienen la economía cerrada. Estas condiciones limitan cualquier recuperación tras los choques externos.
¿Qué implicaciones tienen estas protestas?
Se trata de las movilizaciones más importantes desde las protestas de "Mujer, Vida, Libertad" de 2022 y 2023. A diferencia de aquellas, centradas en derechos civiles, las actuales golpean el núcleo económico del sistema.
El margen de maniobra del gobierno es reducido sin un alivio de las sanciones internacionales. El riesgo es que el descontento económico derive en una inestabilidad política prolongada.
Expertos advierten sobre un posible escenario de hiperinflación, similar al de países como Venezuela o Argentina, si no se aplican medidas de fondo para recuperar el poder adquisitivo de los 92 millones de habitantes.
Mientras tanto, la desconfianza crece. Muchos ciudadanos sienten que la dirigencia no comprende cómo la escalada del dólar consume sus ahorros y condiciona su vida diaria.
