Las claves del acuerdo UE-Mercosur que mantiene dividida a Europa
- La UE volvió a aplazar la firma del acuerdo con el Mercosur hasta enero por falta de consenso interno, pese a considerarlo clave para su competitividad global.
- Francia, Italia y otros países frenan el pacto por la presión del sector agrícola, que teme una competencia desigual y un impacto negativo de las importaciones sudamericanas.
- Brasil aumentó la presión política con un ultimátum, mientras miles de millones en beneficios comerciales y la mayor zona de libre comercio del mundo siguen en suspenso.
El acuerdo entre la Unión Europea (UE) y el Mercado Común del Sur (Mercosur), negociado durante 25 años, volvió a quedar en suspenso. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció el aplazamiento de la firma hasta enero, ante la falta de consenso entre los Estados miembros.
Bruselas considera el pacto estratégico para su competitividad y su proyección global. Sin embargo, la resistencia de países clave, como Francia e Italia, impulsada por la presión del sector agrícola, mantiene bloqueado el proceso.
Desde Sudamérica, Brasil elevó la presión. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva reiteró su ultimátum y advirtió que, sin avances inmediatos, su país no firmará nuevos acuerdos comerciales durante su mandato.
La Comisión Europea preveía sellar el tratado este sábado, durante la cumbre del Mercosur en Foz do Iguaçu, Brasil. Sin embargo, las protestas de agricultores y la oposición política interna forzaron el aplazamiento y trasladaron la decisión a enero.
¿En qué consiste el acuerdo y quiénes participan?
El acuerdo UE-Mercosur es un pacto comercial orientado a facilitar el intercambio de bienes y servicios entre ambos bloques. Su objetivo central es eliminar la mayoría de los aranceles. De concretarse, daría paso a la mayor zona de libre comercio del mundo.
El Mercosur lo integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay como socios plenos. Del lado europeo participan los 27 Estados miembros de la UE.
El texto abarca más que el comercio de bienes. Incluye capítulos sobre servicios, compras públicas, propiedad intelectual y desarrollo sostenible. El Mercosur representa un mercado potencial de 270 millones de personas. La UE suma cerca de 450 millones. En conjunto, el acuerdo cubriría hasta 750 millones de consumidores.
Una negociación larga y accidentada
La UE es el segundo socio comercial del Mercosur. Aun así, la relación avanzó con lentitud durante años.
Las negociaciones formales comenzaron en el año 2000. El proceso cobró impulso en 2016 y el 28 de junio de 2019, ambas partes cerraron un acuerdo técnico sobre aranceles y barreras al comercio.
La ratificación se frenó primero por la pandemia. Luego surgieron objeciones europeas en materia ambiental. La política del expresidente brasileño Jair Bolsonaro sobre la Amazonía concentró las críticas. Sectores contrarios al pacto en Europa aprovecharon ese contexto.
Las cumbres de 2023 y 2024 no lograron destrabar el consenso. La firma volvió a aplazarse y ahora quedó prevista para enero.
Beneficios económicos en juego
Para la UE, el acuerdo supone un ahorro anual superior a 4.000 millones de euros por la eliminación de aranceles sobre el 91% de sus exportaciones al Mercosur. Bruselas prevé un aumento de las ventas externas de entre 39% y 40%. Ese impulso podría generar hasta 440.000 empleos.
Los sectores más beneficiados serían el automotor, la maquinaria, los vinos, las bebidas alcohólicas, el chocolate, el aceite de oliva y los quesos. Las empresas europeas también obtendrían acceso preferencial a materias primas clave, como litio, silicio, cobre, hierro y cobalto, esenciales para baterías y semiconductores.
Para el Mercosur, el pacto abriría el mercado europeo a productos como carne, azúcar, arroz, miel y soja.
El texto también apunta a reducir riesgos en un contexto global de tensiones comerciales. El objetivo es reforzar la seguridad jurídica y el vínculo estratégico entre ambos bloques.
El núcleo del conflicto: el agro europeo
La mayor oposición surge del sector agrícola europeo, en especial en Francia e Italia. Agricultores y ganaderos temen una avalancha de importaciones sudamericanas, como carne vacuna, aves y azúcar. Alertan sobre un impacto negativo en precios y en su sostenibilidad económica.
El argumento central gira en torno a la competencia desigual. En Europa sostienen que los productores del Mercosur operan bajo normas ambientales y sanitarias menos exigentes.
