Alfareros de Salitral: en sus manos el barro se convierte en pan
Los Marín tienen una de las alfarerías más importantes del país
Hace más de medio siglo el agricultor Vidal Marín compró una finca para sembrar árboles frutales. La vida de su familia cambió cuando descubrieron una veta de arcilla de la buena que, por lo visto, no tiene ni en sueños certificado de defunción.
Vidal se asoció con un salvadoreño de nombre Joaquín, un alfarero curtido que no tuvo inconveniente en compartirle sus conocimientos, extensivos a sus vástagos.
El primero en aprender fue el mayor de los Marín, de nombre Alberto, quien luego les enseñó lo que sabía a sus hermanos Manuel y Carlos. Pero solo este último se dedicó totalmente al oficio, el cual le da sustento desde hace 35 años.

Las paredes de la vieja casa de adobe de los Marín es hoy la sala de exhibición de Cerámica Artística Salitral.
Empezaron en la vieja casa de adobe de sus progenitores, en la misma donde nació Alberto, dedicada hoy a sala de exhibición de verdaderas obras de arte.
Después, levantaron una estructura de acero y zinc, convirtiendo así los sueños de don Vidal y don Joaquín en una de las alfarerías más grandes de Costa Rica.
Carlos diseña, elabora y pinta como si fuese egresado de Bellas Artes. Es un autodidacta que vale lo que pesa en oro. Sus manos convierten una pelota de arcilla en lo que usted quiera: una lámpara, una alcancía, una escultura, una mariposa, una cruz, una fruta, un animal, un rostro humano, una taza, un plato, un hombre y una mujer obedeciendo al Creador de todas las cosas: usted solo pida, Carlos se encarga de hacerlo.
Su esposa Ingrid atiende el negocio. Su marido y dos obreros más acarician el barro, lo remojan “y lo dejan descansar”. Lo manejan con sus manos como si fuese materia prima para hacer pan. Y después este padre de familia orgulloso de su trabajo hace el resto.
Impresionante; así describo lo que hace, luego de conversar con él mientras daba forma a unos preciosos jarrones.
Le pregunto a Ingrid cómo han hecho para sobrevivir a la competencia china que vende jarros similares a 500 colones. Con innovación y calidad, me contesta.
La gente que aprecia el trabajo de estos vecinos de Salitral de Santa Ana, los visita o los llama por teléfono para cotizar pedidos.
La herencia de don Vidal y don Joaquín, ya fallecidos, no puede estar en mejores manos.