Crucitas retrata sus contrastes : “¿Por qué hospedé a los oreros?”
4 mil oreros invadieron la localidad en meses anteriores
(Crucitas, San Carlos). Alfredo Arias tiene 67 años y 37 de vivir en Crucitas de Cutris, San Carlos. Ha sobrevivido -a duras penas- a punta de una pequeña parcela y al escaso queso que produce.
Esa situación compleja, según confiesa, lo llevó a acondicionar un galerón para hospedar a los oreros ilegales y coligalleros que llegaron en los últimos tiempos a la zona para explotar los yacimientos de la finca donde Industrias Infinito quiso levantar un proyecto minero.
"Yo vivo de un kilo de queso que saco todos los días o de chambillas que salen. Cuando los coligalleros llegaron todos los teníamos: pagaban un alquiler por estar aquí. De ese alquiler (5 mil colones diarios) comprábamos el diario y chapeábamos la finca, arreglamos cercas y nos financiábamos", cuenta Arias.
El relato de este hombre grafica muy bien la realidad de la zona ubicada a 6 kilómetros de la frontera con Nicaragua: el Estado no tenía un plan "b" para enfrentar la salida de la canadiense Industrias Infinito tras fracasar con el avance del proyecto en 2010.
La desidia existente a lo largo de todos estos años hizo que oreros y coligalleros, en su mayoría nicaragüenses, invadieran la finca principal (conocida como mina Crucitas) para sacar oro con el uso del mercurio, y traducirlo en grandes cantidades de dinero. Eso sí, han dejado una estela de daños ambientales aún no cuantificados.
Esa llegada de oreros y coligalleros trajo -de manera automática- otras problemáticas: migración ilegal, narcotráfico, actividades sexuales, trasiego de armas, enfrentamientos con autoridades y homicidios.
Esta es una zona que, por sus condiciones, se convierte en tierra de nadie si las autoridades ceden -aunque sea- un centímetro. Según datos del Ministerio de Seguridad Pública (MSP), durante meses anteriores se ubicaron hasta 4 mil coligalleros en un mismo momento.
Los principales yacimientos de oro están en la finca que pertenece a la Distribuidora Vivoyet S.A., sociedad que entregó en usufructo las 803 hectáreas de terreno a Industrias Infinito a principios de la década anterior. Como el proyecto fracasó, la finca volvió a control de la empresa en 2015. Es decir, es una propiedad privada.
La mina: ¿Un daño mayor?
Como una seña de compromiso del nuevo gobierno Michael Soto, ministro de Seguridad, y Carlos Manuel Rodríguez, ministro de Ambiente y Energía, realizaron una inspección preliminar en la zona en su segundo día de labores.
"Si hubiéramos tenido la mina, el daño ambiental habría sido 100 o 200 veces mayor al que vemos ahora. Se requiere de un abordaje integral, que incluya a todas las instituciones del gobierno central que tengan que ver con desarrollo social y rural (…) Hay grupos y organizaciones buscando en una solución a largo plazo", dijo Rodríguez.
Para el jerarca, con oro o sin él, Crucitas es una zona históricamente olvidada. "La minería se convirtió en una opción", añadió.
"Los impactos ambientales que vimos son muchos y evidentes. Con la situación bajo control y conociendo la resilencia de los ecosistemas costarricenses no tengo la menor duda de que los daños ambientales superficiales empezarán a restaurarse y a mitigarse en 2 años", comentó el ministro.
Hay varios escenarios para llegar a acuerdos con los dueños de la propiedad e instalar un proyecto; una de las opciones a largo plazo es crear una finca de investigación para estudiantes universitarios con un beneficio a la comunidad.
"Hay un problema criminal, pero en el fondo hay un problema social más grande (…) Buscaremos un abordaje integral con otras instituciones Estado. Vamos a tener presencia. Si hay grupos (criminales) los buscaremos y trataremos de resguardar la zona. Estaremos aquí el tiempo que sea necesario", manifestó Soto, titular de Seguridad.
El plan para brindar un abordaje a la zona es liderado por el Instituto de Desarrollo Rural (Inder). Sin embargo, en el caso del MSP, existen algunos puntos que se podrían abordar con más profundidad.
Así las cosas, Crucitas seguirá siendo una tierra de "estira y encoge" entre la ilegalidad y la ley. Mientras, sigue a la espera por la respuesta definitiva a la interrogante de su abandono.