Logo

Escándalo mundial por decenas de abusos en congregación religiosa salpica a Costa Rica

La supresión por parte de la Iglesia Católica del Sodalicio de Vida Cristiana fue oficializada la semana pasada.

Por Carlos Castro | 23 de Abr. 2025 | 12:24 am

Actividdad del Sodalicio em Perú. Foto con fines ilustrativos

Un escándalo mundial que estalló en los últimos años por denuncias de presuntos abusos de todo tipo, cometidos aparentemente por miembros de la congregación católica Sodalicio de Vida Cristiana, originaria de Perú, tuvo repercusiones en Costa Rica.

El Sodalitium Christianae Vitae (SCV), nombre original en latín de este grupo, tuvo sedes en 25 países, siendo el nuestro uno de aquellos en donde se mantuvo por aproximadamente 20 años.

Sin embargo, la semana pasada se confirmó su disolución oficial luego de atravesar un proceso de varios años, en el cual el papa Francisco (q.d.D.g) solicitó que se cerrara esta comunidad ante la ola de atrocidades que se habían conocido sobre esta institución reconocida canónicamente por la Iglesia Católica desde 1997.

"Informamos que el día de hoy, 14 de abril de 2025, el Superior General del Sodalicio, ha firmado el decreto de supresión de nuestra comunidad en la sede del Dicasterio para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica, en presencia de Sor Simona Brambilla, Prefecta del Dicasterio. Asimismo ha sido nombrado como Comisario Apostólico para las tareas relacionadas con la supresión del Sodalicio Mons. Jordi Bertomeu Farnós. Con dolor y obediencia aceptamos esta decisión aprobada de manera específica por el Papa Francisco que pone fin a nuestra sociedad", informaron mediante un comunicado.

En julio de 2023, el papa Francisco envió a Perú al arzobispo de Malta, Charles Scicluna, y al sacerdote español Jordi Bertomeu, ambos miembros del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con el encargo de "investigar, escuchar e informar" sobre el caso del Sodalicio de Vida Cristiana, tras conocerse los graves hechos ocurridos dentro de su régimen interno.

CR Hoy conoció de tres casos de personas que denunciaron haber sido víctimas de estos actos mientras pertenecían a la comunidad de la sede en nuestro país.

Dos de ellas acusaron a miembros de la congregación de cometer abusos sexuales en su contra, y otra señaló a estos de cometer abusos de autoridad, no obstante, solo el último aceptó que su testimonio se hiciera público.

Este medio tuvo acceso al testimonio de una de las personas que actualmente está en un proceso de indemnización por los daños sufridos a raíz de los actos padecidos.

Este hombre recibió comunicación desde la sede de Medellín, Colombia, donde se acogió su caso, y desde la Oficina de Escucha y Asistencia del Sodalicio se le notificó que, el 27 de febrero de 2025, al conocer las difíciles situaciones vividas durante años en esa comunidad, se le reconoció como víctima.

"Lo primero que quiero decirte es que lamento profundamente las diversas situaciones de abuso que sufriste durante tu paso por la comunidad sodálite. Como Superior General del Sodalicio, y en nombre de toda la comunidad, te pido perdón por ello.

Luego de una atenta lectura de tu detallado testimonio, verifico como se dieron malas prácticas de la vivencia de la autoridad, tanto en tu época de aspirante, como en tu época dentro del Centro de Formación. Los diversos ejemplos que has compartido evidencian un mal ejercicio de la autoridad, y de una auténtica disciplina, que lamentablemente se han expresado una serie de humillaciones y maltratos de diverso tipo, evidenciando abusos físicos y psicológicos.

Me apena conocer que durante tu paso por el Sodalicio hubo tantas experiencias negativas, y las diversas consecuencias que han traído en tu vida, valoro todo el esfuerzo que ha significado para ti recordar y escribir todo esto. Al mismo tiempo, quisiera agradecerte por todo el servicio que diste al Sodalicio a pesar de todo ello", reconoció la organización en una carta enviada a esta persona.

Como conclusión le ofrecieron una indemnización para poder costear los pagos de terapias psicológicas y otra para poder contribuir con el proceso de sanación y reconciliación, como lo denominó la SVC en el escrito.

Durante décadas, las graves denuncias de abusos sexuales, psicológicos y económicos cometidos dentro del Sodalicio permanecieron en la sombra. No fue sino hasta 2015, cuando los periodistas Pedro Salinas y Paola Ugaz publicaron el libro Mitad monjes, mitad soldados, que salieron a la luz más de 30 testimonios estremecedores sobre los crímenes perpetrados en esta organización religiosa y con esto inició el proceso de subsanar el daño a decenas de víctimas.

Torturas y humillaciones

La víctima que compartió su testimonio con CR Hoy relató los difíciles pasajes que tuvo que soportar durante años, los cuales creyó normales debido a la edad con la que ingresó a la congregación y a su inexperiencia en este tipo de comunidades.

Esta persona vivió parte del proceso en Costa Rica; sin embargo, todo comenzó cuando estaba en Lima, Perú, donde asegura haber sufrido torturas que la llevaron al límite, tanto en el aspecto físico como en las dimensiones psicológica y emocional, amenazando su salud y violentando su integridad física y mental.

"Una de las formas de castigo solía ser dejarme sin comer o hacerme comer platos que se inventaban en el momento solo mezclando diferentes ingredientes de manera antojadiza. En una ocasión me prepararon un plato de arroz con una cantidad exagerada y desproporcionada de ají y nescafé en polvo. Me obligaron a comer y yo lo hice. Obviamente, no pude terminarlo y empecé a llorar. El objetivo de este tipo de prácticas o actividades era probar mi obediencia al superior", relató.

Además, recordó que sufrió toda clase de torturas cuando apenas era un joven de 19 años; una de ellas fue el sometimiento a aguas a muy baja temperatura en el mar, donde era obligado a mantenerse a flote pese a no saber nadar.

"(…) amarraba mi pierna a una tabla y esta a su vez estaba amarrada a una soga de uno de los botes de pescador que acostumbraban estar a las orillas del mar. Luego tomaba mi cabeza sin preguntarme y me sumergía para que tuviera que pasar por debajo del bote. Yo lloraba, estaba asustado y esto me generaba miedo indescriptible porque no sabía nadar, porque eran condiciones de peligro y porque temía por mi vida. El frío aumentaba el miedo y me dejaba flotando en el agua 1 hora o a veces hasta más tiempo. Luego me acompañaba con la tabla a nadar a la isla y por ratos me abandonaba para que yo pudiera aumentar la velocidad, pero para mí era imposible, no sabía nadar y además estaba con mucho temor y en condiciones de mucha inseguridad, sentía que mi vida corría peligro", contó.

Si no cumplía con los objetivos que le imponían, el castigo era no tomar algún tiempo de comida.

Foto de una de las últimas actividades del Sodalicio de Vida Cristiana en Argentina. Foto con fines ilustrativos

Uno de los momentos más duros, así descritos por el afectado, fue cuando lo asignaron a la casa de uno de los superiores, pues describe sus labores como la de un esclavo de logística.

"Solo yo podía despertarlo tanto en las mañanas como en la siesta. Había todo un ritual para eso, porque si no hacía como a él le gustaba se despertaba enojado y en un par de ocasiones tuve que nadar horas en el mar por hacer mal mi trabajo. Cuando me iba de compras tenía que escoger el café, molerlo en la medida correspondiente y en una ocasión que nadie pudo conseguir el café en Lima tuve que pagarlo con una gritada, humillación y con mentada de madre de por medio.

Otra situación que me afectaba profundamente, pero que debía hacerla por obediencia, sucedía cuando el camión cisterna de agua no llegaba a tiempo y los servicios sanitarios estaban colapsados o se iba el agua salobre de las tuberías, yo tenía que ir por dos baldes con agua al otro extremo de la casa, llegar con ellos al baño del superior y limpiar todas las heces de él porque él no era capaz de verter el agua y limpiarlo de manera adecuada y siempre se priorizaba la limpieza del baño del Superior. Es imposible describir esa realidad, y de solo recordarlo para narrarlo en este texto vuelvo a sentir náuseas, pero nuevamente el criterio que se imponía era la obediencia al superior. Tener que limpiar los excrementos de otra persona es humillante y me hizo sentir que yo valía menos que todos los demás y por eso me tocaba cumplir esa función", narró.

Abusos en Costa Rica

Años después fue enviado a Costa Rica, específicamente en abril del 2005, cuando se trasladó junta cuatro sodálites más. Pese a que creyó que saliendo de su país podía tener un poco más de paz, al llegar a nuestro país tuvo que soportar más episodios de maltrato.

"Tuvimos un superior agresor, déspota, quien creía que era el mejor entre todos y realmente se sentía un ser superior. Además de los problemas de relacionamiento que tenía, en concreto trataba muy mal a otro compañero, quien aún es sodálite.

Casi nos fuimos a los golpes en dos ocasiones y yo vivía anhelando que lo regresaran a Lima.

Nos tenía limitados en todo, no teníamos acceso con claridad al presupuesto, nos daba un presupuesto personal muy limitado, exigía formas de rendir cuentas como si la comunidad fuera una transnacional y vivíamos a expensas de los cambios de humor de él. En ese contexto por primera vez en mi historia de vocación empecé a ver oportunidades fuera de la comunidad. Me enamoré y expuse mi caso a Eduardo Regal. Ya había coordinado con mi familia para que me enviaran un pasaje a Lima, regresé a Lima y dos semanas después salí del SCV", contó.

A modo de conclusión, la víctima afirmó que vivió un proceso de secuestro mental y de violencia psicológica que la llevó a alejarse de su familia. De hecho, reconoce que, al día de hoy, la relación con sus padres es muy limitada, e incluso la comunicación se reduce casi exclusivamente a fechas festivas o cumpleaños, como consecuencia de lo vivido.

Alega que no pudo vivir un proceso de crecimiento y desarrollo propicio y nutricio por las torturas físicas y psicológicas, tratos degradantes, violencia emocional y experiencias que debilitaron su sentido de identidad, pertenencia, confianza y autoestima.

Por estar inmerso al 100% en esta comunidad perdió la oportunidad de estudiar Historia, pues al salir del SCV tuvo que priorizar sobrevivir sin tener una profesión y no podía retomar sus estudios. Además perdió la oportunidad de asumir la dirección de una empresa familiar que tiene años de facturación que superan varios millones de dólares.

También comentó que a la fecha sigue con secuelas físicas como dolor de espalda por el proceso inhumano del periodo de formación con excesos desmedidos de esfuerzo físico.

En el informe de reparaciones emitido el 31 de diciembre de 2024, el Sodalicio confirmó que llevó a cabo 83 procesos de reparación a través de acuerdos extrajudiciales.

"Hasta la fecha no se ha dado ninguna reparación por orden judicial en ningún país en el que se encuentra el Sodalicio", informaron.

Los casos se dividen en: 15 abusos sexuales contra menores de edad, 18 abusos sexuales contra mayores de edad y 50 de otros tipos de abusos. Del total de casos, 77 son hombre y 6 mujeres.

"Desde la creación de la Oficina en el 2016 hasta diciembre de 2024, el monto total destinado para las reparaciones de las víctimas es de US$5,348,000.00", indica el informe.

 

Comentarios
0 comentarios
OPINIÓNPRO