5 señales advierten si un menor estaría involucrado en venta o consumo de drogas
Protocolos de intervención han aumentado
(CRHoy.com) La ola de homicidios que afronta el país tiene bajo un profundo temor las familias costarricenses.
Estos ya no ocurren en zonas catalogadas como riesgosas o a horas de poca afluencia de personas, como en las noches o las madrugadas. Sino que pasan a plena luz del día y cerca de centros educativos o lugares de recreo, varios de ellos han dejado como víctimas colaterales menores inocentes.
Según explicó a CRHoy.com, el representante del Colegio de profesionales en Orientación en el país, Pablo Sibaja, el aumento en el crimen organizado sigue impactando directamente a los jóvenes.
Sí es un factor importante el tomar en cuenta el contexto social, sobre todo también pensando en cuanto al aumento en el crimen organizado, que a veces queda como impune, entonces se ha analizado también a nivel región que la falta de trabajo legislativo con estas personas hace que recluten a menores de edad y entonces eso también agrava la situación, el comportamiento de los adolescentes se ve afectado, explicó Sibaja.
La vivencia actual en los centros educativos es violenta, los estudiantes carecen de empatía y cada día los menores son reclutados por grupos criminales.
Consumidores o Vendedores
Según la Sección Penal Juvenil del Organismo de Investigación Judicial (OIJ), es crucial determinar si un estudiante está involucrado en el consumo o la venta de drogas dentro de la institución.
Las drogas pueden introducirse en los centros educativos, por lo que debemos investigar si un estudiante solo es un consumidor que ha traído drogas a la escuela o si está distribuyéndolas, ya sea vendiéndolas o regalándolas para involucrar a otros en el negocio, detalló Danny González, del OIJ.
Los jóvenes entre los 14 y 17 años son las principales víctimas que reclutan las narcoestructuras.
La comercialización de drogas en centros educativos se ha convertido en un problema creciente con estos adolescentes, siendo utilizados como reclutas y víctimas de violentas luchas territoriales.
La oferta de vestimenta, teléfonos y poder sirve como el anzuelo para atraer a estudiantes hacia el tráfico de drogas en las aulas, según reveló Danny González, de la Sección Penal Juvenil.
A esto, Sibaja agregó que estos casos no se dan solo porque los jóvenes son reclutados, sino porque los mismos grupos familiares están dentro de la narcoestructura.
"Muchas de las familias están incluidas en lo que es el crimen organizado, entonces hablamos de un factor sistémico importante, ya que incluso pasa desde la familia y se lleva a los centros educativos toda la vivencia que se está generando, a nivel de barrio, de comunidad y familia", agregó.
Lo que ven los jóvenes, es lo que absorben y parte de ello es el actuar social, mismo que refleja un panorama realmente violento de ataques con armas letales.
Según datos de las autoridades, a setiembre del año en curso, se contabilizan poco más de 100 armas blancas, 6 armas no letales, así como 3 armas de fuego, mismas que fueron decomisadas dentro de las instituciones educativas.
Abordaje familiar
El papel de la familia juega un rol importante en el abordaje de los jóvenes, según explicó Sibaja, ya que desde el hogar se puede abordar al estudiante de manera positiva, o negativa, de acuerdo con el panorama o círculo al que pertenezca.
La familia es un factor protector importante para el estudiante, sobre todo en los menores de edad, pero cuando la familia también forma parte de este factor de riesgo, entonces eso es una determinante, en lo que es la conducta y en la comisión de hechos delictivos de los estudiantes, destacó el orientador.
La violencia actual ha llegado a ser normalizada, que, según los profesionales de la educación, uno de los principales factores que contribuyen a esta normalización es la falta de interés de las familias en la educación de sus hijos.
"Hay padres que, cuando se les llama, muestran desinterés o la sensación de no saber cómo abordar la situación. Esto crea un ambiente en el que los problemas de violencia no se resuelven adecuadamente", explicó el orientador.
Algunas de las actitudes de alerta que el docente debe tener claro para abordar a un estudiante que podría verse involucrado en estructuras organizadas dentro de los centros educativos son las siguientes:
- Ausentismo
- Reta los límites que impone el profesor
- Discusiones con los compañeros
- Desinterés de las familias por el rendimiento académico del estudiante.
- Consumo de drogas y sustancia ilícitas.
Guía interinstitucional
Para abordar este desafío, el orientador explicó que es necesaria una comisión o guía que establezca los pasos a seguir en casos de jóvenes involucrados en estructuras criminales.
"Ya se implementan protocolos, según el caso, pero para menores involucrados en estructuras criminales no hay, a menos que suceda un pleito entre estudiantes, y ahí podamos aplicar lo correspondiente. Actualmente, por la ola de inseguridad, varios centros incluyen medidas de prevención en la entrada de los estudiantes a las escuelas, como registros de personas externas y detectores de objetos metálicos", explicó Sibaja.
Ante esto, el orientador, destacó la necesidad de una guía y un acompañamiento interinstitucional para enfrentar el problema de la violencia en las escuelas de manera más efectiva.
Esto implicaría la creación de una comisión o figura que brinde información detallada sobre cómo abordar y denunciar casos de violencia. Además, hizo hincapié en la importancia de involucrar a la comunidad en la denuncia de casos, ya que esto puede tener un mayor impacto social.
Es esencial que ante un aumento de casos violentos por jóvenes que han sido identificados en grupos criminales, se deba adecuar y aplicar las medidas para abordar este problema y garantizar un entorno seguro y propicio para el aprendizaje de los estudiantes.