Logo

Minuto a minuto: El horror de saber que cada vez que llueve se inundará la casa

Historia real de lo que viven los vecinos cada vez que se inunda

Por Melissa Hernández | 13 de Jul. 2024 | 9:14 am

¡Una vez más! Gravilias vuelve a inundarse

La angustia inicia cuando el cielo se oscurece, se sabe que hay que apurarse para recoger todo lo que se pueda y ponerlo en un lugar seguro. Incluso se siente un escalofrió y se hace un nudo en la garganta cuando toca sentarse a esperar que el agua entre a la casa, sabiendo que no existe una forma real de detenerla.

 

Para algunos el sonido de la lluvia es relajante y transmite paz, para los vecinos de Gravilias de Desamparados resulta todo lo contrario.

Yo soy una de esas vecinas y no exagero, cada vez que llueve se nos inunda la casa, se protege lo que se puede, pero después de cada entrada de agua, barro, escombros y hasta animales e insectos, todo queda húmedo y dañado.

Las últimas dos inundaciones han causado serios daños no solo en mi casa, sino también en las de los vecinos.

La ansiedad comienza a aparecer, inicia el caos en la mente, ese sentimiento de no saber qué más se puede hacer para impedir que suceda de nuevo.

Los minutos se convierten en segundos y el tiempo se vuelve el peor enemigo.

A lo lejos se escuchan los gritos de tus vecinos: "Se está inundando, suban todo", mientras todos movilizan sus carros hacia la calle principal y así no perder su medio de transporte. Ustedes se preguntarán ¿Qué pasa con las personas que están trabajando y no se encuentran en sus casas? Pues sí, han llegado a perderlo todo porque no da tiempo de trasladarse antes de la inundación y muebles, electrodomésticos y más terminan inservibles.

Cuando ya el agua entró se empieza a pensar en priorizar qué se puede dejar mojar y qué no. Exactamente, al final siempre algo termina dañado por el agua, con el tiempo podrido.

"Mis mascotitas, ¿dónde están?" "¿Estará bien mi vecina adulta mayor?, ¿necesitará ayuda?", "pobrecito mi vecino, no está, ojalá no se llene mucho", "la comida, hay que desconectar todo", son pensamientos que pasan por la cabeza en segundos, mientras se van enfriando los pies debido a la baja temperatura del agua.

Mal olor

El agua es todo un tema. Desde el terrible olor que impregna en la casa hasta la humedad que, aun semanas después, se quedará viviendo con la familia e incluso se formarán hongos nocivos para la salud. De color oscuro, trae todo tipo de desechos, de contaminación, de suciedad.

En un abrir y cerrar de ojos usted se da cuenta de que ya la casa está completamente inundada, el agua llega a la cintura, alcanzando los 60 centímetros. La familia nos volvemos a ver y ni para qué decir nada, un rostro vale más que mil palabras amargas; los suspiros, la desesperación y una que otra lágrima se vuelven compañeros de batalla.

La inspección

Una de las peores partes es "la inspección", para llamarle de una manera no tan cruda. A como se puede se revisa la casa, que todo esté en alto, que todo esté desconectado; es ahí donde usted ve los sillones flotando en el agua, las sillas están por toda "la sala" y si se avanza un poco más se puede ver el  refrigerador y cocina están cubiertos de agua por la mitad.

Con el frío se intenta salvar lo que está flotando y acomodar lo que se pueda, porque es probable que la casa se llene más de lo normal.

Los minutos se vuelven una eternidad. Lo único que queda es conversar con los vecinos para tratar de sobrellevar la situación o grabar lo que está sucediendo, porque eso es importante, las autoridades y personas que viven fuera de la comunidad muchas veces dudan de la magnitud de estas inundaciones.

Pasan unos 50 minutos (dependiendo de la magnitud tarda más en bajar el agua), la lluvia se aleja poco a poco, el agua aún por la cintura y se ve rezando a la señora mayor que vive a unas cuantas casas, además una que otra lágrima también la acompaña en su plegaria. Se siente mucha impotencia, porque no se puede hacer nada. 

La marca en las paredes

En un momento determinado, el agua comienza a bajar y se puede observar la marca en las paredes que perfectamente muestra cuántos centímetros de altura alcanzó el agua.

El olor es inexplicable, queda atrapado en la casa durante semanas y ningún producto, por más caro que sea, logra eliminarlo. Por otro lado, el barro… la pesadilla de todos y lo peor de todo, es que aparece por todo lado, ya sea dentro o fuera de la casa.

Nos preparamos para empezar a limpiar. Es importante mencionar, que la mayoría del tiempo este hecho sucede después de mediodía, por lo que muchos vecinos no almuerzan y lo único que tienen en su estómago es el desayuno.

Con el corazón en la mano y sin esperanzas, entramos a la casa, revisamos que las mascotitas se encuentren bien y los abrazamos para obtener de ellos las fuerzas necesarias.

Se agarra la escoba y no se sabe por donde empezar a sacar el barro. Afortunadamente, vecinos de la zona que no fueron tan afectados por las lluvias y una que otra persona se acerca con buena voluntad y empiezan a limpiar.

Pasan las horas, comienzan a llegar los periodistas y piden revivir lo sucedido, no es fácil incluso para mí abrir mi casa, exponer las cosas dañadas, la privacidad, dignidad a todo el país, pero se sabe que es la única manera de que las autoridades tomen acciones.

Cae la noche y se sigue limpiando,  es cosa de nunca acabar. El cansancio emocional y físico derrumba, sin mencionar el hambre que te ataca, son momentos que estos vecinos recordarán el resto de sus vidas.

Continúan pasando las horas, no se tiene un lugar digno para sentarse o incluso para dormir, el frío se siente hasta en lo más profundo de los huesos y el olor nauseabundo solo da más dolor de cabeza.

Para la Alameda 2, en Gravilias, la noche después de una inundación es toda una pesadilla. Ellos se encuentran sin fuerzas, sin esperanzas, sin nada en su hogar, sin comer…

Afortunadamente, aún existen personas buenas, quienes se unen y llevan un poco de esperanza en un plato de comida, recién hecha, caliente y lista, solo para disfrutarla. Los vecinos logran adaptar un espacio para descansar y alimentarse. Muchas veces se unen y comen juntos, así la noche se torna más positiva y el sabor amargo de la boca, se vuelve dulce poco a poco.

Las abuelitas de antes dicen: "Panza llena, corazón contento", una vez que estos vecinos terminan de cenar, enfrentan un nuevo reto, acostarse a dormir.

Muchos de ellos no tienen segundo piso, por lo que deben dormir en el suelo, frío, húmedo e inhumano. Descansar tras haber vivido una situación así se vuelve muy difícil. 

Antes de ir a dormir, las personas deben darse un baño profundo e incluso aplicarse alcohol en zonas propensas a infección.

Una vez que se logra estar listo para dormir, cierro los ojos y solo puedo pensar en lo que sucedió, en la frustración que genera este problema sin fin y cómo afectará en el futuro.

A altas horas de la noche, cuando un profundo silencio invade a esta comunidad, si se prestas atención  se puedes escuchar respiraciones aceleradas y observar ojos llenos de lágrimas y una que otra petición, acompañada de mucha fe.

Comentarios
4 comentarios
OPINIÓNPRO