Netflix revive el misterio de Amy Bradley: la desaparición en altamar
El pasado 16 de julio, Netflix estrenó una de las series más aclamadas por el público en las últimas semanas: La desaparición de Amy Bradley.
Esta docuserie de tres episodios narra cómo unas vacaciones familiares a bordo de un crucero se transformaron en una pesadilla tras la misteriosa e inexplicable desaparición de una joven.
¿Pero de qué trata realmente la desaparición? La familia Bradley comenzó a vivir una tragedia el 21 de marzo de 1998, cuando Iva y Ron Bradley zarparon desde Puerto Rico en el lujoso crucero Rhapsody of the Seas, de la línea Royal Caribbean, acompañados por sus hijos Brad, de 21 años, y Amy, de 23.
El plan familiar era disfrutar de una travesía de aproximadamente siete días por el Caribe, con paradas en Aruba, Curazao, Sint Maarten, Saint Thomas y las Islas Vírgenes, para luego regresar al punto de partida. En apariencia, estas vacaciones serían las últimas que pasarían juntos antes de que los hijos dejaran el hogar para iniciar sus vidas independientes.
Fue durante la primera escala en Aruba, mientras el crucero se dirigía a Curazao, cuando Amy desapareció en algún momento de la madrugada, sin dejar rastro alguno.
De inmediato, su familia notó su ausencia y alertó al personal del barco. El FBI inspeccionó minuciosamente cada rincón del crucero, pero no logró encontrar a la joven ni pistas sobre su posible paradero. En apariencia, Amy nunca desembarcó, y más de dos décadas después, sus padres aún mantienen la esperanza de que siga con vida.
Durante el corto viaje se tomaron varias fotografías familiares. Muchas de ellas se difundieron posteriormente y muestran a Amy vestida de negro, con una gargantilla y su característico cabello corto. Según los testigos, se encontraba de buen humor durante una cena formal con el capitán del barco.
La joven fue vista por última vez en la discoteca del crucero, socializando y bailando junto a su hermano y otros pasajeros. Su padre fue la última persona de la familia que la vio con vida:
A eso de las 5:30 de la mañana la vi en el balcón. Un rato después me desperté nuevamente y ya no estaba, mencionó en el documental.
Alarmado, recorrió el barco en busca de su hija, y al no encontrarla, su preocupación creció: "Cuando no la encontré, no sabía qué pensar. Amy no era de salir sin avisar".
La madre de Amy también revivió ese momento con angustia: "Me dijo: ‘Busqué a Amy por todos lados y no la encuentro'", relató.
En un inicio se pensó que la joven había caído al mar, pero su cuerpo nunca fue encontrado. La familia sostiene que Amy no tenía motivos para quitarse la vida: recientemente había sido aceptada en un nuevo trabajo, tenía planes de mudarse e incluso había adoptado un cachorro. Todo indicaba que su vida marchaba bien.
Sus padres insisten en que fue víctima de un crimen y no descartan la posibilidad de que haya sido captada por una red de trata de personas. A lo largo de los años han recibido fotografías anónimas e incluso mensajes de dudosa procedencia que alimentan la incertidumbre.
El FBI ofrece hasta 25 mil dólares por información que permita ubicar a Amy o identificar a los posibles responsables de su desaparición.