Los números no engañan: la plata no alcanza para pagar las pensiones
Necesariamente debo escribir, una vez más, acerca de las pensiones distintas de las de la Caja Costarricense del Seguro Social; pero hoy no voy a insistir en cuanto a su inconstitucionalidad, sino en cuanto a su insostenibilidad y falta de proporcionalidad.
Para comenzar, una lección que nos deja el sistema de pensiones de la Caja Costarricense de Seguro Social es que aún en este sistema solidario, en donde la mayor parte de lo que se paga por pensiones mensualmente sale de fondos sanos, es decir, de contribuciones de patronos, trabajadores y del Estado, puede entrar en una crisis seria como la que está padeciendo hoy, debido a múltiples factores, dentro de los que no está por dicha, la de montos de pensiones desproporcionados.
La existencia de un límite o tope al monto máximo de la pensión por el régimen contributivo de la Caja es, sin duda, una de sus mayores fortalezas. Los problemas del sistema de la Caja son otros, son reales, pero no tienen que ver con pensiones con montos exorbitantes, injustificados y desproporcionados.
Ahora está en la picota otra vez el sistema de pensiones del Poder Judicial, cuando ha salido a la luz pública el monto de la pensión con que se retira la Presidente de ese poder, la ex magistrada Zarela Villanueva.
El régimen de pensiones del Poder Judicial según datos en los diarios nacionales tiene un déficit de 5 mil millones de colones.
Es decir, las contribuciones que hacen los funcionarios judiciales y el Estado no es suficiente para pagar el monto que por concepto de pensiones ya adjudicadas se paga mensualmente.
La Corte Plena y los diputados plenos se opusieron a la reforma del régimen de pensiones, y ahora se pensiona su Presidenta con un monto mensual de ₡9,863,000.00 y una liquidación de prestaciones cerca a los 90 millones de colones.
Doña Zarela se pensiona a los 64 años tras 41 de tener trabajo asegurado, y sueldo asegurado en el Poder Judicial.
¿Pero no se supone que el objeto del derecho de pensión es que el trabajador pueda terminar de trabajar disfrutando de una suma de dinero que le permita hacer frente a su vejez dignamente?
Es de sentido común pensar que cuando uno se pensiona, el dinero de su pensión servirá para poder hacer frente a las necesidades inmediatas de la tercera edad. Ya no hay que pagar escuelas, ni colegios, ni sostener a los retoños que para esas alturas de la vida, ya son personas responsables que volaron del nido y se mantienen solos. La pensión es para el pensionado, para que viva dignamente la vejez. Pero el sentido común es el menos común de los sentidos en este terruño que tanto quiero.
Los números no engañan; doña Zarela tiene una expectativa de vida de 80 años, lo que significa que probablemente disfrutará de su pensión por los siguientes 16 años. Es decir, solita ella devengará una pensión anual de alrededor de 128 millones de colones, y esa cantidad multiplicada por 16 años nos arroja la astronómica suma de un poquito más de dos mil millones de colones, es decir, 4 millones de dólares que usted y yo tendremos que pagar, porque doña Zarela de fijo no acumuló esos aportes para su pensión.
Si hago ese ejercicio para los otros 15 magistrados que disfrutan de pensión hoy con sumas ligeramente inferiores a la de doña Zarela Villanueva, los números se aparecen todavía más evidentes y no dejan lugar a dudas: este tipo de pensiones son desproporcionadas e injustificadas.
Esto no se va a arreglar ni con reformas a las leyes, ni tampoco con juicios en los Tribunales, porque tanto las pensiones de los diputados, como las pensiones de los máximos jueces, se verían afectados por sus propias decisiones, y sabemos que son humanos, y no lo van a hacer.
El pueblo debe pronunciarse en un plebiscito sobre el tope de las pensiones, y decidir de una vez por todas que solo debe existir el régimen de la CCSS, tanto las ya otorgadas como las que se otorguen a futuro, para volver a darle al derecho a la pensión la connotación que perdió con estas exageraciones jurídicas: el derecho a disfrutar de una vejez digna, no en la superabundancia.