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“Padre, deje usted de llorar, que nos han declarado la guerra…”

Por Agencia | 19 de May. 2024 | 4:27 am

La guerra. Tendríamos que pertenecer al selecto grupo de costarricenses que ya pasaron por su nonagésimo cumpleaños, o al menos cerca de tan respetable edad, para haber sido testigos y tener recuerdos de lo sucedido en aquella Costa Rica de hace 76 años, en lo que se conoce como la Guerra Civil de 1948. Por desgracia, hay muchos tipos de conflictos que "se solucionan" mediante el uso de las armas y la intimidación militar y, en ese apartado, puede que la forma más irracional sea la que se conoce como guerra civil porque, además de asesinar gente, implica a hermanos matándose entre sí.

Los hechos que desembocaron en aquella barbarie nos los contaron nuestros padres, nuestros maestros en la escuela, en los libros de la historia patria y, aun así, soy de los que piensan que ninguna guerra puede ser buena, que inteligencia y militar son dos palabras que no se ven bien juntas; el haber nacido en Costa Rica, con la consecuente ausencia de formación castrense y sin haber tenido que hacer lo que en otros países llaman servicio militar obligatorio, nos ha llevado, durante generaciones, a caer en la inconsciencia de esa verdad tan latente, por ejemplo, en nuestros vecinos del norte y del sur. La guerra, en su figura más conocida, conlleva soldados, artillería, ciudades destruidas y, desde luego, mucha gente muerta, y es tan irracional como dar por sentado que ella representa la solución a un sinfín de problemas creados por las más diversas y detestables debilidades humanas.

Es cierto, si lo referimos al plano estrictamente militar, la gran mayoría de los costarricenses contemporáneos no sabríamos de qué va ese asunto, aunque sí está claro que, en esa línea, un conflicto en los estadios bélicos, no se va a ganar llorando, es seguro que va a requerir una actitud valiente y confrontativa.

Guerras, sus diversas formas. Hay una en particular que cada vez se manifiesta de forma más frecuente y menos solapada, definida como guerra narco, donde bandas contrarias asesinan cruel y despiadadamente a sus adversarios, en ocasiones, matando también a transeúntes inocentes, figura que las autoridades llaman daño colateral (ingrato eufemismo, por demás). Las estadísticas ya alcanzaron el rango de brutalidad: En Costa Rica, el año pasado, se registró una tasa de homicidios de 17,2 personas por cada 100 mil habitantes; las cifras que aporta la narco guerra a ese dato es, cuando menos, alarmante.

Cual guerra ya no tan silenciosa, Costa Rica se desangra ante nuestros propios ojos. No podemos normalizar que hoy sí y también mañana, los titulares de los medios de información se refieran al salvajismo con que actúa el crimen organizado (o casual) ante la inacción y pasividad de las autoridades, y no me refiero al policía que día a día arriesga su vida para proteger la nuestra, ellos merecen todo nuestro respeto; cito a las personas que están en posición de tomar decisiones, esos a quienes les dimos nuestro voto (de confianza, literalmente) para guiar los destinos del país por el camino del bien, la seguridad y la prosperidad de todos sus habitantes.

La situación es apremiante. Es tiempo de que las instituciones de rango constitucional ejerzan el mandato que la Patria les exige, de priorizar los intereses del país sobre vanidades políticas. Legislativo y Ejecutivo, en conjunto con el Poder Judicial y los buenos costarricenses (todavía somos más los buenos), podemos librar esta batalla. No se puede perder más tiempo; es por nuestro bien y, más importante, por el bienestar de nuestras futuras generaciones, por esos niños que hoy están en las escuelas, en el kínder; por esas madres que hospedan un ser en su vientre.

"Padre, deje usted de llorar, que nos han declarado la guerra…". Es cierto, no es llorando como se libra una guerra, es necesaria esa actitud valiente y confrontativa, hemos sido afrentados, abofeteados por ingratos desalmados. Que el estribillo de nuestro himno no sea algo que cantamos sin saber de qué va… "Cuando alguno pretenda tu gloria manchar, verás a tu pueblo valiente y viril", la tosca herramienta es la ley y la razón, asirnos de ella, nuestro derecho y obligación.

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