
La diputada liberacionista Paulina Ramírez, presidenta de la Comisión de Asuntos Hacendarios del Congreso, lanzas duras críticas contra el manejo presupuestario del Gobierno y advierte que el país atraviesa una peligrosa "descomposición social". Señala que los recortes sistemáticos en áreas como educación, seguridad y programas sociales reflejan una ruptura con el contrato social que ha sostenido históricamente a Costa Rica. "Estamos priorizando los datos macroeconómicos, pero dejando de lado a la gente", afirma.
A continuación, un extracto de la entrevista que la legisladora concedió a Diputómetro de CR Hoy Pro.
En espacios de control político y en otros foros de discusión aquí en la Asamblea, usted ha sido muy crítica con recortes puntuales en el presupuesto, por ejemplo, en el Ministerio de Educación, el Patronato Nacional de la Infancia y el Ministerio de Salud. ¿Qué impacto tiene esto en la prestación de servicios esenciales para los costarricenses?
Bueno, es curioso saber que, según la liquidación, el Ministerio de Educación es el que tiene mejor ejecución, pero esto se debe a que cada vez le asignan menos dinero. Ni siquiera se le presupuesta el gasto operativo.
Por decirle algo, este año 2025 ya venía el presupuesto con una diferencia de ₡100.000 millones en salarios que van a hacer falta. Ya venía reflejado con ₡100.000 millones menos, además de ₡18.000 millones en comedores infantiles y transporte estudiantil. Es decir, ₡118.000 millones menos, sin siquiera cubrir la operación básica.
Entonces, a fin de año tenemos que andar a las carreras presupuestando para pagar aguinaldos, suplencias y salarios. No puede ser que ni siquiera se les esté garantizando el gasto operativo. Se han debilitado las becas estudiantiles y el transporte escolar. ¿Qué es el transporte estudiantil? Es lo que permite que los niños de las zonas más alejadas puedan tener acceso a la educación y llegar a sus escuelas y colegios.
Lo mismo sucede con los comedores escolares. Se ha suspendido la alimentación durante los recesos o vacaciones porque los recortes son cada vez mayores. Incluso hay menos niños beneficiarios.
Esto repercute en las personas en situación de mayor pobreza, quienes a veces reciben en la escuela la única comida del día. Para muchos, esa comida también es su principal motivación para asistir a clases.
Cada vez hay más deserción de niños y jóvenes en el colegio. Estamos hablando de porcentajes nunca vistos ni escuchados.
No había una ruta clara para la educación. Hasta hace poco, el nuevo ministro presentó una, aunque aún no la conocemos. Pero pasamos tres años sin saber hacia dónde iba la educación y sin tener los recursos suficientes.
En materia de seguridad nacional, sucede lo mismo: todos los años hay recortes. Tenemos que recurrir a medidas de presión, como advertir al Poder Ejecutivo que no se le aprobarán proyectos hasta que gire los fondos necesarios para seguridad, porque no los asignan, y este es un tema prioritario.
Estamos frente a una descomposición social: sin acceso a la educación, con una seguridad en crisis por el narcotráfico y el crimen organizado.
Vemos lo que está sucediendo. Cada vez da más miedo salir a la calle.
Un país al que no se le invierte en recursos, al que no se le da armamento, personal o vehículos, simplemente no va a poder hacerle frente a este problema. Y además, se necesita personal capacitado en inteligencia que sepa manejar estos casos, y precisamente eso es lo que no está proveyendo el Gobierno.
Más bien, escuchamos al presidente decir en una conferencia que no le va a dar más recursos al OIJ ni al Poder Judicial.
Lo que ha hecho el presidente es dinamitar los puentes de comunicación para poder trabajar de forma conjunta en temas como la educación. Ni siquiera ha logrado coordinar con la Asamblea Legislativa.
Se ha dado el lujo de no asistir a reuniones donde confluyen el Poder Judicial, la Asamblea y el Ejecutivo, con el fin de generar propuestas conjuntas para abordar el tema de seguridad.
¿Cuál es su expectativa sobre la discusión del presupuesto para 2026, que llegará en septiembre? ¿Cómo se puede lograr un equilibrio entre la austeridad y la inversión?
Nosotros hemos insistido en que debe haber un balance entre lo fiscal y lo social. ¿Qué ha sucedido? Hemos olvidado ese contrato social que nos ha caracterizado como país: el de defender a quienes menos tienen, a las personas más vulnerables. Hemos visto cómo sistemáticamente, en los presupuestos que llegan a la Asamblea, se priorizan otras cosas. Se está aplicando una política monetaria enfocada en bajar el dólar para que la deuda sea más barata y se pueda pagar con menos colones.
Esto permite reflejar un dato de deuda menor al cambiarla a un tipo de cambio más bajo. En realidad, lo que estamos haciendo es priorizar una macroeconomía fuerte, abandonando los programas sociales y ese contrato social del que hablaba.
Debe haber equilibrio. De lo contrario, la descomposición social nos costará más a largo plazo.
¿Qué hace este Gobierno? Todos los años queda en evidencia que sobreestima la partida para el pago de deuda e intereses. A fin de año sobran ₡400.000 millones en esas partidas.
Solo entre enero y marzo de este año ya hay ₡300.000 millones de superávit en esa área. Es decir, están presupuestando más de lo necesario.
Prefieren eso antes que hacer una buena programación desde principios de año, para dotar de recursos a los programas sociales o a la seguridad nacional, o para pagar la deuda con la Caja.
Y no hay ninguna iniciativa para saldar esa deuda con la Caja.
Al final, esto se traduce en problemas en las calles, en la sociedad. La gente está cada vez más molesta, más frustrada al ver que no hay oportunidades ni para ellos ni para sus hijos.
Ya es hora de que este Gobierno haga ese balance y presente un presupuesto más equilibrado.
No creo que dejen de buscar buenos indicadores macroeconómicos. Y sí, esos datos pueden ser muy buenos, pero no se están traduciendo en bienestar para la gente.
Les interesa únicamente tener suficientes partidas para pagar, y punto.
Como país y como sociedad, tenemos que pensar en ese equilibrio, en ese balance que nos permita construir una sociedad más sana y con más oportunidades.
¿La próxima administración y los futuros diputados deberían poner en discusión una reforma fiscal?
Yo creo que si no fuera por la reforma fiscal de 2018, el país no tendría la estabilidad que tiene hoy.
Pero ya se ha vuelto insuficiente. ¿Sabe por qué?
Por las mismas políticas que ha adoptado el país. Al tener un dólar tan devaluado, se ha puesto en crisis a sectores productivos como el turismo —que es una fuente altísima de recaudación—, las exportaciones y la agricultura.
¿Sabe cuánto han disminuido los ingresos? El año pasado, ₡400.000 millones menos. Este año, ₡500.000 millones menos.
Y es que, al implementar políticas monetarias que afectan a sectores productivos o de servicios, naturalmente disminuye la recaudación de impuestos sobre la renta y el IVA.
La gente consume menos porque tiene menos recursos. Hace falta reactivar la economía.
Debemos replantear también las decisiones de política monetaria, para que todos ganen, todos produzcan, todos tengan oportunidades. Así mejorará la recaudación.
Pero los ingresos del país van en picada.
Y esto no se resuelve solo creando nuevos impuestos, sino mejorando la gestión tributaria.
Necesitamos bases de datos robustas y un sistema de Hacienda Digital que permita identificar a los no registrados, a los que declaran mal, a los evasores. La evasión fiscal es altísima en este país.
¿Cuál debería ser el mensaje económico del Partido Liberación Nacional para la campaña de 2026? ¿Moderación fiscal, mayor inversión?
Creo que la política de cualquier gobierno debería ser muy balanceada y equilibrada, enfocada en ese contrato social que ha caracterizado a nuestro país. A eso debemos abocarnos.
El presupuesto y la política monetaria deben responder también a esos objetivos: no solo económicos, sino de bienestar para las personas.
Si no trabajamos en equipo para construir consensos, el país no va a prosperar. Y si el Estado no prospera, no prosperamos ninguno de nosotros.
Lo que ha fallado es precisamente esa falta de balance, de equilibrio, de trabajo en equipo. No se han abierto puentes para el diálogo.
Este país enfrenta una ruptura profunda en la comunicación. Tenemos un presidente que constantemente ataca a la institucionalidad y a la democracia, y eso ha generado enojo en la población.
Está volviendo al pueblo en contra del sistema, cuando el sistema no es el culpable. Si hay algo que atacar, es la corrupción.
Hay que señalar a quienes han hecho daño con sus acciones. Pero no se debe culpar al sistema.
¿Qué errores no puede volver a cometer el Partido Liberación Nacional si quiere volver a gobernar?
Debe pasar por una etapa de renovación. Incluir personas nuevas, con ideas frescas, gente joven, y revolucionar la forma de hacer las cosas.
Necesitamos personas que aporten pensamiento, innovación y que puedan transformar este país.
¿Cómo intentará el PLN volver a conectar con la gente tras tres derrotas electorales?
Con una campaña muy cercana al pueblo. Hay que caminar el país y presentar una propuesta atractiva.
Una propuesta que motive a los costarricenses a querer votar por Liberación Nacional.