
Introducción:
Hay lugares donde el pollo es parte del menú. En Pollos Salitral, el pollo es el menú. Este clásico local en lo alto de Salitral de Santa Ana es uno de los orgullos del cantón y razón por la que la gente cruza media ciudad para volver. Sirven piezas jugosas, crocantes y generosas, como pocas en el país. No es por casualidad: lo fríen dos veces a diferentes temperaturas, para lograr una piel dorada que no es grasosa y una carne tierna que se deshace al primer bocado. ¡Esto es uno de los templos de pollo frito del país!
Detrás está Don Rigoberto Anchía, quien empezó desde 1996 friendo apenas cinco pollos por semana. Hoy, su operación produce más de 1.500 semanales, y aun así conserva la misma receta casera, el mismo compromiso por hacerlo bien y un enfoque total en el sabor.
Ambiente:
El lugar es ameno y acogedor, sin adornos innecesarios porque el protagonista es el pollo que sirven. Hay mesas sencillas, atención cálida y un ambiente familiar que refleja los valores del negocio. Acá la experiencia no está en la decoración, está en el primer mordisco.
Qué pedir:
Dados de queso: Si hay algo que saben hacer la mayoría de los restaurantes de pollo frito es manejar las temperaturas para freír con aceite. Pollos Salitral tiene un doctorado con esta técnica, tanto así que es una obligación probar los dados de queso.
Pollo frito muslo: Si Pollos Salitral fuera una estrella de rock, entonces la orden de muslo frito sería su canción emblema que pasó a ser un clásico. La porción es grande, jugosa y llena de sabor. La pechuga también es deliciosa, pero personalmente prefiero muslo, siempre.