Reducir las fatalidades viales
El reto más urgente es, sin duda, revertir la alarmante tasa de fatalidades viales. Ninguna muerte vial es aceptable porque la movilidad no puede tener un costo humano.
Este es uno de los principios bajo los cuales se creó Visión Cero, como un abordaje de seguridad vial que supera el abordaje tradicional, al proponer que los países trabajen para tener cero muertes y cero lesiones graves producto de siniestros viales.
Su éxito le ha valido el reconocimiento dentro de los Objetivos del Desarrollo Sostenible, de la ONU, como el norte en materia de seguridad vial a nivel mundial.
Una característica fundamental de Visión Cero es que propone que el diseño vial produzca calles que prevengan siniestros viales más fuertes que la capacidad humana de resistirlos, que perdonen el recurrente error humano, que homogenicen el tráfico en masa, velocidad y dirección, que se adapten a las capacidades cognitivas de las personas más vulnerables y que estén clasificadas de acuerdo con su función.
El factor número uno que debe ser abordado para reducir las fatalidades viales es la velocidad.
Alrededor del mundo, esta es la principal causa de fatalidades, y Costa Rica tristemente se unió a esa tendencia a partir de 2023, año en que la velocidad mató a más personas que cualquier otra causa.
La buena noticia es que la velocidad se controla por medios que están a nuestro alcance, y en este orden de prioridad: un diseño vial pacificado, un control riguroso de conductas peligrosas y sanción sin impunidad, y educación sobre movilidad.
Costa Rica ya cuenta con legislación que introduce herramientas de pacificación vial como intervenciones autorizadas, y el MOPT ya tiene manuales con orientación técnica sobre su implementación.
Es así como varios gobiernos locales han incursionado en diseños viales centrados en las necesidades de las personas por encima de los vehículos motorizados, pero faltan muchos más, y falta sistematizar las intervenciones para que abarquen rutas completas, donde el efecto pacificador de las intervenciones sea sentido por los usuarios viales.
En cuanto a control y sanción, el país tiene un largo camino por recorrer. Hace falta una dotación significativa de recursos para la contratación y equipamiento de más oficiales de tránsito que ejerzan un control riguroso en las calles. Como complemento, debemos desarrollar un sistema de videovigilancia con fotomultas que detecte infracciones y emita multas de forma automatizada. Ambos frentes deben ser implacables para generar cambios conductuales.
Por último, incluir en la malla curricular de la Educación General Básica un programa de formación en movilidad sostenible es una tarea que tienen pendiente el MEP y el COSEVI desde que les fue encomendada por la Ley 9660 de Movilidad y Seguridad Ciclista, en el año 2019.
Fortalecer estas tres áreas estratégicas es un camino probadamente efectivo hacia la reducción de las fatalidades y lesiones graves ocasionadas por siniestros viales, junto con los esfuerzos que se hagan para promover la reducción en la cantidad de viajes en carro y el aumento de los viajes a pie, en bicicleta y en transporte público.
Consultor en movilidad sostenible
Proyecto mUEve