El renacer de José Pablo Gil: el tenista que tuvo que empezar de cero
Dos días antes de viajar a EEUU por una beca deportiva tuvo un accidente de tránsito que lo dejó parapléjico.

(CRHoy.com) El joven tenista José Pablo Gil tuvo un cambio radical en su vida; una abrupta transformación que ocurrió de la noche a la mañana. Gil era ya un deportista consolidado y tenía muchos sueños por delante. Sin embargo, un accidente de tránsito lo obligó a empezar de cero.
En el 2016 ganó una beca deportiva para ir a estudiar a una prestigiosa universidad en Estados Unidos y el 21 de agosto, dos días antes de partir, se fue de fiesta de despedida con unos amigos… nunca imaginó lo que pasaría.
"En ese accidente yo me salí del carro… Iba sentado detrás del conductor, sin cinturón, caí sobre el asfalto en la General Cañas. El diagnóstico que le dieron a mi familia fue que estuviera al lado mío, porque me quedaban pocas horas de vida, que aprovecharan esos últimos momentos. Estuve dos semanas en coma (…) Me cambió toda mi vida, todo lo que tenía pensado hacer, todo lo que me había ganado con mucho esfuerzo en el deporte. Y no solo a mí, a mi familia también, momentos complicados que vivimos juntos (…) Antes del accidente participé en la Copa del Café, competía a nivel internacional, entrenaba 6 horas al día, tenía mi carrera deportiva bastante fuerte y por eso fue un impacto bastante grande para nosotros", detalló.
Con 21 años y postrado en una cama, José Pablo tenía un coágulo en el cerebro y esa era una de las principales preocupaciones de su familia, si al momento en el que despertara, volvería a ser el mismo.
"Estuve en Cuidados Intensivos en el hospital México. Cuando desperté, le pregunté a mi papá por una botella de agua que siempre hemos tenido en la familia y para él fue un poco tranquilizante saber que por lo menos en esa parte, era el mismo de siempre. Tuve 6 fracturas en las costillas, un pulmón perforado, la cadera quebrada, el tobillo quebrado y la lesión medular, que es lo que no me deja ahorita mover mis piernas. Mi lesión fue a nivel del pecho y al principio me afectó las manos, no podía bañarme, ni comer solo", detalló.
Este vecino de San Joaquín de Flores reconoce que el proceso ha sido muy difícil.
"Siempre tuve pensamientos complicados y negativos, que uno realmente no entiende lo que está pasando. De verdad que pasé muchos, muchos meses con una pelea interna de que uno no quiere más, pero hay que luchar. Era un constante dolor de cabeza por tanta lucha. Días buenos y días malos, pero al final con las ganas de luchar, de salir adelante", aseguró.
Ahora está lleno de agradecimiento y de felicidad de ver todo lo que ha alcanzado y convencido que una discapacidad no define a nadie.
El paseo que le cambió la perspectiva
Antes del accidente, José disfrutaba de hacer caminatas con su padre y su hermano para disfrutar de la naturaleza, pero tras perder la movilidad de la cintura hacia abajo, su papá hizo algo que él nunca olvidará.
"Fui con mi familia a Monteverde a hacer una caminata y para mí era un poco ilógico. Mi papá habló con los guardaparques para comprar las entradas y ellos le dijeron que era ilógico porque no estaba adaptado (para silla de ruedas), que había muchas raíces. Mi papá sacó 2 lingas, las amarró en la silla de ruedas, se la puso en las caderas y nos fuimos (su papá lo remolcó todo el viaje). Terminamos de hacer la caminata y cuando llegamos a una catarata, ahí cambió totalmente mi perspectiva de cómo llevar la vida, al saber que tal vez eran caminos diferentes, que me tenía que esforzar más que otras personas, pero que al final sí lo podía lograr. Ese fue un viaje muy importante, donde empecé a disfrutar más y a entender que las cosas las podía hacer", recordó.
En ese paseo, José Pablo practicó canopy, anduvo a caballo y en cuadraciclo gracias al apoyo de los empresarios de la zona que le dieron la oportunidad.
"En el mundo de la discapacidad no teníamos ningún conocimiento de nada, de oportunidades, de vida, laboral, educativa o deportiva. Realmente todo es muy limitante y fue una preocupación bastante grande para nosotros en ese momento. Fuimos saliendo con el apoyo de toda mi familia que siempre estuvo ahí, en los momentos complicados, emocionantes o tristes", aseguró.
Varios meses después, Gil empezó a interesarse de nuevo en el deporte. Primero, practicó básquet sobre ruedas y tras derribar una barrera en su mente, volvió a intentar el tenis 10 meses y medio después.
"Entendí que todo continuaba y que al final iba a depender de mí lo que quería hacer con mi vida y tenía que darlo todo para hacerlo. Volví a enamorarme y a darle la oportunidad al deporte que me ha dado tanto para crecer, para experimentar y vivir", detalló.
Gil pasó a su primer torneo centroamericano y lo ganó, con excelentes resultados. Eso le dio fuerzas para entrenar más y meterse de lleno para mejorar la técnica.
"Ahí empieza la historia, con torneos internacionales que he ganado, en sencillos, en dobles, subiendo el ranking. Estoy ahorita entre los primeros 10 de toda América y clasificando a un sueño de toda la vida que con el accidente parecía imposible de lograr", reconoció.
Tokio 2020
El 21 de agosto es una fecha que tiene un sabor agridulce para Gil. En esa fecha del 2016 sufrió aquel espantoso accidente pero en esa misma fecha de este año viajará a Tokio, para participar en los Juegos Paralímpicos 2020.
"Tengo apenas 4 años de haber iniciado en esto, junto a atletas que tienen más de 10 años en esto, pero voy con la idea de ganar, sé que he entrenado bastante y voy con la mentalidad de poner mi nombre y el del país entre los mejores", afirmó.
Con 26 años, quiere seguir haciendo historia, enfocándose en su equipo de Tenis Sobre Ruedas Costa Rica que inició hace 3 años.
Ha sido un crecimiento y aprendizaje mutuo. Es un mundo nuevo, donde mi familia siempre ha estado echándome el hombro, me han jalado las orejas cuando tienen que hacerlo y creo que estamos muy contentos y orgullosos. Yo de tenerlos a ellos de papás y sé que también de tenerme como hijo. ¡Ha sido una experiencia muy valiosa para todos!