Tejió su vida con puntadas de esfuerzo y creatividad
Mileni Montealegre aprendió a tejer crochet a los nueve años. A esa edad, sentada al lado de su madre, aprendió cada puntada que hoy enseña en su taller.
La artesana comenta que gracias a este oficio pudo mantener a su hija y luego pagar su carrera universitaria. "Fui madre soltera y crié a mi hija con lo que ganaba con el tejido. Después decidí que tenía que hacer una carrera universitaria y estudié publicidad, y con el tejido me pagué los estudios", afirma.
Para la publicista, el tejido es una pasión que la ha acompañado durante toda su vida. Desde que dejó de trabajar trabajar en su profesión se enfocó en este oficio que ve también como una terapia. "Cuando uno teje se olvida de todo (…). A veces también se vuelve una adicción, porque uno quiere seguir y seguir" , dice.
Mileni señala -mientras no separa de su tejido de las manos- que el crochet es una técnica versátil, con la que se pueden hacer muchas cosas, "es un arte con el que es posible crear desde un zapatito de bebé hasta un vestido de novia, trajes de baño, blusas y juguetes", dice.
Mila Crochet
Hace ocho años la tejedora abrió su página Mila Crochet Costa Rica y lleva ese nombre porque es así como la llaman sus más cercanos. Allí ofrece sus creaciones, los patrones que diseña y anuncia las clases que imparte.
La artista menciona que a través de su página lo que quería era exponer sus trabajos -literalmente- al mundo y lo ha logrado. "En estos años he tenido contacto con personas de muchos países como Chile, Brasil, México… hasta de Egipto me han escrito. Muchas personas me contactan para hacerme encargos o por las clases, lo que también me genera ingresos", advierte.
Mileni da clases dos veces a la semana y tiene cerca de ocho alumnas. En medio de lanas y trabajos terminados y otros a punto de concluir, reconoce que "nunca para de tejer" y que en sus creaciones le gusta usar colores vivos y preocuparse de que cada pieza tenga finos acabados. "Me encanta que todo quede bien terminado", recalca.
Para la artesana, sus clases de tejido son como "bálsamo" de creatividad y relajación, tanto para ella como para sus alumnas, quienes asisten -asegura- porque necesitan un espacio no solo para tejer sino también para conversar. "Vienen a tejer, pero algunas ya saben… y lo toman como una entretención", dice y recalca: "el estereotipo que tiene la gente de las tejedoras es que es solo lo hacen mujeres y especialmente abuelitas… pero es mucho más que eso. Es un arte que realizan diversos tipos de mujeres y que incluso los hombres también pueden practicar".
A las clases de Mileni asiste Lissette Uriarte, quien teje desde los 7 años. Para ella tejer es un placer y con honestidad comenta: "doy puntadas y me voy imaginando paisajes en mi tejido… Solo las tejedoras nos comprendemos".
Grace Zamora es otra alumna de Mileni y señala que teje desde pequeña, sin embargo después de varios intervalos, decidió retomarlo. "Cuando volví a tejer busqué un grupo donde me sintiera bien, otra vez productiva (…) Además el tejido lo saca a uno de cualquier cosa, problema o circunstancia… te envuelve", afirma.
Fabiola Montealeagre asiste al taller porque le gusta la técnica del amigurumi, "no soy tejedora experta, tejía cuando era pequeña y ahora volví a hacerlo porque es una forma de de usar el tiempo libre en algo bonito", señala. En tanto, Silvia Hernández, otra alumna de la artesana, menciona que lo mejor de tejer es ver un ovillo de lana convertido en una prenda, "uno se siente la persona más realizada del mundo… poderosa", explica.
Amigurumi
La tejedora comenta que en este momento la tendencia es el Amigurumi, que es una técnica creada en Japón. "Es un muñeco tejido a crochet que se hace con lanas 100 por ciento en algodón y a los papás les gustan mucho porque no provocan alergias, ya que no acumulan ácaros ni polvo.
Además es un regalo muy lindo, hecho con todo el amor y empeño, y es un producto exclusivo. No todos los amigurumi son iguales. Cada muñeco es diferente", dice.
Mileni explica que el unicornio es el más solicitado, ya que es el muñeco de moda, "todas las niñas quieren tener uno… pero también piden muñecos iguales a sus mascotas", afirma.
La artista cuenta que a futuro le gustaría montar una exposición de amigurumis con personajes, confeccionar más patrones que es algo que le encanta diseñar y hacer un vestido de novia a crochet, "esto último es un trabajo muy arduo, me podría demorar tres meses hacerlo, pero es una meta… ", concluye.