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Reportaje Especial

Una desilusión lo motivó a crear deliciosos turrones

Por Yaslin Cabezas | 6 de Dic. 2020 | 6:34 pm

(CRHoy.com) Durante muchos años don Luis Diego Soto Clausen se dedicó a hacer cajetas junto a su madre y sus hermanos para salir adelante. Sin embargo, una "decepción" lo obligó a cambiar de golosina y terminó conquistando así, el paladar de adultos y niños

"Mamá puso una pastelería casera en la casa para ayudarse a sobrevivir y hacía una cajeta deliciosa, pero se me ocurrió llevarla a varios supermercados y se vendía bastante bien, como 50 cajetas por semana. Así fue durante un par de años, pero por los ingredientes, la vida útil era muy escasa", dijo.

Un día llegó a un supermercado y le devolvieron todo el producto que había dejado una semana antes, pues se había descompuesto.

"Me dio tanto coraje que yo dije: ‘¡Tengo que hacer un producto que dure más!' Me fui a recorrer estantes y en una góndola vi un montón de cajitas de madera con turrones que venían de España. Me puse a revisar los ingredientes, vi que eran solo 5 y que duraban 1 año. Pensé en hacerlos para que no me los tuvieran que devolver y tomé esa decisión el 17 de diciembre de 1979", recordó.

Don Luis Diego no sabía nada de turrones, ni cómo se preparaban. Se encontró un libro con una receta, pero cuando la hizo no le resultó.

"Como soy bien cabezón, seguí insistiendo y 3 meses después hice un turroncito que sabía bastante bien y se mantenía en el tiempo. Mi familia me decía que eso no se vendía, pero no les hice caso y me fui para los supermercados, donde me dijeron ‘no. ¡Eso solo se vende en Navidad! Tuve que esperarme y en noviembre los llevé a vender de nuevo. ¡Se vendieron super bien esa Navidad!", añadió el vecino de Heredia.

Una anécdota que recuerda con mucha claridad es cuando hacía los turrones de día. Uno de los ingredientes es la miel de abeja y como los preparaba en su casa, muchas abejas lo visitaban y no lo dejaban trabajar tranquilo.

"Recuerdo que se inundaba todo de abejitas porque la miel las atraía. Un amigo me dijo que los hiciera de noche, porque a partir de las 6:00 de la noche las abejas se metían a la colmena y entonces mi producción siempre empezaba a esa hora y terminaba a medianoche", recordó entre risas.

En los supermercados le aceptaron el producto en el transcurso del año y poco a poco se fue posicionando, pues era mucho más barato que el turrón importado de España.

Como era un producto europeo, don Luis nombró a su empresa Doré, para que se escuchara como algo sofisticado y con mucha determinación fue mejorando la calidad del turrón. Hoy tienen más de 40 años en el mercado. 

"En los años 80 con la devaluación de Carazo el turrón subió mucho de precio y a mi me salía muy bien producirlo, así que me concentré en más variedades, con almendras, maní, macadamia y empecé a introducirlo en el mercado, al punto que hoy es una golosina que se consume en todo el año. (…) Doré es fácil de recordar, la D de dulce me pareció interesante y el oré le daba un toque español, además de que Doré significa dorado en francés y tenía un mensaje como fino. Yo quería que la gente dijera ‘no me dé un turrón, deme un Doré. Siempre he tenido un afán de perfeccionismo, lo que hago hoy, me gusta hacerlo mejor mañana'", citó.

Lo que empezó en la cocina de su casa hoy se desarrolla en una sólida fábrica ubicada en San Isidro de Heredia.

Soto, agradece a cada persona que ha contribuido con el pasar de los años y se ha endulzado el paladar con sus productos. 

"Ahorita somos 16 colaboradores en la empresa. Aún uno de mis hermanos trabaja conmigo. Vendemos en todo Costa Rica y exportamos a toda Centroamérica. El mejoramiento debe ser parte de cualquier persona y yo la tengo en mi empresa y en mi vida", detalló.

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