¿Logró la FED mantener incólumes sus altas tasas de referencia en la última sesión del Comité de Operaciones de Mercado Abierto? La respuesta es sí, pero no. Las logró sostener por mayoría, pero se abrió una brecha entre sus directivos que les presagia corta vida. A pesar del prolongado esfuerzo de su presidente, Jerome Powell, por preservar el estatus quo, varios directores se rebelaron con fuertes argumentaciones. Desde hace 30 años no se presentaban disensiones conceptuales en su seno.
Una de las disidentes fue la vicepresidenta, Michelle W. Bowman; el otro, Christopher Waller, un connotado economista y director de la FED que podría suceder a Jerome Powell en su silla actual, a partir de mayo próximo. En la reunión, abogó por reducir las tasas de referencia (Fed-funds) en 25 puntos base. El sentido común nos induce a prestarle atención, pues (casi) todo lo que hace la FED repercute en los países en desarrollo.
Posiciones discordantes
Powell es cauteloso. Prefiere navegar en tierra firme. Probablemente lo impactó la descontrolada inflación tras la pandemia, que alcanzó un 9% anual y se diseminó por todo el mundo. Waller, en cambio, se inclina por aventurarse mar adentro, persuadido de que la prolongada indecisión frente a los aranceles de Trump podría afectar el crecimiento y empleo. Ambos se ubican en puntos equidistantes del doble mandato de la FED: controlar la inflación y lograr el pleno empleo. A veces, lograrlos simultáneamente es muy difícil.
En el fondo, la disputa es cómo evaluar los aranceles de Trump: como impuestos indirectos con un efecto único y pasajero incapaz de alterar las expectativas o, alternativamente, como sucesivas marejadas capaces de anegar toda la economía y desanclar las expectativas con efectos similares a los de la pandemia.
Waller sustenta su propuesta en tres factores esenciales: Primero, las tarifas son impuestos cuyos efectos aumentan el IPC por una sola vez, pero normalmente no causan efectos inflacionarios más allá del periodo inicial. Esto es clave. Implícito en su argumentación, hay una distinción conceptual esencial entre inflación propiamente dicha y aumentos de precios ocasionados por factores exógenos, ajenos a la política monetaria de un banco central, que podría no ser expansiva. Es la diferencia entre inflación y costo de vida. La teoría económica estándar ignora el impacto de los aranceles, pues, por no ser recurrentes, los ve pasar de largo -"look through"-, siempre y cuando las expectativas estén bien ancladas. Él sostiene que en EE.UU. sí lo están, pues el entorno monetario y fiscal expansivo durante la pandemia es muy distinto del actual. Y eso hace gran diferencia en las expectativas.
Su punto esencial, en cuanto a la inflación prospectiva, es el siguiente: "Estudios técnicos en el seno de la FED señalan que la mayor parte de las tarifas no serán trasladadas al consumidor final. Con base en ellos, los consumidores tendrán que pagar un tercio del precio de las tarifas y el resto será repartido entre el suplidor externo, el importador americano y los consumidores finales. Por tanto, si hubiera un aumento permanente de las tarifas alrededor de un 10%, el aumento en el IPC sería una tercera parte de un 1 por ciento, aumento que se desvanecería en el término de un año". De nuevo, no sería un aumento en la inflación, aunque sí en el costo de vida (Ver discurso citado, pág. 4, visible en la Pág. Web de la FED).
Segundo, los datos en la economía norteamericana sugieren que la política monetaria debería acercarse más a la neutralidad, pues actualmente se ubica en un área restrictiva, según reconoció el propio Powell en la última conferencia de prensa.
En eso coincide también Waller, quien afirma que la inflación, prescindiendo del efecto actual y potencial de los aranceles con efectos temporales, se ubica ligeramente por encima de la meta (2% anual), y no ameritan prolongar la postura de la política monetaria que sigue siendo restrictiva. En esas circunstancias, se justifica reducir la tasa de los FED-funds, ubicados actualmente entre 4,25% y 4,5% para buscar la neutralidad -base de la discordia actual- que debería rondar en un 3% anual.
Tercero, el mercado laboral comienza a presentar algunas debilidades y podría deteriorarse si la FED continúa una política monetaria restrictiva y los aranceles llegaren a castigar la producción y el empleo, al reducir el ingreso disponible de los consumidores. Obviamente, Waller aboga por una sana actitud precautoria. También Powell reconoció en su conferencia de prensa que, a futuro, la postura de la FED debe tender a la neutralidad.
Comentarios finales
El desempleo no se ha deteriorado más porque el Gobierno Federal, según Waller, ha agregado más empleos que el sector privado y la política monetaria debería poner más atención a la creación de puestos de trabajo en el sector privado que es, precisamente, el principal foco de atención de los efectos de una política monetaria expansiva o restrictiva. Finalmente agrega que las tarifas que pronto entrarán en vigor tendrán un efecto restrictivo en la producción y el empleo, al igual que un efecto disuasivo en las expectativas de inversión y consumo. Y esos efectos, sin duda, motivarían aún más una reducción de las tasas de interés que operarían como medicina para mantener el pleno empleo, uno de los dos objetivos clave de la Reserva Federal.
Pienso, para concluir, que esa tesis disidente ganará más adeptos en los próximos meses, hasta convencer a la mayoría de bajar la tasa directriz de la FED.