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Si el desempleo baja, ¿subió el empleo?

Por Álvaro Ramos Chaves | 20 de Jun. 2023 | 4:45 am

La jerga utilizada en muchos temas económicos se vuelve parte de la conversación ordinaria y adquiere gran carga emocional y política. Un caso típico es el concepto de empleo y su análisis, donde entender bien la evolución reciente de esta variable requiere de conocer incluso cómo se estima el nivel de empleo.

Pareciera obvio dividir el mundo laboral en personas empleadas y desempleadas. Sin embargo, también existen las personas fuera de la fuerza laboral que en Costa Rica se define a partir de los 15 años. Muchas personas están fuera de la fuerza laboral porque se pensionaron, porque estudian o porque se dedican a labores domésticas. Esas decisiones no son enteramente exógenas a la posibilidad de encontrar empleo. Uno podría imaginar fácilmente estudiantes que se incorporarían a la fuerza laboral si les aparece una buena oportunidad, aunque no la estén buscando activamente. Los más preocupantes son los trabajadores desanimados, que son personas que en realidad desean buscar empleo pero por diversas razones se han desanimado de buscarlo.

Esto es crítico cuando se conoce cómo se pregunta en una encuesta de empleo. La primera pregunta es si estás trabajando en este momento. Si la respuesta es afirmativa, se clasifica a la persona como “ocupada”. En caso de que no esté trabajando, se hace una segunda pregunta, la cual es si la persona ha buscado trabajo en el último mes. Obsérvese la dimensión temporal de la pregunta, con hincapié en que debe haber buscado trabajo en el último mes. Si lo buscó, entonces la persona es clasificada como “desempleada”. Si no buscó trabajo en el último mes, por las razones que sea, aunque tenga tres años buscando trabajo, se procede a clasificar como “fuera de la fuerza de trabajo”.

Los datos de empleo del INEC emanan de una encuesta, llamada Encuesta Continua de Empleo (ECE) y por ende debemos ser conscientes que además de la variabilidad subyacente en el comportamiento de la fuerza laboral, puede haber un margen de error introducido por la naturaleza de las encuestas y su muestreo. Hecha esa salvedad, tomemos como punto de partida la última ECE, y notaremos que efectivamente el desempleo bajó 81 mil personas (de 330 mil personas a 249 mil). Sin embargo, las personas ocupadas también bajaron, de 2.102 millones a 2.098 millones, una reducción de 4 mil personas. Dado que la población con potencial de trabajar (15 años o más) ha aumentado 54 mil personas, ¿a dónde se ha ido toda esta gente si no está empleada ni desempleada?

Sencillamente están fuera de la fuerza laboral, población que aumentó de 1.65m a 1.79m, 139 mil personas más que están fuera de la fuerza laboral. Como se ve, esto corresponde a la suma de las reducciones en desempleados, en ocupados y el aumento de la población. Esto explica por qué las tasas de participación laboral y de ocupación laboral descendieron a pesar de que el desempleo disminuyó.

En general, para analizar el empleo en un mercado laboral, no se utiliza únicamente la tasa de desempleo. Se puede recurrir al menos a cuatro variables más. Una que ya hemos mencionado es la tasa de participación neta, pero tiene el defecto que a veces disminuye por envejecimiento poblacional cuando las personas se pensionan. Este año, es probable que los pensionados expliquen unas 22 a 25 mil personas de las 139 mil en las filas de personas fuera de la fuerza laboral. Para disminuir la incertidumbre, en otros países se estila calcular la participación de la población entre los 25 y los 54 años (“prime age employment”), que se consideran las edades en que menos probable es que alguien esté estudiando o pensionado, por lo que quienes no participan son en su mayoría desanimados.

El cuarto indicador que se utiliza para analizar la evolución del empleo son las vacantes corporativas, generalmente a través de una encuesta a los empleadores. Conocer la dinámica de las vacantes es crítico para saber si la política pública correcta es educación o cambios macroeconómicos. Puntualmente, si una economía tiene mucho desempleo y muchas vacantes, lo que puede estar pasando es que tiene muchos agricultores desempleados y muchas vacantes en empleos de zonas francas, por lo que un proceso de educación y reentrenamiento puede reubicar a los desempleados. En cambio, si en un contexto de alto desempleo, encontramos pocas vacantes, resulta poco útil invertir en reentrenamiento porque no hay vacantes, y hay que tomar medidas macroeconómicas expansivas en lo fiscal y monetario para estimular la demanda agregada.

Un quinto indicador para saber cómo está el empleo es la inflación. La Reserva Federal de los EEUU (la Fed) ha estado subiendo las tasas de interés en los EEUU porque observa un descenso lento en la inflación y estima que es causada por un mercado laboral “caliente”. En otras palabras, cuando un Banco Central ve que la inflación que no baja, suele deducir que hay presiones salariales porque la gente consigue empleo con facilidad y puede negociar mejores salarios. A la conversa, una economía donde la inflación descendió rápidamente, se puede interpretar que no hay presiones inflacionarias y el mercado laboral está “frío”.

Tomando los tres factores disponibles en la realidad costarricense: Positivo es que bajó el desempleo. Negativo es que bajó la participación laboral. ¿Desempate? La desinflación. Que la inflación bajase tan rápido en Costa Rica y ahora se encuentre en menos de 1%, sugiere un mercado laboral frío. Existen necesidades educativas y de entrenamiento laboral, pero la información disponible indica que las políticas monetarias y fiscales están siendo más contractivas de lo deseable. Es importante revisar el rumbo macroeconómico para reactivar la economía y los mercados laborales costarricenses.

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