¿Será el metaverso de Facebook un Second Life con esteroides?
(CRHoy.com).-Avatares, realidad virtual, un mundo paralelo, realidad aumentada… todo esto suena como algo que no es nuevo y ya se vio en el pasado.
El metaverso o metauniverso que quiere crear Facebook es un experimento similar a Second Life, una comunidad en línea lanzada hace poco menos de 20 años por Linden Lab.
Al igual que Facebook, el acceso a Second Life (SL), es de acceso gratuito y crea una vida paralela en la que se puede ser quien uno quiera.
Similar a lo que quiere hacer Mark Zuckerberg, en SL se pueden comprar y vender productos, ya sean bienes o propiedades. Pero a diferencia de la red social, en Second Life solamente se transan productos virtuales, especialmente propiedades para los "residentes", así como diseños que se desarrollan solo para la comunidad.
SL tiene su propia moneda de intercambio, Linden Dólar, aunque la creación de una criptomoneda por parte de Facebook –algo de lo que ya ha especulado insistentemente- requerirá necesariamente recursos para procesar cadenas de bloques de datos o blockchain.
La interacción social en Second Life es parecida a lo que pretende Facebook, por medio de avatares en tercera dimensión; las personas pueden compartir más allá de un teclado y una cámara, pero la diferencia es que la experiencia sería más "natural" e inmersiva, mediante el uso de cascos de realidad virtual que facilitarían las conversaciones e incluso las transacciones de bienes.
Y a diferencia de Facebook que tiene más de 2700 millones de usuarios, se estima que SL llegó a tener hasta 57 millones de residentes, de los cuales se calcula que no quedan ni un millón activos desde su creación en 2003.
Aunque esta plataforma es más de uso lúdico, llevar una segunda vida para divertirse ajeno al mundo real, este modelo no deja de ser una inspiración para Zuckerberg, una especie de Second Life mejorada.
Sin embargo, hay quienes piensan que la idea no es sino una forma de desviar la atención y lanzar una cortina de humo ante los cuestionamientos sobre la privacidad de los datos y falta de regulación e incluso afectación a la autoestima de los usuarios.
El tiempo dirá si solo se trata de otro experimento social o si se convertirá en una realidad, aunque sea digital.